Los bancos españoles y, por extensión, los europeos, siguen empeñados en sacar la mayor rentabilidad a sus ahorros (el dinero que el Banco Central Europeo ha regalado en los últimos años, al que ha añadido el de las operaciones de financiación a largo plazo, TLTRO en la jerga del sector, con el fin de estimular la economía de la Eurozona) a cambio de mantener una remuneración lo más baja posible, sin escandalizar, a los depósitos a plazo.
Los bancos europeos mantenían en la facilidad de depósito del BCE, a mediados de noviembre, un total de 3,564 billones de euros, según los últimos datos del estado financiero consolidado del Eurosistema. Ese volumen de dinero “aparcado” no es para extrañarse. El último consejo de gobierno del BCE celebrado el 26 de octubre pasado decidió mantener sin variación los tres tipos de interés oficiales: 4,50%, para el de las operaciones principales de financiación; 4,75%, para la facilidad marginal de crédito, y 4%, para la facilidad de depósito.
Los bancos españoles mantenían en la facilidad de depósito del BCE un total de 226.918 millones de euros a cierre del mes de septiembre, de acuerdo con los últimos datos facilitados por el Banco de España. Suponen el 6,4% del total de Eurosistema. Esta cantidad está remunerada al 4% y no ha bajado nunca de 200.000 millones desde septiembre de 2022, dos meses después de que Christine Lagarde decidiera poner un rumbo nuevo a la política monetaria de la institución.
Esos mismos bancos españoles custodian actualmente 1,141 billones de euros en cuentas a la vista, remuneradas testimonialmente al 0,13% en el caso de los hogares, y al 0,54% en el caso de las sociedades no financieras, y otros 162.832 millones en depósitos a plazo, a un coste medio del 2,33% para los hogares y del 3,28% para las empresas. En resumen, el sector bancario español está recibiendo una rentabilidad del 4% del propio BCE, que les proporcionó los ahorros de que ahora disponen, y, sin embargo, paga como media un 2,7% a los ahorradores, ya sean particulares o empresas.
A pesar de las advertencias/recomendaciones del Gobierno español y del propio Banco Central Europeo acerca de la conveniencia de trasladar también el aumento de los tipos de interés a la remuneración del ahorro, no solo a los créditos, las entidades financieras españolas no están dispuestas a provocar una nueva “guerra del pasivo”, a no ser que un banco concreto rompa las reglas de juego.
La mayoría de los bancos han transmitido al Gobierno que hay muchos productos más rentables que los depósitos a plazo
En la última reunión que los máximos mandatarios del sector mantuvieron con la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, en el mes de septiembre, la banca se mantuvo firme en su actual política: si la economía quiere disponer de crédito competitivo, la contraparte tiene que ser una remuneración inferior para el ahorro, para no poner en riesgo la estabilidad financiera del sistema.
La mayoría de los consejeros delegados o presidentes que estuvieron presentes en la reunión insistieron, además, en que había muchos productos más rentables en la banca que los depósitos a plazo. El problema es que la mayoría de esos posibles productos no están, desgraciadamente, a la altura de la educación financiera media de la población española.
Una de las cosas que más sorprende de la actual situación es que la banca remunere a un tipo de interés un 41% más alto los depósitos de las empresas que de los hogares: un 3,28% de media, frente al 2,33% del mes de septiembre para los particulares. Quizás sea porque las empresas tienen un saldo vivo inferior al de los hogares: 59.035 millones de euros, frente a los 103.797 millones, a cierre del mes de septiembre. Las familias tienen un volumen de ahorro a plazo fijo un 75,9% superior al de las empresas, según las últimas estadísticas del Banco de España. Sin embargo, el montante de las nuevas operaciones realizadas en lo que va transcurrido de año es muy superior en el caso de las sociedades que en los particulares.
Depósitos de las empresas
En los nueve primeros meses de 2023, las empresas han realizado inyecciones de dinero en depósitos a plazo por un importe de 221.716 millones de euros, por 88.222 millones de las familias. La diferencia es de 133.494 millones, o lo que es lo mismo, un 151,% a favor de las empresas. En el mismo periodo de 2022, cuando el BCE había efectuado apenas dos subidas del precio oficial del dinero (del 0% al 0,5%, en julio, y hasta el 1,25%, en septiembre), las familias habían colocado en depósitos nuevos apenas 31.393 millones y las empresas, 89.716 millones.
Solo en el mes de septiembre pasado, las empresas han dirigido a depósitos a plazo 25.395 millones de euros, frente a los 17.962 millones del mismo mes del año pasado. Los hogares se han volcado: de 3.296 millones depositados a plazo en septiembre de 2022 se ha pasado a 13.316 millones, cuatro veces más en el mismo mes de este año.