Iberdrola obtuvo un beneficio neto de 1.410,5 millones de euros en el primer semestre del año, un 7,1% menos que en el mismo periodo de 2017, por la distorsión de los extraordinarios en aquel ejercicio, provenientes del efecto de la venta de Gamesa y la revisión de los precios de la cartera de contratos de gas en España. Descontando estos elementos, el resultado ordinario de la eléctrica entre enero y junio se elevó a 1.367,7 millones de euros, un 27% más.
Las cuentas también se han visto condicionadas por el efecto negativo del tipo de cambio, que ha tenido un impacto negativo de 69 millones de euros en el resultado neto y de 260 millones en el resultado bruto de explotación (Ebitda). Aún así, esta partida se ha incrementado un 17,1%, hasta 4.435,9 millones de euros. Sin el efecto de la evolución de las divisas el incremento hubiera sido del 24%.
El periodo de enero a junio para la energética ha estado marcado por la buena marcha del negocio internacional, debido a los retornos crecientes de los 20.000 millones de euros invertidos en los últimos cinco años, así como por la mayor eficiencia y la normalización de las condiciones operativas en los mercados de referencia.
Los ingresos de la compañía presidida por Ignacio Galán en el periodo de enero a junio ascendieron a 17.586,6 millones de euros, un 17,5% más que en el mismo periodo del año anterior.
La compañía ha confirmado que mantiene sus previsiones para el presente año, expuestas en la revisión de su plan estratégico que presentó a finales del pasado mes de febrero, con un Ebitda que se irá por encima de 9.000 millones de euros y un beneficio neto de unos 3.000 millones de euros.
Las inversiones del grupo hasta junio alcanzaron los 2.478 millones de euros. Un 42% de este importe se destinó a Redes; un 36% a Renovables y un 22% a Generación y Clientes, en línea con la estrategia del grupo de centrarse en negocios regulados y con retornos predecibles.