Los italianos han encontrado una sintonía casi perfecta con los españoles… salvo en la fecha para el rescate. Los españoles fijan por el momento el día D para después de las elecciones catalanas e, incluso, enero; mientras que los transalpinos calculan que pueden aguantar sin solicitar asistencia hasta después de los comicios de primavera.
Roma ha tomado claramente ventaja sobre Madrid. Con la excepción de algunos vencimientos abultados en diciembre, el Gobierno de Monti ha cubierto casi todas sus necesidades tras la emisión de 18.000 millones, la mayor de la historia de Europa.
Estos bonos se colocaron gracias a los considerables ahorros domésticos y ahora los italianos creen que pueden resistir hasta la primavera.
El Estado español también tiene solventada su financiación hasta finales de año. Sin embargo, en el caso de España el problema radica en las dificultades para obtener crédito en el sector privado, el cual está inmerso en un grave proceso de refinanciación y desapalancamiento. Las grandes empresas pueden sobrevivir; pero las pequeñas no.
Y eso es lo que finalmente puede precipitar el rescate. Rajoy quiere pelear junto a Italia y Francia porque los acuerdos del Consejo Europeo del 28 y 29 de junio se respeten, avancen en la integración y ello rebaje la prima hasta unos niveles sostenibles sin precisar el flotador euro peo.
No obstante, eso no es lo que prevé la mayoría de los analistas, quienes vaticinan un rescate incluso en peores condiciones si el Reino de España no pide la ayuda y termina perdiendo acceso al mercado.
A su vez, los italianos ven a España como un posible escudo que, si pide la ayuda, puede ganarles algo más de tiempo, justo lo que necesita su primer ministro Mario Monti.
Porque el problema en Italia es, sobre todo, político. ‘Il professore’ ha aunado un cierto consenso en torno a su persona para acometer reformas. Pero Monti carece de apoyos parlamentarios claros e incondicionales, por lo que tiene hasta la primavera para granjeárselos y presentarse con ese respaldo ante las urnas. Otra opción es que sustituyese al actual presidente, Giorgio Napolitano, y desde esa posición se convirtiese en el referente y aval de la continuidad de las reformas
En cualquier caso, ni Monti va a solicitar el salvamento europeo si acude como candidato a las elecciones; ni va a pedirlo para luego no gestionarlo. Así que deja a España sola frente a una Alemania que no quiere que reclamemos la ayuda.
Sin embargo, los transalpinos y galos son muy conscientes de que se la juegan en España. Los tres países subrayan la sintonía de sus pareceres y el enorme cambio de mentalidad que se ha logrado operar en Europa. A principios de año, en el Norte se pensaba que la crisis era un problema de los países de la periferia. En cambio, ahora se reconoce que la crisis es europea.
Rajoy compara esta situación con la creación del euro. Entonces se creó un marco y una hoja de ruta con unos objetivos claros, precisamente lo que contribuyó decisivamente a que países como España e Italia se esforzasen en pos de entrar en la primera fase de la moneda única.
En opinión de Moncloa, hace falta que se establezcan unos objetivos de integración y unos plazos. Hay que negociar una solución global y definitiva. No puede ser que todo se decida en Berlín. “No sólo hay que reformar a los países del sur, también hay que reformar Europa”, declaró Mariano Rajoy en presencia de Monti.