El S&P 500 registra una caída del 8% desde septiembre y apunta a que podría rozar el máximo de descenso experimentado el pasado mes de julio. El objetivo es que estas caídas no puedan alargarse a la segunda mitad de 2024, pero lo cierto y verdad es que esas subidas del 20% parecen ya muy lejanas en el tiempo y que las tensiones por el petróleo y la ralentización de la economía mundial no invitan al optimismo.
La Reserva Federal mantuvo la mayor alza de tipos de cuenta en 40 años, elevando el precio del dinero del 0% a un rango de entre el 5,25% y el 5%. Esto va de la mano de la recuperación de las grandes tecnológicas, que representan el 26% de la capitalización del S&P 500, lo que ha garantizado una revalorización próxima al 83% en lo que va de año.
La tendencia del S&P 500
El BofA prevé que el índice S&P 500 se revalorizará a finales de año hasta el 10%, con respecto a los niveles actuales. De este modo, el objetivo no es otro que para finales de año se revalorice hasta alcanzar los 4.600 puntos. Pese a todo, la entidad financiera espera que las ganancias aumenten un 6% en 2024, es decir, hasta los 235 dólares por acción.
Las empresas vienen experimentando importantes recortes en costes y adaptándose al debilitamiento de la demanda. De este modo, durante el tercer trimestre los beneficios volvieron a aumentar por encima del 3% interanual.
Pero para que estas previsiones se cumplan, hay siete acciones en el S&P 500 que suponen el 70% del movimiento del índice en lo que va del año, es decir, que representan el 29% de la capitalización del mercado total del S&P. Del bienestar de estas empresas en 2024 dependerá el estado del índice bursátil.
De conseguir el S&P 500 los 5.000 puntos, es decir, un potencial de revalorización próximo al 9,5% desde los niveles en los que cotiza en la actualidad, se conseguirán unos resultados positivos. Más del 75% de la deuda conjunta de las firmas que conforman el indicador bursátil es a tipo fijo, por lo que es menos sensible a las variaciones del precio del dinero. Esto se suma a que la deuda vence en tramos manejables.
El objetivo es que el crecimiento bursátil se apoye en un incremento de los beneficios empresariales y se consiga un alza interanual del beneficio por acción (BPA) del 6% a lo largo del próximo año.
En este contexto, las empresas deberán lidiar con un entorno de consumo privado y de desaceleración. El ciclo alcista de los tipos de interés todavía no ha afectado a los hogares, aunque hay que tener en cuenta que el 85% de los préstamos hipotecarios pendientes en EEUU son a tipo fijo.
Un aterrizaje suave para la economía
Los analistas de BofA apuntan a que el PIB del país experimentará un aumento del 1,5% durante el último trimestre para luego desacelerarse y presentar tres alzas consecutivas: del 0,5% entre enero y septiembre de 2024, para cerrar el año con un 1%.
En 2025 esperan una subida del 1,5% durante los dos primeros trimestres, y del 2% en los siguientes, reforzándose la resistencia del consumo respaldada por las ganancias en el mercado laboral y los balances sólidos. Si se cumple con las previsiones, la tasa de fondos federales llegaría a finales de año a la horquilla entre el 4,50% y el 4,75%, descendiendo hasta el 3,50% y el 3,75% en 2025.
También auguran una caída de la inflación PCE al 3,5% antes de finales de año, bajando un 3% en el primer trimestre de 2024 y un 2,8% en el segundo. En 2025 se alcanzaría la meta del 2%. Por su parte, la inflación PCE subyacente también se espera que sea baja y cierre el 2025 en el 2,2%.
¿Cómo será 2024?
La entidad suiza UBS estima que el ascenso del S&P 500 hacia los 4.500 puntos no se alcanzará hasta pasado el ecuador de 2024. Todo ello será consecuencia del rápido movimiento al alza de las tasas de interés y de las expectativas de que los tipos de interés se mantuviesen altos por más tiempo.
Otros expertos como Jorge Pradilla y Carlos Pellicer consideran que Wall Street podrá cosechar un importante avance del 25% que impulse al S&P 500 por encima de la horquilla de los 5.351 puntos. Los beneficios también podrían verse incrementados en un 13,7%.
Otros analistas, como Jim Cramer, consideran que tras un final de 2023 plenamente debilitado en torno a los 4.100 puntos, los datos económicos obligarán a la Fed a modificar su política monetaria y a dar un impulso a la renta variable. Por su parte, Michael Wilson, analista de Morgan Stanley, cree que las probabilidades de un repunte se están desvaneciendo.
Ben Laidler, analista de eToro, considera que el problema actual de los bonos al 5% y los precios del crudo a 90 dólares se podrían aliviar de forma natural. Si los inversores llegan al último tramo del año con unos elevados niveles de efectivo, 2024 podría ser un buen año al mejorarse las perspectivas, obtener unas tasas de interés más bajas y conseguir un mayor crecimiento de las ganancias.