QInvertir como un profesional. Eso es lo que buscan garantizar las plataformas de equity crowdfunding (o financiación participativa a través de acciones). La intención: que las startups consigan en este modelo una fuente alternativa de financiación y que los usuarios ganen confianza en el sistema y se sientan como un inversor en un fondo de capital riesgo o en una red de business angels.
Ya en 2015 se aprobó su regulación, en 2016 aumentaron los números de recaudación y las previsiones para 2017 no escatiman. Ahora, al cierre del primer semestre y con un pie en el segundo, el equity crowdfunding parece consolidarse como una alternativa para las startups.
El crowdfunding suele asociarse a la financiación por recompensa, aquella en la que se ofrece un producto o servicio como contraprestación a la aportación realizada. Pero la Ley de fomento de la financiación empresarial distingue tres tipos de modelos: el de recompensa o donación (que no está regulado), el crowdlending (o préstamo P2P préstamos de particulares a proyectos empresariales a través de una plataforma online) y el de equity crowdfunding. Estos dos últimos sí están sujetos a la ley y se han popularizado en el ecosistema startup gracias a plataformas especializadas.
En el caso del crowlending, el emprendedor recurre a pequeños inversores para que le presten dinero sin trasvase alguno de acciones; en el del equity crowfunding, la startup acude a inversores que sí reciben a cambio una participación accionarial en relación al dinero aportado. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ya registra 20 plataformas de financiación participativa y, según fuentes del organismo, 12 más están en proceso de tramitación.
Las cifras
Según el informe anual del crowdfunding en España 2016, publicado por Universo Crowdfunding, el año pasado se recaudaron 61,68 millones de euros a través del crowdlending, mientras que el equity crowdfunding levantó 16,07 millones. La suma de todos los tipos de financiación participativa se ubicó en unos 113 millones de euros.
Valentí Acconcia, consultor de crowdfunding y coautor del informe, explica a Vozpópuli que aunque es un buen dato (en 2015 se recaudaron 52 millones) "es una recaudación pequeña" al compararla con otros países del mundo.
Acconcia insiste en que hay que ser crítico con los datos y agrega que la mayor plataforma española de recompensa ha recaudado 33% de la suma recaudada por la mayor plataforma francesa. De ahí que el especialista asegure que "hay mucho trabajo por delante" y que resulta necesario divulgar esta modalidad de financiación.
El mito del fraude
Con el auge de estas nuevas plataformas surge también el fantasma del fraude. Como en todo tipo de negocios, en el universo crowdfunding también existe. Pero, según Acconcia, los casos son contados. "En 2015 de las 110.000 campañas financiadas en Kickstarter se contabilizaron 197 fraudes. Es decir un 0,17% del total. Es poco, muy poco", señala el consultor.
De igual modo, y como mecanismo para evitar casos de fraudes, plataformas tanto internacionales (Verkami o Kickstarter) como nacionales (Capital Cell o The Crowd Angel) someten los proyectos al análisis de expertos en el sector. Así, se busca profesionalizar el ecosistema y brindar al usuario la confianza que tendría un inversor en un fondo de capital riesgo o en una red de business angels.
"Nosotros hacemos un análisis similar al que realiza un fondo de inversión: revisamos finanzas, valoramos la viabilidad técnica. La mayoría de nuestros proyectos son universitarios y tienen patentes de las casas de estudio", explica Daniel Oliver, de Capital Cell, una plataforma de equity crowdfunding española especializada en biotecnología.
En 2015 de las 110.000 campañas financiadas en Kickstarter se contabilizaron 197 fraudes
En el caso de The Crowd Angel, quisieron "coger la base del crowdfunding con la metodología del capital riesgo". Por ello, "se analizan todos los proyectos antes de publicarlos en la plataforma", agrega su responsable, Ramón Saltor.
Además de los propios filtros que aplican los especialistas, Acconcia recuerda que "también hay otros sistemas como la denuncia que la propia comunidad de visitantes de una campaña puede hacer si detecta elementos fraudulentos o sospechosos de serlo".
Asimismo, la legislación obliga a este tipo de plataformas a disponer de responsabilidad civil profesional, un aval o cualquier otro tipo de garantía para hacer frente a cualquier negligencia; la cobertura mínima tiene que ser de 300.000 euros por reclamación de daños, así como 400.000 euros anuales para todas las reclamaciones.
Aún así, Ángel González Romero, responsable de Universo Crowdfunding y CEO de la startup Crowdants -que permite a los usuarios generar sus propias plataformas de crowdfunding-, no descarta que se den casos de fraude en el sector, aunque en insiste que hasta ahora no se han presentado casos importantes en el país.
El riesgo de invertir
"Entiendo que los casos de fraude se puedan dar; más en las startups que en el crowdfunding. No es un asunto de la plataforma, sino del (no) modelo de negocio de las startups, que tienen un alto nivel de riesgo sin importar cómo inviertas, ya sea a través del equity crowdfunding o a través de una red de business angels", aseguran desde Capital Cell.
Para González Romero, sin embargo, es "un asunto de cultura financiera" y aunque admite que las startups tienen un riesgo muy elevado, también "ofrecen más opciones de ganar más dinero si se tiene éxito".
"Puedes apostar 3500 euros a que tu equipo va a ganar un partido, pero no puedes invertir en una startup"
La ley, en un intento de proteger al usuario, ha clasificado a los inversores en acreditados y no acreditados, a la vez que obliga a las plataformas de financiación participativa a informar al usuario que está haciendo una inversión con riesgo elevado.
Estas dos figuras delimitan la participación de los agentes en el sector. Así, los acreditados son aquellos inversores institucionales (empresas o fondos con activos por un millón de euros, negocios por valor de dos millones o recursos propios superiores a 300.000 euros) y los no acreditados son las personas físicas con rentas anuales superiores a los 50.000 euros o un patrimonio de más de 100.000 euros. Estos últimos tienen un límite de inversión de 3.000 euros por empresa y 10.000 euros al año por plataforma.
La esperada licencia
Hasta el momento, hay 24 plataformas de financiación participativa autorizadas, 20 registradas y 12 más a la espera de licencia, según fuentes de la CNMV.
La primera en llegar a la lista fue la Bolsa Social; la última, Housers. Aunque no se puede hablar de un tiempo promedio porque varía según el tipo de plataforma, tanto Capital Cell como The Crowd Angel tardaron cerca de año y medio en recibir la licencia. Fuentes de la CNMV aseguran que en un principio hubo un poco de atasco, consecuencia de la novedad del proceso, pero indican que el procedimiento ya se ha regularizado.
Saltor, de The Crowd Angel, asegura que aunque ni el procedimiento ni la ley son perfectas, "necesitábamos reglas de juego". La entidad, que fue una de las últimas en recibir la certificación y tuvo que dejar de operar entre agosto y octubre, sostiene que no vio afectado su rendimiento al cierre del año.
En España hay 24 plataformas de financiación participativa autorizadas, 20 registradas y 12 más a la espera de licencia
Otros, sin embargo, dicen haber "fundido parte de lo levantado en 2016 en abogados y notarios para estar al día con la legislación", como es el caso de Capital Cell. Hasta ahora, el CEO de la plataforma asegura que le "cuesta detectar un efecto claro" de la legislación dado que la operatividad de las plataformas no ha cambiado mucho desde 2015, cuando fue aprobada la ley.
"Éramos tan transparentes antes como ahora", sostiene Oliver, quien espera que "al estar certificadas las plataformas se genere más confianza en los inversores e influya positivamente en el sector".
Los consultores del ecosistema se muestran optimistas para el cierre del año. Algunos, incluso, han superado en este primer semestre la cifra recaudada en 2016. Lo que hace un par de años parecía una moda, sigue creciendo.