El pasado 28 de junio de este año se aprobaba la nueva Ley General de Telecomunicaciones, un texto que sustituye la norma de 2014, y que trata de adaptarse a las nuevas particularides del sector, como lo son los cables submarinos.
En la ley de 2014 la palabra 'cable submarino' no aparecía ni una sola vez, por las cuatro en que ha sido escrita en la actual regulación. Desde ahora, el Gobierno exige una determinada información a cada operador de cable, con el fin de elaborar una suerte de censo que determinará quién está detrás de cada metro de fibra y cuál es su punto exacto de anclaje en España. Las empresas que operan este tipo de infraestructuras tenían dos meses desde la aprobación de la ley para facilitar la información requerida. Por tanto, antes de septiembre, el Ejecutivo tendría que haber recibido los datos.
La entrada en vigor del nuevo texto legal y el fin del plazo coincide -con solo unas semanas de diferencia- con el hecho de que Rusia ha sido acusada por la Unión Europea de sabotear el conducto gasístico Nord Stream. En concreto, lo ha hecho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Aunque la energía es uno de los puntos calientes en el conflicto que enfrenta a Rusia con el eje UE-EEUU-Ucrania, las telecomunicaciones son también críticas en una situación de guerra como la actual. De hecho, durante el transcurso de la misma se ha hablado, con mayor o menor intensidad, de amenazas de apagones de Internet, que servirían para dejar a 'oscuras' zonas concretas, con la afectación que esto puede tener tanto para las operaciones militares como para las comunicaciones entre la población civil. Esos apagones van más allá de las antenas de telecomunicaciones. Los cables submarinos son los que permiten a los continentes comunicarse entre sí. Son capitales en el ciclo de la comunicación digital. La amenaza es real.
La recién estrenada ley exige que los nuevos operadores aporten "una exposición sucinta del trazado del cables submarinos y de sus principales características técnicas y, en particular, del lugar en el que se produce el enganche, acceso o interconexión a redes de comunicaciones electrónicas ubicadas en territorio español".
Esa exactitud en el conocimiento del trazado permite tener un mapa exacto del tejido 'arterial' de las telecomunicaciones submarinas españolas, y solucionar o reparar cualquier cable en el caso de ruptura, casual o provocada, de una forma más precisa y rápida, o proteger las infraestructuras en los puntos críticos. Además, el texto subraya la necesidad de que el Ministerio de Asuntos Económicos disponga del "nombre, apellidos, número de documento nacional de identidad o pasaporte de su representante y de la persona responsable a los efectos de notificaciones, incluyendo, respecto a esta última, la dirección de correo electrónico y número de teléfono móvil para poder recibir los avisos de puesta a disposición de las notificaciones que le sean enviadas".
Telefónica, operador crítico de cables submarinos
Telefónica cuenta con varios miles de kilómetros de fibra que conectan España con el mundo a través del mar, y ha colaborado en el desarrollo de este tipo de infraestructuras con otras empresas. Es el caso del OPTICAN-1, un cable experimental que data de 1985. Lo tendió Junto a AT&T y unió Las Palmas de Gran Canaria con Tenerife.
Uno de los proyectos más recientes en los que ha colaborado el operador español es Marea (impulsado por Microsoft y Facebook), una línea de fibra de 6.600 kilómetros de longitud que une Virginia (EEUU) con Sopelana (País Vasco, España) desde desde 2017. También es digno de mención Grace Hopper, que enlaza de nuevo Sopelana pero en este caso con Shirley (Nueva York) y Bude (Reino Unido).
¿Cómo se sabotean los cables submarinos?
Este tipo de comunicaciones no son unidireccionales. Es decir, no van de un punto a otro siempre de la forma más corta posible, sino que pueden viajar por diferentes lugares del planeta -se trata de una red de más de 500 cables interconectados entre sí- hasta llegar donde se requiere.
Por ejemplificar cómo se mueve la información a través la red mundial de cables submarinos, cuando pulsamos el ratón del ordenador para abrir la bandeja de correo la petición viaja a los servidores en los que se encuentra, la recoge y la lleva hasta el monitor de nuestro escritorio. Para llegar a esos equipos utiliza las diferentes rutas a su disposición, que son un completo enjambre (ver el mapa inferior), eligiendo entre la más directa, la menos congestionada, etcétera. Todo en función de las condiciones de la red.
El saboteo de estos cables se puede realizar de distintas maneras: con buzos, con cargas de fondo o también desde tierra firme, accediendo a los puntos en los que la fibra pasa del agua al continente, y dañándola.