El precio de la gasolina y del gasóleo ha encadenado su cuarta subida consecutiva en lo que va de 2019, rompiendo definitivamente con una racha de casi tres meses de descensos, y se ha encarecido hasta un 0,6%.
En concreto, el precio medio del litro de gasolina ha subido esta semana un 0,32%, situándose en los 1,226 euros, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea.
Por su parte, el litro de gasóleo ha subido esta semana un 0,59% y se ha situado en los 1,184 euros.
De esta manera, ambos carburantes confirman el fin de la tendencia bajista en sus precios que había llevado a un abaratamiento del 13%, en el caso de la gasolina, y de más del 12% para el gasóleo, desde los máximos que alcanzaron en octubre.
Con los actuales precios, el llenado de un depósito medio de gasolina de 55 litros cuesta unos 67,4 euros, 20 céntimos más que hace una semana, mientras que en el caso del gasóleo asciende a 65,12 euros, casi 40 céntimos más que hace siete días.
La gasolina es más barata en España que en la media de la UE y la zona euro, donde el precio medio de venta al público del litro de combustible Euro-Súper 95 se sitúa en 1,339 euros y 1,374 euros
La caída en los precios de los carburantes en los últimos meses venía de la mano de un descenso en el precio de la cotización del petróleo, que en estas últimas semanas ha vuelto a repuntar.
Este jueves, el barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cotizaba en el entorno de los 62,5 dólares, medio dólar más caro que hace una semana, mientras que el Texas americano se intercambiaba a unos 53,9 dólares, similar a hace siete días.
Más barata en España que en la media de la UE
La gasolina es más barata en España que en la media de la UE y la zona euro, donde el precio medio de venta al público del litro de combustible Euro-Súper 95 se sitúa en 1,339 euros y 1,374 euros, respectivamente, mientras que el litro de gasóleo cuesta de media 1,312 euros en la UE y 1,308 euros en la eurozona.
El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal, en general, que la media comunitaria.