El Banco de España publicó el pasado miércoles un breve informe sobre el ahorro de los familias durante la pandemia, en el que aseguraba que una parte de la fuerte caída del consumo registrada en 2020 “sería consecuencia del deseo de los hogares de incrementar su ahorro por motivo de preocupación ante las actuales circunstancias sanitarias y económicas de gran incertidumbre”. Al final del mismo, la institución monetaria que dirige Pablo Hernández de Cos dejaba entrever que las situaciones extremas que se han producido en los últimos meses podrían modificar el patrón de comportamiento de los individuos “haciéndolos más propensos a ahorrar en la medida en que pasen a asignar una mayor probabilidad a este tipo de eventos extremos”.
Puede que no le falte razón al banco central español. Más de la mitad del ahorro que los españoles dedican a la compra de activos financieros está invertido en productos de riesgo muy controlado o mínimo, de acuerdo con las cifras correspondientes al tercer trimestre del pasado año. El último dato publicado hace unos días por la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones constata esa tendencia viendo la evolución de los fondos de inversión en los últimos meses.
Según Inverco, uno de cada tres partícipes de los fondos de inversión tiene depositado su dinero en productos de renta fija o garantizados. Son algo más de 4,16 millones de inversores sobre un total 13 millones de titulares de este tipo de productos, que son la forma más extendida de relacionar el ahorro con los mercados de valores. El problema es que, a pesar de que “los fondos con un componente exclusivo de renta fija son los que han presentado rentabilidades negativas, siendo mayores en aquellos centrados a más largo plazo”, como señala Inverco en su resumen del mes de febrero, el número de partícipes en estos fondos más conservadores se ha incrementado en más de 95.000 titulares.
Los datos no hacen más que confirmar que la crisis sanitaria ha extendido el miedo a qué hacer con el ahorro y el perfil del ahorrador español no ha estado muy vinculado con el riesgo. Probablemente porque los mercados financieros de renta variable han sido un coto reservado a las rentas más altas. Basta con fijarse en dónde está concentrada la riqueza financiera de las familias.
Los datos no hacen más que confirmar que la crisis sanitaria ha extendido el miedo a qué hacer con el ahorro y el perfil del ahorrador español no ha estado muy vinculado con el riesgo
Según los últimos datos, los españoles tenían invertidos en activos financieros a cierre del tercer trimestre 2,313 billones de euros, de los que 967.000 millones correspondían a efectivo (cuentas corrientes) y depósitos, lo que supone el 41% del total. Si a esta cantidad se añade el dinero destinado a seguros y fondos de pensiones, 384.000 millones de euros, el porcentaje alcanza el 57% del total. La deuda pública, en otros tiempos una inversión tan segura como tradicional, no alcanza siquiera el 1% del total, con apenas 15.000 millones de euros. El resto, hasta completar el total, se reparte entre participaciones accionariales (sujetas a la volatilidad de los mercados), con 556.000 millones de euros (24%), y los 331.000 millones en fondos de inversión
A la deuda pública le ha ocurrido todo lo contrario que a los depósitos y a la renta fija. A medida de que las emisiones de deuda soberana se colocaban en el mercado a una menor rentabilidad su atractivo para las familias perdía peso. Sin embargo, eso no ha sucedido con la suma de efectivo y depósitos bancarios. Aunque la rentabilidad de las cuentas corrientes está en el 0,01% (un euro por cada 10.000 ingresados) y la media ponderada de los depósitos a plazo en el 0,04% (4 euros por cada 10.000), la suma de ambas cifras no ha hecho más que aumentar en los últimos años. A cierre del pasado mes de enero, las entidades de créditos custodiaban entre ambos epígrafes 918.683 millones de euros, 68.924 millones más que en el mismo mes de 2020.
La importancia de la liquidez
¿Por qué? El único riesgo que corren es la quiebra del banco y esa posibilidad está fuera de toda lógica en un mercado sobrerregulado por el BCE. Pero si alguna cosa ha enseñado la pandemia a lo largo de estos últimos doce meses desde el punto de vista financiero ha sido la importancia de disponer de liquidez cuando la incertidumbre se adueña del mercado laboral y se depende exclusivamente de las ayudas públicas. Los ahorradores, por esta razón, han trasvasado buena parte del dinero de los depósitos a plazo a las cuentas a la vista para manejar su situación, sin importar el tipo de interés que ofrecían.
Los dos mayores bancos alemanes, Deutsche Bank y Commerzbank, han pedido esta misma semana a los ciudadanos que lleven sus ahorros (que superan los 2,5 billones de euros) fuera del país. El incremento ha sido espectacular en el último año a pesar, incluso, de que las entidades financieras del país cobran intereses según las condiciones particulares de cada cliente. Es un ejemplo de lo que puede pasar en España en el futuro, por más que los máximos responsables de los bancos se empeñen en negarlo. Las empresas ya pagan desde hace quince meses por “aparcar” sus picos de tesorería.
El patrimonio de los fondos de renta fija nominada en euros ascendía a cierre del mes de febrero a 78.225 millones de euros (el 28% del total), alrededor de 1.700 millones menos que a cierre del pasado ejercicio. Su rentabilidad a corto plazo está en negativo tanto a corto como a largo plazo, mientras en el conjunto de los fondos de inversión asciende como media al 0,61%.