El primer ministro italiano, Mario Monti, prepara una encerrona a Merkel en la cumbre del 22 en Roma, justo días después de las elecciones griegas del 17 de junio. Su intención es alinearse con Hollande y Rajoy para presionar a la canciller de cara al próximo Consejo Europeo sobre el crecimiento del 29 y 30 de junio.
Previas a los consejos de la UE, suelen darse numerosas negociaciones. Sobre esos borradores, los líderes luego se encierran en la cumbre hasta que suscriben unas conclusiones, normalmente a altas horas de la madrugada. Al convocar la reunión de Roma, la idea de Monti consiste en demostrar a Merkel que va a estar muy sola en la próxima velada europea si sólo defiende la austeridad y unas pequeñas dosis de inversión como las únicas medicinas para los males de Europa.
De hecho, Monti había apuntado que el encuentro de Roma tendría lugar poco antes de los comicios helenos con la esperanza de subir la temperatura en torno a Merkel. Sin embargo, los alemanes han insistido en que se retrase la fecha. La canciller observa la formación de una pinza en contra y así al menos conocerá ya los resultados electorales en Grecia y la reacción de los mercados.
Cuando el primer ministro italiano anunció en el G8 de Camp David la celebración de una cumbre preparatoria del próximo Consejo Europeo junto al presidente francés y la canciller alemana, la idea sentó muy mal al entorno de Mariano Rajoy porque los transalpinos volvían a hacerse la foto con los que mandan y dejaban a España como el país apestado. Dos días más tarde, Monti invitó al presidente español.
En parte gracias a la torpeza y las dilaciones del Gobierno español, Monti ha maniobrado con presteza para retratar a España como el vínculo más débil y alejar el foco de los transalpinos. Por ejemplo, Monti afirmó una vez que la economía española causaba gran preocupación en Europa.
Por otro lado, Monti también sospechaba que Rajoy podía jugar la baza de apoyar a la canciller y convertirse en su aliado. No obstante, esta posibilidad cada vez se vislumbra más lejana, dados los ataques de los mercados a España ante la impasibilidad germana. Y por si hubiera alguna duda, sólo había que escuchar el pasado viernes el órdago de Cristóbal Montoro –algunos analistas ya hablan de chantaje– tras el Consejo de Ministros: “Comprenderán que los más interesados en que a España le vayan bien las cosas son los tenedores de su deuda, pues lógicamente la quieren cobrar íntegra”. ¿Y quién alberga en sus cajones mucha deuda española? Precisamente, los teutones.
Una vez comprobadas las enormes resistencias de los alemanes a que se emplee el BCE para calmar las tensiones soberanas, las últimas declaraciones de Rajoy en las que se mostraba dispuesto a ceder parte de la soberanía fiscal abonan el terreno para una nueva estrategia, ahora más centrada en la creación de un fondo que recapitalice directamente los bancos sin imponer condiciones a los Estados.
Varios gobiernos europeos y la Comisión se han coordinado para plantear nuevas iniciativas a la canciller alemana. En ocasiones anteriores, Barroso y Van Rompuy han tratado con ahínco de convencer a Merkel de la necesidad urgente de medidas. Pero éstos siempre se han topado con un ‘Nein’ alto y claro por respuesta. Y la imagen de ambos ha acabado seriamente perjudicada. Esta vez, todos se han orquestado para ir deslizando declaraciones ‘in crescendo’ al tiempo que se intercambiaban propuestas sobre la creación de un fondo de garantía de depósitos paneuropeo, una autoridad bancaria única y un fondo que recapitalice entidades. Primero Monti habló del fondo de garantía. Luego, Barroso pidió la creación de un sistema de resolución de crisis bancarias. E incluso Draghi ha respaldado estas iniciativas. Desaparecido Sarkozy, esperan que Hollande haga frente a Merkel con ellos de animadoras.
Según el semanario Der Spiegel, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, sugirió a Luis de Guindos que España pidiese una inyección del mecanismo de rescate europeo en sus bancos. Sin embargo, tal petición conllevaría condiciones leoninas. Por eso, el Gobierno español quiere aguantar hasta las elecciones helenas. Considera que la perspectiva de una salida griega puede forzar a Merkel a aceptar hitos antes impensables. De no suceder así, el Gobierno español tendrá que presentar un plan de recapitalización de su banca y llegará muy justo de tiempo al Consejo Europeo. Allí tendrá muchos apoyos y un solo as en la manga: el farol del chantaje.