El Instituto Nacional de Estadística define el concepto “subempleo” como “el conjunto de ocupados que desea trabajar más horas, que está disponible para hacerlo y cuyas horas efectivas en la semana de referencia son inferiores a las horas semanales que trabajan los ocupados a tiempo completo en la rama de actividad en la que el subempleado tiene su empleo principal”.

En España, a cierre de la primera mitad de este año, había 1.6551.100 trabajadores subempleados, lo que supone el 7,61% de todos los ocupados, que, con 21,684 millones, han marcado un nuevo récord “histórico”.

El subempleo se produce cuando una persona no trabaja a tiempo completo, cuando esa es su intención, o acepta un puesto de trabajo que no refleja ni su capacitación académica real ni sus necesidades/aspiraciones financieras.

El drama del subempleo se encuentra, lógicamente, en los trabajadores con formación universitaria. De acuerdo con los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, el 33,75% de las personas subempleadas son titulados superiores. Son en total 557.300, según las cifras de la última Encuesta de Población Activa correspondiente al segundo trimestre de este mismo año.

Analizando pormenorizadamente los datos a lo largo de los últimos ejercicios, se observa que se trata de una situación endémica de la economía española. En el segundo trimestre del pasado año, con un número de ocupados inferior en 426.300 personas al actual, el número de titulados superiores subempleados representó el 34% del total. Y en 2022, con un número de afiliados a la Seguridad Social de 20,6 millones (casi 1,1 millones menos que junio pasado) permaneció inalterado. En el año 2019, en junio, había 1,88 millones menos de trabajadores ocupados y el porcentaje de universitarios que estaban subempleados se mantuvo, asimismo, por encima de la tercera parte, con 580.300 personas.

La Oficina Internacional del Trabajo describe dos tipos de subempleo. El primero, el que denomina “por insuficiencia de horas y estacional”, hace referencia a una situación en la que los trabajadores únicamente acceden a un puesto de trabajo durante periodos bastante previsibles de alta demanda de mano de obra y fuera de ellos se quedan sin trabajo. Se concentra, básicamente, en el sector agrícola, el turismo y el comercio minorista. Es un típico caso de lo que sucede en España durante la etapa estival.

El segundo tipo de desempleo de la OIT, el llamado “por insuficiencia de horas y ocasional” alude a situaciones en que las personas solo acceden a empleos ocasionales, de corta duración, y dedican buena parte de su tiempo a buscar nuevas oportunidades laborales, en la mayoría de los casos, con escaso éxito. La práctica totalidad de estos puestos de trabajo pertenecen a la economía informal o sumergida. Predomina en zonas urbanas, entre jóvenes con escasa experiencia laboral y un pobre bagaje educativo.

Sorprende que en el caso español, con una economía fuertemente dependiente de la estacionalidad y de toda actividad vinculada al turismo, de los 1,651 millones de ocupados subempleados, el 63,5% del total corresponda a trabajadores con contrato indefinido y un 29,3%, a contratos temporales.

El grueso de los ocupados subempleados se concentra en dos franjas de edad: la principal, entre los 45 y 54 años de edad que, con 441.500 trabajadores, supone el 26,74% del total. La segunda, se ceba con los ocupados de entre 25 y 34 años, con 424.400 personas, el 25,7% del total. Los más jóvenes, entre 20 y 24 años, representan solo el 10% del subempleo total.

En una economía como la española, en la que el sector servicios representa más de las dos terceras partes del Producto Interior Bruto a precios de mercado, la mayor parte del subempleo se concentra en el comercio al por menor y la hostelería. Según la EPA, los servicios absorben el 87% del subempleo, seguidos por la industria (6,56%), la construcción (4,3%), con la agricultura, sorprendentemente, en último lugar, con apenas el 2,34% del total.

Las mujeres son las principales afectadas por el subempleo. Cerca de un millón de mujeres (el 60% del total) están afectadas por esta alteración del mercado laboral. El restante 40% son hombres, casi 660.000. En el caso de subempleados con titulación superior, la comparación es aún más negativa para las mujeres: suponen el 64,1% del total, por el 35,9% de los hombres.

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