"Las administraciones están ya fuera de onda. Estamos muy por detrás de lo que va sucediendo. Uber -la aplicación que permite contratar servicios de traslados en una ciudad- sería un ejemplo. ¿Qué dicen las administraciones ante este fenómeno? Voy a prohibirlo para que las cosas no dejen de ir al mismo ritmo. Hay que ponerse las pilas: cambiar la forma de gestionar y no quedarse atrás". Quien así hablaba, en febrero de este mismo año, era el nuevo ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, entonces alcalde de Santander, en un encuentro sobre tecnología celebrado en su ciudad. Apenas con unas horas en el cargo, el equipo de De la Serna ya ha contactado con las asociaciones de taxistas para avisar de que se viene negociación o, como temen algunos, "imposición" vía Real Decreto.
De la Serna sigue fielmente la línea de Luis de Guindos y de José María Marín Quemada, presidente de la CNMC. Marín Quemada era hasta ahora el rival número 1 del taxi, pero también de otras asociaciones de transporte como los autobuses e incluso de los hoteles, por su visión liberalizadora de todas estas actividades. Y Fomento hacía de contrapeso.
Ahora, los taxis y otras actividades pierden ese contrapeso. De la Serna no está especialmente sensibilizado hacia la postura de los taxistas por lo que parece. El nuevo ministro ha promovido en la capital cántabra el proyecto Commuting Manager, con 60.000 euros pagados por la Comisión Europea y que se desarrolla íntegramente en Santander. Su objetivo, fomentar el coche compartido. En septiembre, la Asociación Profesional de Taxistas de la ciudad rompió relaciones con él, "porque promueve la modernidad para quitar trabajo a los taxistas", tal y como aseguraron en declaraciones a 'El Diario Montañés'. Su atención a sus reivindicaciones, aseguran, ha sido nula.
¿Un decreto ya preparado?
Entre algunas asociaciones de transporte profesional se teme un decreto duro en un plazo corto. El tandem Economía-Competencia ya lo tenía listo para las anteriores generales, aseguran. Entre los taxistas corre como la espuma el perfil del nuevo ministro, que hasta suena en algunos mentideros como uno de los posibles delfines de Mariano Rajoy, pero aún necesitado de foguearse en la política "nacional" y un sector convulsionado por la entrada de nuevos actores y con fuertes presiones para cambiar su regulación puede ser un buen ámbito para lucirse sin apenas consecuencias negativas.
Transporte será solo uno de los cometidos de De la Serna, también con competencias de Infraestructura y Viviendas. Mucha tela que cortar, y es cuestión de establecer prioridades. Fomento antes era el Ministerio que "regalaba" inversiones por doquier. Ahora lo es mucho menos, pero el ámbito del transporte puede dar de sí.
Lo que sí es obvio es que el apuesto ministro es pro-Uber, un perfil hasta ahora inédito en el Gobierno.
Aunque todos tienen claro que el discurso puede cambiar, debido a otros intereses, antes y después de ser investido ministro, los antecedentes del político nacido en Bilbao parecen inclinar la balanza hacia uno de los lados. El nuevo ministro es defensor del concepto 'smart cities', que pretende buscar formas para mejorar la movilidad en las ciudades a través de la tecnología. En Portugal, el gobierno socialista está preparando también una regulación para abrir paso a Uber, lo que ha sacado a miles de taxistas a la calle.
Además de sus declaraciones, un repaso a su twitter también fortalece este perfil con el que llega De la Serna, que aparentemente puede sentirse cómodo en el mandato que le tienen encomendado:
Con emprendedores y entidades que han logrado financiación en la primera open call del proyecto europeo OrganiCity pic.twitter.com/3fyS8O8P9D
— Iñigo de la Serna (@idlserna) September 13, 2016
Y los carriles-bici. Claro, que Vd. Como hace footing, también usa los carriles-bici
— Tony Alonso (@TonyAlonso60) September 13, 2016