• Felipe González y Alfonso Guerra, en el acto del Ateneo. -

Felipe González y Alfonso Guerra han sido finalmente declarados personas non gratas por su partido, aquél al que rescataron de la nada, le labraron un triunfo electoral clamoroso en 1982 y consiguieron que gobernara durante más de quince años. Ahora, los Sánchez-boys y las Sánchez-girls del partido socialista los desprecian, inducen a que sus compinches del universo mediático sanchista les denominen despectivamente “jarrones chinos” y permiten que su nuevo aliado, el prófugo, les impute la utilización de cal viva.

Ya conocíamos que los actuales dirigentes del PSOE, con su gran mandarín a la cabeza, habían dado sobradas muestras de su pobreza intelectual y de su podredumbre moral. Pero matar al padre simplemente porque éste afee tu conducta supone un síntoma inequívoco de maldad intrínseca rayana en la perversión y evidencia la ausencia de cualquiera de las características que diferencian al hombre de la alimaña.

Resulta paradójico que, reivindicando permanentemente los 140 años de historia de su partido, los actuales dirigentes del PSOE estén dispuestos a dilapidar los 25 más triunfantes, aquellos que van desde Surennes hasta 1996. Y todo porque a Felipe no le parece justificable la amnistía, como tampoco se lo parece a gran parte de los que compartieron con él aquellos años de gloria para el PSOE, ni a otros más jóvenes y más en activo como Page y Lambán, ni a algunos ex ministros de Zapatero y del propio Sánchez como Campo, actual magistrado del Constitucional. Todos ellos, veteranos, jóvenes, y compañeros de Gobierno de Sánchez opinaban como éste hace diez minutos sobre lo inconstitucional y sobre todo lo injusto, aberrante y peligroso que era la amnistía. Su pecado consiste en que ellos no saben cambiar de opinión con la celeridad con la que es capaz de hacerlo nuestro mandarín. He ahí su culpa.

Es posible, sí, que González, Guerra y todos los que piensan como ellos sean agentes ocultos de esos poderosos a los que se refiere Sánchez y que, según él, se oponen sistemáticamente al progreso

¿Y si tuviera razón Sánchez?. Es posible que, debido a su edad, González y Guerra no sean capaces de darse cuenta de lo banal que resulta convocar un ilegal referéndum de independencia en una Comunidad Autónoma. Es posible que, por sus años, no comprendan lo irrelevante que resulta que, utilizando la tribuna de un parlamento autonómico, un presidente de Comunidad declare la independencia de su territorio. Es posible que, por lo mucho que han vivido, no perciban la intrascendencia de haber utilizado millones y millones de recursos colectivos para fines ilícitos quebrantando todos los procedimientos legales para la ejecución del gasto público. Es posible, sí, que González, Guerra y todos los que piensan como ellos sean agentes ocultos de esos poderosos a los que se refiere Sánchez y que, según él, se oponen sistemáticamente al progreso. Y por eso cuestionan la proyectada amnistía, esa medida “progresista” que el gran mandarían se apresta a pactar con el prófugo.

Si todo eso fuera así, resultaría que Sánchez tendría razón. No lo es. Su acuerdo con Puigdemont supone el final del imperio de la Ley, el término del Estado de Derecho y, en consecuencia, la muerte de nuestra democracia. Delinque, delincuente, que si necesito tus votos para ser presidente yo te amnistiaré. Éste y no otro es el mensaje enviado urbi et orbi por el gran mandarín. Y no te preocupes por si alguien se atreve a cuestionar jurídicamente que te amnistíe pues ya se encargará el poco cándido Conde Pumpido de desactivar el cuestionamiento. Tampoco debes preocuparte por cualquier protesta política o social, pues serán desoídas y los que protesten serán machacados por “mis medios” de comunicación.

¿El legado histórico del PSOE?

Así las cosas, solo nos queda celebrar que Puigdemont no pida más de lo que pide: Amnistía, dinero y vía libre para avanzar en el procés. Pocas dudas pueden caber sobre el éxito de cualquier petición que realizara, fuera ésta cual fuese. De modo que aún debemos dar gracias de la autolimitación del prófugo.

Orillando por un momento el drama político que se está gestando, la capacidad de envenenar la historia reciente de su propio partido y de los dirigentes que le hicieron triunfar revela la auténtica calaña humana que atesora Sánchez. Todo, cualquier cosa, incluso romper los jarrones chinos que constituyen legado histórico de su partido, por la Moncloa. No hay nada más en su vida. ¡Qué miseria de personaje!

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