La posibilidad de cobrar en una sola vez todo el importe que a un desempleado le correspondería del SEPE por los años que ha cotizado mientras estuvo trabajando quedó regulada en el artículo 228.3 del texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social y en la disposición transitoria cuarta de la ley 45 en el año 2002, de medidas urgentes para la reforma del sistema de protección por desempleo y mejora de la ocupabilidad.
El objetivo de esa enésima reforma de la Seguridad Social no era otro que estimular el autoempleo, toda vez que entre los requisitos exigidos para poder percibir el dinero figura, entre otros, la obligatoriedad de destinarlo a montar una empresa, a través de la incorporación como socio trabajador en una cooperativa o sociedad laboral ya existente o de nueva creación, o a establecerse como trabajador autónomo.
Veinte años después, la medida parece languidecer. Durante el pasado año, solo 50.513 personas hicieron uso de ella, apenas un 5,47% de las 922.856 que tenían derecho a hacerlo por ser perceptores de una prestación contributiva. En 2007, la misma opción fue puesta en práctica por uno de cada cinco trabajadores que perdieron su puesto de trabajo (el 19,8%), pero las expectativas para reemprender la actividad laboral de forma autónoma entonces nada tienen que ver con las actuales.
En los cuatro primeros meses del año han optado por cobrar el paro bajo esta modalidad 28.396, una cifra muy similar a la del mismo periodo de 2021. Pero no es posible hacer ninguna extrapolación sobre qué cifras podrían darse a finales de año. Los datos mensuales incluyen a personas que han elegido capitalizar su prestación total o parcialmente con el fin de subvencionar la cotización la cotización del trabajador a la Seguridad Social y que, por tanto, aparecen como beneficiarios en más de un periodo mensual. De ahí que, solo en el mes de abril, la cifra de perceptores fuera de 17.617, cuando en todo 2021 hubo poco más de 50.000 personas.
Durante el pasado año, solo 50.513 personas hicieron uso de esta posibilidad, apenas un 5,47% de las 922.856 que tenían derecho a hacerlo por ser perceptores de una prestación contributiva
Los mejores momentos de esta medida, adoptada por el Gobierno de José María Aznar siendo ministro de Trabajo Eduardo Zaplana, se corresponden casi siempre con cifras de paro muy elevadas o con periodos de crecimiento sostenido del Producto Interior Bruto (PIB), donde las expectativas de reemprender la actividad laboral de forma individual cobran más sentido.
El número total de beneficiarios acogidos al sistema de capitalización de las prestaciones por desempleo viene reduciéndose en términos absolutos desde el año 2014, cuando alcanzó la cifra de 154.472 que, sin embargo, no es la más elevada en relación con el número total de trabajadores que tenían derecho a recibir una prestación contributiva. En 2021, la cifra se ha reducido a menos de la tercera parte y amenaza con seguir disminuyendo en los próximos meses.
En términos relativos, en 2015, uno de cada seis desempleados se acogió a esta fórmula, el 17% del total que tenía derecho a hacerlo. El desempleo, medido en términos de la Encuesta de Población Activa, alcanzaba ese año al 23,8% de la población activa; hoy está en el 13,6%.
Entonces, la economía española creció a una tasa interanual del 3,8%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En el primer trimestre de este año, el PIB ha crecido un 0,3% en relación con el dato del anterior trimestre, lo que supone una reducción de 1,9 puntos porcentuales en relación con el cierre de 2021.
Crisis del la Covid
La razón de no hacer la comparación de la variación del PIB en términos interanuales es que se ve muy distorsionada por la crisis sanitaria de la Covid 19, que ha venido modificando la actividad económica en función de las medidas restrictivas que el Gobierno imponía y que se han reflejado en el cierre de buena parte del sector servicios, durante los últimos dos ejercicios..
El otro periodo más floreciente de la “paga única” del desempleo se remonta a los años 2006 y 2007. Puede que una parte de la aceptación que tuvo se debiera a lo novedoso de la medida. Con apenas cinco años desde su entrada en vigor, en 2007, un 19,8% de los desempleados con derecho a una prestación contributiva se decantaron por el sistema de capitalización. En 2006, fueron el 17,5%.
En aquellos años el paro se movía entre el 8,4% y el 9% de la población activa, porcentaje que en España se identifica con el pleno empleo. Además, la economía vivía una situación envidiable, con crecimientos anuales del PIB de entre el 3,6% y el 4,1%.
De parados a autónomos
Entre el 86% y el 95% de los trabajadores que eligen la paga única del desempleo se convierten en trabajadores autónomos. Así lo demuestran los datos de los últimos veinte años del Ministerio de Trabajo. La segunda opción, entre los años 2005 y 2013, fue la de “socio de una sociedad laboral”, con entre el 6 y el 9%. Desde 2016 es la de “socio de una sociedad mercantil”, que el pasado año fue la solución del 7,13% de quienes perdieron su puesto de trabajo.
La razón por la que cada vez menos gente hace uso de esta modalidad hay que buscarla en la percepción cada vez más negativa de la marcha de la economía española que se ha instalado entre los ciudadanos.
Con los precios de los alimentos, combustibles y carburantes en máximos históricos y las dudas de los principales organismos e instituciones, tanto nacionales como extranjeros, sobre el futuro inmediato de la economía, ha bastado que el Gobierno haya fijado su punto de mira en actualizar las cotizaciones de los trabajadores autónomos con el fin, en su opinión, adecuarlas a los ingresos reales, para que nadie quiera esté dispuesto a asumir el más mínimo riesgo.