Los datos de inflación que arrojan las estadísticas en estas semanas tienen varias interpretaciones. La más perceptible y común se encuentra en el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), que permite comprar la subida de precios por países de manera general y sitúa la inflación de España en el último mes (septiembre) en el 9%, por primera vez desde marzo de 2021 por debajo de la media de la zona euro, que alcanza un nivel récord del 9,9%.
Este dato general publicado por Eurostat este miércoles llevó al Gobierno a celebrar la mejor posición de España respecto al resto de la Eurozona, siendo "el sexto país con menos inflación armonizada de la UE", tal y como destacó en redes sociales el Ministerio de Asuntos Económicos que dirige Nadia Calviño.
Sin embargo, si se profundiza en la estadística y se extrae del índice la energía e, incluso, los alimentos frescos (hablaríamos ya de la inflación subyacente), el resultado no es tan positivo: España sigue por encima de la zona euro. En concreto, la inflación sin energía se sitúa en el 7,1% en España, frente al 6,4% de la Eurozona, ocupando ya un puesto más intermedio en la lista y por encima de Alemania, Italia y Francia.
Esto se debe a que mientras la variación anual del precio de la energía desciende en España (no sólo por la bajada de los precios sino también por el efecto escalón que se produce al compararlos con septiembre de 2021, cuando ya habían subido; la medición que hace cada instituto nacional; y las modificaciones impositivas realizadas por cada Gobierno; entre otros motivos), otros componentes del IPC siguen subiendo con más fuerza en nuestro país.
Por ejemplo, el precio de la electricidad subió un 20,2% en septiembre respecto al mismo mes de 2021, frente al 60,6% de agosto. Lo mismo ocurre con los carburantes, que este septiembre crecieron un 15,3% respecto al mismo mes de 2021 porque en ese mes ya habían subido un 22,5% en términos anuales.
Por el contrario, hay otros componentes del IPC que empezaron a registrar tasas altas más tarde (cuando productores y distribuidores empezaron a trasladar el aumento de los costes energéticos y de materias primas a los precios finales) y todavía continúan con crecimientos anuales récord.
Es el caso de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que siguen creciendo con una variación anual del 14,4% en septiembre (según el IPC armonizado), seis décimas superior a la de agosto, y la más alta desde el comienzo de la serie, en enero de 1994. Destacan los incrementos de los precios de las legumbres y hortalizas (16,3%); leche, quesos y huevos (20,1%); y carne (12%), todos mayores este mes que en 2021.
En la Eurozona, según Eurostat, los alimentos y bebidas no alcohólicas crecieron de media 13,8%, 1,4 puntos más que en el mes anterior pero seis décimas menos que en España. También los muebles y artículos del hogar registran fuertes subidas superiores a la media de la Eurozona (con una tasa anual del 9,8% frente al 8,7% de la zona euro).
Otro ejemplo son los servicios de restaurantes y hoteles, con un crecimiento del 9,1% respecto a septiembre de 2021, seis décimas más que en la Eurozona, donde la variación anual fue del 8,5%. De esta forma, se confirma que, más allá de la energía, la inflación sigue golpeando con más fuerza en nuestro país que en la zona euro.