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La bajada de tipos, bueno para las cuentas públicas, malo para los ahorradores

La bajada de tipos de interés de la deuda pública, llegando incluso a ser negativa en el caso de alguna emisión, es una buena noticia para la financiación de España y mala para los ahorradores, que asisten a la pérdida continua de rentabilidad en sus inversiones.

  • Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo.

Son las dos caras de la misma moneda, pero sus efectos están siendo diametralmente opuestos. El programa de expansión monetaria iniciado el pasado mes de marzo por el Banco Central Europeo (BCE) está acentuando la bajada de tipos de interés de las emisiones de deuda de países como España, hasta el punto de que el pasado martes se subastaron letras del Tesoro a seis meses a un interés ligeramente por debajo de cero. Es decir, los compradores de estos títulos están dispuestos a perder algo de dinero a cambio de una supuesta seguridad.

Para la financiación pública es una muy buena noticia, porque significa que no tendrá que pagar nada o muy poco a los tenedores de estos títulos. De esta forma, cuanto más bajos sean los tipos, menores serán los intereses de la deuda que emita el Estado y más recursos puede dedicar, en principio, a la financiación de otras partidas presupuestarias. Muy importante en un momento en que la deuda pública ha superado ya el billón de euros.

Las emisiones de deuda realizadas desde comienzo de año hasta ahora han logrado captar 54.000 millones de euros, un 38% del total previsto para el ejercicio de 2015, con un coste medio del 1,01% a finales de marzo, cincuenta puntos básicos menos de lo que representaba en diciembre. Si continuara esta tendencia de bajada de los tipos medios en las subastas, significaría que a España le saldría muy barato encontrar financiación en los mercados de deuda.

Las emisiones de deuda realizadas desde comienzo de año hasta ahora han logrado captar 54.000 millones de euros, un 38% del total previsto para el ejercicio de 2015

Sobre todo porque a los inversores profesionales no les preocupa la relación entre tipos de interés y precio de los bonos mientras el BCE respalde cada mes la compra de 60.000 millones de euros de deuda pública. Así, no les importa acudir a subastas con rentabilidad por debajo de cero pero sin rebasar el -0,2'% que el organismo supervisor cobra a las entidades financieras por depositar allí su dinero. Es el caso de la mencionada de Letras a seis meses del pasado martes en España o la de bonos a cinco años y bonos a diez ligados a la inflación de Alemania. Incluso han aceptado bonos suizos con vencimiento en 2015 al -0,55% de interés.

Para los ahorradores, en cambio, las consecuencias no son tan gratas. El perfil del ahorrador español ha sido tradicionalmente conservador y durante los últimos años ha presenciado cómo los productos en los que solía colocar su dinero, como depósitos o cuentas remuneradas, han perdido la remuneración a la que estaba acostumbrado.

Con el precio oficial del dinero cercano a cero, a las entidades financieras no les compensa proporcionar mayor rentabilidad en estos productos y han apostado por el negocio de la gestión de fondos de inversión, donde los fondos de renta fija mixta se han convertido en los grandes beneficiarios del cambio de perfil de numerosos clientes en busca de rentabilidad. De los más de 200.000 millones de patrimonio que acumulan en total los fondos, esta categoría ha conseguido un crecimiento superior al 37% tan solo en los primeros meses de 2015.

Los fondos garantizados y los monetarios han perdido atractivo para los ahorradores, que prefieren sacrificar la seguridad por la rentabilidad. Incluso los más osados están dando el salto a la renta variable para alcanzar ese plus de remuneración. Los analistas recuerdan que en estos momentos hay empresas que pagan un dividendo atractivo y que pueden proporcionar ese colchón de seguridad que ansían los ahorradores.

Este cambio de perfil de riesgo es quizá una de las consecuencias más peligrosas que está teniendo el programa de compra de deuda del BCE, que está forzando a asumir un riesgo para el que quizá no estén preparados personas que hasta ahora confiaban sus ahorros en productos conservadores. Y cuando la situación se dé la vuelta, tal vez no estén preparados para asumir este cambio.

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