La revisión que ha hecho esta semana el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha cambiado el discurso sobre la recuperación del PIB prepandemia. Los nuevos datos reflejan que España lo logró antes de lo previsto, en el verano del año pasado, y en el segundo trimestre de este año la economía española estaba ya un 2% por encima de los niveles que tenía en el cuarto trimestre de 2019. Sin embargo, ese crecimiento extra se explica por el impulso de las administraciones públicas.
El consumo público es el componente del PIB que más ha crecido respecto al nivel prepandemia, un 9,1%. De hecho, el consumo privado (de hogares e instituciones privadas sin fines de lucro) aún está un 1,1% por debajo del nivel que tenía en 2019. Tampoco se ha recuperado la inversión (formación bruta de capital fijo), aún a 1,8 puntos de conseguirlo. Junto al consumo público, por encima de los niveles prepandemia están las exportaciones (8%) y las importaciones de bienes y servicios (6%).
Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE) indica que el consumo público ha aportado 1,7 puntos de los 2 puntos que ha crecido el PIB real entre el cuarto trimestre de 2019 y el segundo trimestre de 2023. Es decir, que en torno al 86% del crecimiento real del PIB se explica por el aumento del consumo público. De hecho “la demanda interna [que está un 0,9% por encima del nivel prepandemia] estaría por debajo del nivel prepandemia de no ser por el consumo público”, añade.
Dicho de otra manera, sin el intenso crecimiento que ha registrado el consumo público durante la pandemia y pospandemia, a día de hoy el PIB ya habría recuperado el nivel previo a la crisis, pero estaría sólo alrededor de tres décimas por encima de los niveles que tenía en el cuarto trimestre de 2019, periodo de referencia en los análisis macroeconómicos de los últimos tiempos.
En la contabilidad nacional el consumo de las administraciones públicas incluye, fundamentalmente, el gasto derivado del funcionamiento propio de la administración (con especial influencia de las remuneraciones de los empleados públicos, que han crecido en los últimos años) y la adquisición de bienes y servicios públicos. No incluye subvenciones y transferencias, ni el gasto en pensiones y prestaciones por desempleo.
El fuerte incremento que ha experimentado el consumo público durante la pandemia tiene una implicación en el déficit público, vía mediante la que se financia ese crecimiento del gasto, y resulta más vulnerable ante la normalización prevista de las reglas fiscales a futuro. A su vez, el crecimiento acumulado del PIB nominal desde 2019 también mejora las ratios de deuda y déficit de cara a esa reactivación del Pacto de Estabilidad.
El PIB en 2023
Con los nuevos datos, la economía española se mantiene en el vagón de cola de la UE en crecimiento económico, pero ya está más alineada con la media de la UE (un 3,1% por encima del nivel precrisis en el segundo trimestre de 2023) y con las grandes economías. De hecho, por detrás de España (2%) estarían Francia (1,7%), Alemania (0,2%) y República Checa (-1,0%), aunque las revisiones que se están produciendo en estas semanas en los distintos institutos de estadística nacionales podrían hacer variar este ranking.
En la actualidad, las proyecciones apuntan a una desaceleración de la economía española, como el resto de Europa, que podría llegar a contraerse en el peor de los casos. Sin embargo, con la revisión al alza de la serie en 2022 y lo que va de 2023 que ha llevado a cabo el INE, los analistas apuntan ya aun crecimiento anual más próximo al 2,4% este año, por encima de las expectativas del Gobierno (2,1%) y de lo que anticipó el Banco de España esta semana (2,3%).
Sin embargo, los analistas también advierten en conversaciones con este periódico del preocupante deterioro en la composición del crecimiento que se aprecia ya en el segundo trimestre: la inversión en bienes de equipo registra una tasa negativa. Por su parte, la demanda externa presenta una aportación negativa por la caída de las exportaciones, mayor que la de las importaciones. El excedente bruto de explotación de las empresas ha retrocedido y está por debajo del nivel de 2022.