Arranca un nuevo curso para el Gobierno y a la quebradiza situación política se suman nuevas dudas sobre el panorama económico. El PIB español nunca viajó ni en la "moto" ni el "cohete" que vende Pedro Sánchez. El mercado laboral se sostiene gracias a la temporalidad camuflada bajo los polémicos contratos fijos discontinuos, y ya muestra algunos signos de agotamiento (en julio se registró la mayor destrucción de empleo en dos décadas). Y la inversión sigue sin recuperar la salud que mostraba antes de la pandemia, pese a la inyección millonaria de los fondos europeos.
Es esa falta de empuje inversor lo que preocupa a los empresarios, sobre todo, por las sombras que asoman en el horizonte. Esta misma semana han aflorado dos: la principal es el pinchazo de la economía alemana, que se precipita hacia la recesión técnica; por otro lado aflora el veto a la OPA húngara sobre Talgo, que -más allá de los matices- vuelve a enviar una señal negativa a potenciales inversores.
El indicador alemán preocupa en los despachos de Bruselas, pero también en La Moncloa, por el efecto arrastre que puede tener sobre la economía europea y española. Alemania es el segundo destino de las exportaciones de España (cerca de 40.000 millones de euros). En esa partida juegan un papel fundamental la fabricación de vehículos de motor y la gran industria adyacente de componentes, muy sensible para nuestro país por el volumen de empleo generado. Entre ambas suman casi 16.000 millones de euros en exportaciones.
El batacazo de Alemania ya tiene cifras. La Oficina Federal de Estadística (Destatis) avanzó este martes que el PIB sufrió una contracción del 0,1% en el segundo trimestre, tras crecer un tímido 0,2% en el arranque del año. La mayor economía de la UE ha registrado caídas del PIB en cuatro de los siete últimos trimestres y no logra encadenar dos trimestres consecutivos de crecimiento en los dos últimos años. Si en otoño no hay un sorpresivo cambio de rumbo, Alemania entrará en recesión técnica en octubre.
La inversión sigue sin recuperar la salud que mostraba antes de la pandemia, pese a la inyección millonaria de los fondos europeos
Los problemas de la locomotora alemana llegan en un momento delicado para la infinidad de empresas españolas que dependen de las ventas al extranjero. Entre enero y junio, las exportaciones de productos se redujeron un 2,4% respecto al mismo periodo del año anterior (195.100 millones de euros). Así lo refleja el último balance del Club de Exportadores e Inversores Españoles.
"Por segundo año consecutivo, las exportaciones españolas de bienes presentan una tendencia a alejarse del récord histórico alcanzado en 2022, con 387.600 millones de euros", señala la asociación, que agrupa a empresas que dan empleo a 800.000 personas y facturan el equivalente al 20% del PIB español. El Club, además, hace una advertencia: "la Secretaría de Estado de Comercio no ha publicado datos sobre el comercio exterior en volumen (antes lo hacía), lo que invita a suponer que el descenso en volumen de nuestra exportación ha sido más acusado que en valor".
Las malas noticias para la economía alemana son tanto o más para la europea y, por tanto, para España. Por áreas geográficas, Europa sigue siendo el principal continente receptor de las exportaciones españolas: representan el 74,6 % del total (las dirigidas a la UE suponen un 62,5%).
Talgo y las trabas para la inversión
Tampoco emana señales positivas lo sucedido esta semana con Talgo. La operación encabezada por la hùngara Ganz-MaVag se fue al traste por un veto que tiene un cariz eminentemente político. La oferta nunca gustó en Moncloa, por los lazos de algunos de sus promotores con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el temor a que los intereses rusos se colaran por medio.
En su favor, el Gobierno tiene el respaldo de la Comisión Europea a la decision. En su contra juega la opacidad que ha rodeado al veto (apenas se conocen detalles). El pinchazo de la operación también demuestra la impotencia del Ejecutivo a la hora de buscar un 'caballero blanco' para Talgo, pese a la presión ejercida sobre compañías como CriteriaCaixa.
El portazo al grupo húngaro también vuelve a poner de relieve las dificultades que implica apostar por España. Que se lo digan a la saudí STC, que sufrió múltiples zancadillas para entrar en Telefónica. Otra operación polémica que, dicho sea depaso, sirvió de excusa a Moncloa para tomar el control de la operadora de telecomunicaciones.