Todos los ojos mirarán mañana a Nápoles (Italia), donde Mario Draghi. detallará el programa de compra de deuda privada por parte del Banco Central Europeo (BCE) que anunció el pasado 4 de septiembre. Lo hará dos días después de conocerse el dato de inflación de la eurozona, que ha situado su tasa en el 0,3% en septiembre, frente al 0,4% de agosto. Es decir, la presión inflacionista sigue siendo inexistente y se halla ya en los mismos niveles que tenía en octubre de 2009.
El dato, publicado ayer, propició que las Bolsas se dieran la vuelta: el Ibex 35 caía el 0,15% antes de su divulgación y cerró con una ganancia del 1,31%, mientras que el Eurostoxx dejó atrás unas pérdidas del 0,3% para terminar con una subida del 1,22%. Todo ello en medio de las especulaciones de los inversores y analistas en torno a la posibilidad de que Draghi implemente medidas excepcionales adicionales a las que anticipó en septiembre.
Los analistas de Bankinter inciden en que si se obvia el impacto de los elementos más volátiles (alimentos frescos y energía), “la tasa subyacente (de inflación) retrocede hasta el 0,7%, desde el 0,9% estimado y anterior”. A su juicio, la evolución del IPC constata que “la presión de precios destaca por su ausencia en la eurozona”.
Mario Draghi revelará mañana en Nápoles los detalles de los programas de compra de deuda privada del BCE
Por ello, en su opinión, “aumentan las expectativas de que Draghi sorprenda este jueves en relación al programa de compra de activos en la UEM para luchar contra la deflación”. Porque la baja inflación, señalan, implica un incremento de “la carga de la deuda tanto pública como privada, que se verían agravados si finalmente se llega a la deflación que desencadenaría una espiral en la que se demorarían las decisiones de compra, a la espera de que los precios bajen más, lo que, a su vez, empujaría aún más los precios a la baja, lo que repercutiría en una bajada de la producción y del empleo...”.
Las medidas excepcionales pasarían, según Bankinter, “por las ya anunciadas de compra de titulizaciones y otros títulos de renta fija privada, a las que habría que añadir muy probablemente, y este sería el gran salto, la compra de deuda pública”, subrayan. Ahora bien, el BCE tiene prohibido por sus estatutos comprar deuda pública directamente a los estados, por lo que “tendría que hacerlo indirectamente en los mercados secundarios”, explican.
La opción de que el supervisor dé un paso más con la compra de deuda pública está en boca desde hace tiempo de muchos expertos, aunque con las últimas medidas implementadas y las que quedan por desarrollar (ya anticipadas) la mayoría estima que ese momento aún no ha llegado.
Para otros, como Javier Flores, de Asinver, hay que dar tiempo a que se ejecuten las medidas anunciadas en septiembre que, a su juicio, “superaron por mucho las expectativas”, y “esperar a que se vean los resultados”. “Vamos muy deprisa y pedimos mucho al BCE, más de lo razonable”, opina.
Flores estima que la autoridad monetaria “ha hecho más que suficiente con contribuir a la depreciación del euro”, que ayer se situó en 1,26 dólares, en mínimos de dos años, y “alimentar” así la inflación. Para el experto, que no ve “riesgo deflacionista” en la eurozona, “en torno a 1,25 dólares es un nivel razonable para el euro por fundamentales”. Por ello, no observa “la necesidad ni la posibilidad” de que Draghi se lance hacia un programa de compra de deuda pública.
El euro se situó ayer en 1,26 dólares, el nivel más bajo en los últimos dos años
El pasado 4 de septiembre el BCE recortó los tipos de interés de forma inesperada, reduciendo el tipo director desde 0,15% a 0,05%, el tipo de depósito desde -0,1% hasta -0,2% y la facilidad marginal de crédito desde 0,4% hasta 0,3%. Además de estas rebajas, aprobó iniciar en octubre un programa de compra de titulizaciones (ABS o Asset Backed Securities), centrado en préstamos al sector privado no financiero. De igual modo, decidió ejecutar un nuevo programa, el tercero, de compra de cédulas (CBPP3). Estos aspectos serán precisamente los que Draghi tendrá que definir mañana.
Ambos programas, junto con las subastas de liquidez condicionada a largo plazo (TLTRO), pretenden tener un impacto próximo al billón de euros en el balance del BCE, la mitad del nivel actual. Las decisiones adoptadas tienen como objetivo mejorar el mecanismo de transmisión de la política monetaria, estimular el crédito y favorecer el aumento del IPC hacia el objetivo del 2%, toda vez que revisó a la baja sus previsiones de crecimiento y de inflación para 2014 y 2015.
La primera TLTRO, celebrada el 18 de septiembre, se saldó con una petición al BCE de 82.600 millones por parte de los bancos europeos, lo que representó tan sólo un 21% de la cantidad inicial disponible. Las cinco mayores entidades españolas solicitaron cerca de 15.000 millones, frente a los 54.000 millones a los que optaban. Esperarán, de esta forma, a la siguiente subasta en diciembre, una vez ya se hayan conocido los resultados de los test de estrés.