Primark, con sus tiendas abiertas desde la fase 2, ha decidido reforzar su seguridad privada para garantizar el cumplimiento de las normas en sus establecimientos. En concreto, según ha podido saber este periódico, la compañía ha contratado servicios de seguridad externa en aquellas tiendas donde aún no lo tenía, con el objetivo de garantizar que aspectos como el aforo se controlan en un momento en el que sus ventas están creciendo con fuerza.
La cadena de moda low cost fue la única que decidió no levantar su persiana, abriendo al público hasta 400 metros de su superficie, hasta que las provincias en la que está instalada llegaran a la fase 2. A partir esta, como recoge el BOE, se contempla la apertura del espacio interior de locales de comercio minorista, con un aforo limitado al 40% (en cada planta, si hay varias) y horario preferente para mayores, y la apertura de centros o parques comerciales, donde también Primark tiene varios de sus establecimientos.
Por eso, la compañía irlandesa, que ya ha abierto la mayoría de sus tiendas en toda España, ha incluido entre sus planes de 'desescalada' el refuerzo del personal de seguridad en la entrada de todos sus locales, aunque, reconocen fuentes cercanas a la compañía, el "conteo" de las personas que entran lo hacen los propios trabajadores. "El personal de seguridad está para aplacar ánimos si hay algún problema", añaden.
El caso de Primark contrasta con el de otras grandes cadenas como Inditex, que en líneas generales no ha aumentado su seguridad externa y solo ha mantenido a estos vigilantes en los establecimientos donde ya estaban, generalmente los más grandes y que mayor afluencia de clientes tienen.
Toda la plantilla incorporada
La decisión de la low cost coincide con su fuerte incremento de ventas tras la pandemia, por el que tuvo que reincorporar a su plantilla al 100% y no abrir con un ERTE de reducción de jornada, como tenía previsto.
Su situación, con cerca de 50 tiendas en el país, llama la atención en comparación con el resto de sus competidores, puesto que la irlandesa no dispone de canal de venta online, por lo que su facturación durante los dos meses de estado de alarma fue nula. De hecho, la empresa no empezó a anotar ventas hasta finales de mayo, cuando a mitad de la semana del 25 se abrieron los primeros locales en las zonas en fase 2.
Debido al cierre decretado por la crisis del coronavirus, la irlandesa aprobó un ERTE por fuerza mayor para sus 6.000 empleados en España con efectos desde mediados de marzo. A nivel global, a mediados de marzo la irlandesa anunció el cierre de sus 376 tiendas, una pérdida de ingresos que supondrá, según sus cálculos, aproximadamente 710 millones de euros al mes.