Luis Garicano Gabilondo (Valladolid, 1967) vive con honda preocupación esta pandemia del coronavirus que va a provocar, en su opinión, una crisis económica global mucho peor que la financiera de 2008. En su condición de jefe de la delegación de Ciudadanos en el Parlamento Europeo y experto economista, está liderando junto al belga Guy Verhofstadt la respuesta de los liberales europeos a esta paralización de la economía como no se había visto en muchas generaciones.
P. ¿Cómo evalúa la situación de la crisis sanitaria?
R. Hay muy poca visibilidad por una razón muy sencilla. Primero, porque no sabemos cuál es la prevalencia de la infección, no sabemos si hay un millón, diez o veinte millones de infectados y, segundo, porque no sabemos tampoco si confiere inmunidad. No sabemos absolutamente nada sobre estas dos variables. En el escenario mejor -en que sí se confiere inmunidad y hay una proporción muy amplia que ya ha estado en contacto con el virus- entonces si abres, el virus ya no tiene por donde avanzar. En ese caso puedes reabrir relativamente rápido y tienes una recuperación en forma de V.
En el escenario extremo opuesto, en el que no tienes ninguna protección, entonces es muy difícil abrir restaurante, la industria turística, volver a los viajes y a la normalidad antigua.
P. ¿La crisis económica entonces será peor que la anterior?
R. Sin duda, hay mayor caída del PIB, hay una incertidumbre muy grave y un nivel global de la crisis que no existía entonces. En 2008 arrastró a muchos países pero algunos salieron relativamente deprisa, como Estados Unidos, y en 2011 y 2012 solo nos afectó a la Unión Europea. Ahora tenemos un parón global que va a ser gravísimo en el Tercer Mundo y, si la incertidumbre continua en el largo plazo, a algunos sectores clave como el turístico en España les va a hacer mucho daño (teníamos 84 millones de turistas al año y este año tendremos suerte con tener un 10% de eso, y es una industria clave para España en empleo y PIB).
P. Pero en esta ocasión, ¿hay esperanza de que la crisis no derive en una crisis financiera?
R. La pregunta del millón es que no sabemos cuánto va a durar, estas dos variables van a determinar si es una crisis de un mes, de doce o de 18 meses. Si la crisis durará más de otoño, no hay empresa privada que tenga liquidez en un cajón para meses, no hay restaurante, ni hotel… no hay institución financiera que pueda hacer frente a impagos de esos niveles. Mientras tanto, el sector público provee liquidez y liquidez, pero la liquidez llega hasta cierto punto. En algún momento habrá que devolver todo. Las instituciones financieras tendrán solvencia mientras esto sea algo corto, si hay una segunda oleada muy fuerte en otoño, estaremos en otro escenario.
A mí no me gustaría que nos cortáramos el camino hablando siempre de rescate (...) Italia siendo tan extrema se ha metido en una esquina que le impide este mecanismo. España no debería hacer eso"
P. El Gobierno español ha descartado que vaya a pedir un rescate europeo. ¿Es igual de optimista o cree que en el futuro habrá que echar mano de ello?
R. A mí no me gustaría que nos cortáramos el camino hablando siempre de rescate, hacia el uso del MEDE. Creo que sería una equivocación. Es lo que ha hecho Italia, pintando con un miedo y con una pintura muy oscura, todo lo del MEDE y cerrándose la puerta a usarlo. Si los tipos subieran y si uno se pudiera endeudar en el MEDE de una forma muchísimo más barata y ahorrar impuestos y gasto a los españoles en intereses pues sí que se podría. Creo que ahí Italia siendo tan extrema, se ha metido en una esquina que le impide este mecanismo. España no debería hacer eso.
También digo que no deberíamos llamarlo rescate. Se ha creado un fondo nuevo que lucha contra la pandemia, que está ahí para que se pueda usar si hace falta. Sinceramente, lo acerca a lo de Rajoy. Cuando el MEDE nos inyectó dinero fue para ayudar. Rajoy pidió un esfuerzo enorme porque él pensó desde el punto de vista de cómo iban a reaccionar los españoles y cómo se iban a sentir, que era importante que no se hablase de rescate.
P. Para no compararnos con Grecia
R. A mí me parece que no deberíamos entrar en ese marco. Ahora hay tres fondos de seguro europeos: uno para las empresas, del BEI, otro para los trabajadores -el programa Sure de la Comisión Europea- y un tercero, del Eurogrupo, que es el MEDE. Y los tres están ahí por si nos hace falta. Punto. Yo creo que ese es el marco que debemos utilizar.
P. ¿Tiene alguna cifra en mente de lo que España podría necesitar?
R. El agujero que vamos a tener en el PIB en los próximos meses, entre el 10 y el 20% del PIB, es un agujero enorme. Cuando hablamos de recesión, pensamos que si cae el PIB un 2% es un horror, así que estamos hablando de otra cosa. Habría que hablar de una inversión del mismo nivel, así que ahora se habla además de un fondo europeo de entre 1 y 2 billones. El 10% del PIB, básicamente, es el orden de magnitud. (A España le corresponderían) por encima de los 100.000 millones y por debajo de los 200.000 millones.
P. ¿Cómo van las negociaciones en Europa para definir ese fondo de reconstrucción de entre 1 y 2 billones?
R. Ha habido un cambio radical en las conversaciones de la última semana y se ve claramente, en las declaraciones de Merkel, diciendo que entiende que Alemania y Europa tienen que hacer un esfuerzo. Se está empezando a internalizar la idea de que Europa está en peligro, que un país como Italia si sigue en una situación dramática tras años sin crecer y una crisis gorda, pues es vulnerable a una posible salida o ruptura con la UE. Y eso no se puede permitir porque sería un coste catastrófico.
Visto como una póliza de seguro, aquí no debemos estar hablando de solidaridad. A mí no me gusta que recibamos dinero en concepto de solidaridad. No me parece correcto. También Holanda cierra restaurantes y hoteles y la gente dice que está sin trabajo. Ellos lo que quieren es progresar económicamente, así que tenemos que cambiar el chip: no necesitamos solidaridad, sino que Europa necesita un plan conjunto que ayude a todos. Y eso se está entendiendo cada vez más.
P. ¿Cuánto tiempo hará falta para llegar a un acuerdo y para articular este fondo?
R. Es complejísimo legal, político y económicamente. Eso no lo podemos negar. Los españoles, cuando a veces protestamos de Europa, nos tenemos que imaginar una situación en la que hubiera un fondo de rescate de Cataluña, País Vasco y Madrid para Andalucía, Extremadura o Castilla y León. Imaginad las negociaciones y la complejidad de un fondo de inversión en el que unos tuvieran que pagar por los otros. Sería muy complejo políticamente.
Legalmente, el presupuesto de la UE obligatoriamente tiene que estar balanceado. Hay un artículo que dice que los ingresos y gastos tienen que ser iguales. Estamos hablando de que Europa se endeude y gaste con déficit. Así que hay que encontrar la fórmula que nos permita hacerlo. La complejidad existe y luego está la implementación. Una vez aprobado, hay que ver de dónde se saca el dinero, hacer un presupuesto.
P. En la práctica, ¿de dónde salen esos 1,5 billones?, ¿de una deuda perpetua?
R. Lo de la deuda perpetua es algo que hemos propuesto Verhofstadt y yo (los liberales europeos). Está en un plan español, pero de momento no es algo que la UE vaya a aprobar.
P. A muchos países no les gusta el término perpetuo.
R. Es más fácil decir a muy largo plazo. A 100 años, por ejemplo. O 40-50. La idea que planteamos es la siguiente: nos vamos a endeudar de una manera que permite pagar el interés y no estar pagando el principal. Es como una hipoteca en la que te dicen que estás pagando los intereses pero posponemos el principal a cuando tú quieras y del modo que quieras, tú o tus hijos pagarán esa hipoteca.
P. ¿Tendrá opción de recompra o no?
R. Claro, en cualquier momento. En 2014, en una entrevista en Financial Times, Joe Crawford contó que había decidido rescatar la deuda perpetua que había emitido Inglaterra por la burbuja de los Mares del Sur en el siglo XVIII, por las guerras napoleónicas en el siglo XIX y por la Primera Guerra Mundial que había emitido Churchill en 1927.
En este momento tenemos una crisis que se da una vez en una generación. Algo que nunca ha pasado. Bueno, en un siglo pues la última vez fue en 1919 con la mal llamada gripe española que empezó en Kentucky. Esto es una situación de una vez. Nos endeudamos a muy largo plazo y con ese dinero, a muy largo plazo, hacemos un plan masivo.
Decimos a los Estados que no van a tener que pagar de más y vamos a poder financiar una garantía emitiendo deuda perpetua y financiándolo con tres nuevos impuestos: uno digital, otro a las emisiones de CO2 y otro al plástico"
P. Pero para pagar esos intereses, los fondos que utiliza la UE son los presupuestos y estos a su vez se alimentan de los impuestos. Con lo cual, es el contribuyente el que está rescatando...
R. Sí, vamos a ver... hago la cuenta de la vieja. Imaginemos que (el fondo) es un billón de euros. Si pudiéramos endeudarnos al 2%, nos costaría 20.000 millones al año. Comparado con las cifras que estamos hablando, empieza a ser razonable. Decimos que para esos 20.000 millones hay tres impuestos europeos que la CE ya ha propuesto al Parlamento y que estamos debatiendo. Primero, la tasa digital europea porque, oye, Netflix el año pasado pagó 3.000 euros de impuestos en toda España. Segundo, un impuesto que sea la extensión del sistema de comercio de emisiones de CO2 y tercero, un impuesto al plástico.
Los cálculos es que pueden ser entre 20.000 y 40.000 millones, así que decimos a los Estados que no van a tener que pagar de más y vamos a poder financiar una garantía. ¿Cómo? Emitiendo deuda perpetua y financiándolo con estos nuevos impuestos digitales a las empresas que no pagan y a los grandes contaminadores.
P. Parte de las discrepancias están en si esa cantidad ingente de dinero llega a los países en forma de préstamos a devolver (deudas), como piden los países del norte, o como ayudas a fondo perdido, como pide España. ¿Hacia qué lado se decantará la balanza?
R. Es el riesgo para España. España tiene que decir: “Nosotros no queremos que sea incrementar la deuda, no queremos préstamos, queremos que Europa pase de banquero a inversor”, y creo que esta idea está empezando a calar en los países del norte. Creo que como en todos los acuerdos, va a ser una mezcla, no va a ser sólo deuda –si fuera así yo lo rechazaría si fuera el Gobierno de España-, ni va a ser pura inversión porque los países del norte lo van a rechazar, va a ser una mezcla de ambas.
Si al señor Sánchez le asustan sus socios de Gobierno, imaginemos a otros países. España tiene un problema de credibilidad"
P. ¿Qué ocurre en caso de que la parte de las ayudas se articule con la premisa de que el país se comprometa a avanzar en la consolidación fiscal? ¿Por qué van a creer que España cumplirá, cuando en 2019 había prometido un déficit del 2% del PIB que al final se ha disparado al 2,8%, incluso con crecimiento del PIB del 2%?
R. Este es un problema clave. Hay un problema de credibilidad. El señor Sánchez ha dicho él mismo que no podría dormir si entraban al Gobierno los socios de Gobierno que tiene ahora. Si al señor Sánchez le asustan sus socios de Gobierno, imaginemos a otros países. España tiene un problema de credibilidad, España no ha hecho los deberes cuando ha tenido la oportunidad y muchos países plantean: si a éstos les ayudamos, ¿van a hacer las reformas que hacen falta para que el país crezca o van a usar este dinero de una manera improductiva? Y este planteamiento a mí me parece razonable por su parte.
Por eso, nuestra propuesta es que este dinero lo gaste la Comisión Europea, que no sea un dinero que se ponga a disposición de los estados para que lo gasten como quieran, que sea un dinero que la Comisión Europea, fiscalizada por el Parlamento Europeo, invierta directamente. Con lo cual, la Comisión Europea estudiará la viabilidad de este plan en carreteras, o del plan de inversión verde, y dirá.
P. Esto supondría centralizar aún más la Unión Europea, ¿no podría dar alas a los populismos y los partidos euroescépticos?
R. En los países del norte ese es el miedo. Pero a los euroescépticos hay que decirles que en sus países (Holanda, Alemania, etc.) también están cerrados los restaurantes, los hoteles, también está el pequeño empresario preocupado por el futuro. Si les hablas de solidaridad les dejas fríos. También hay que hacer ese cambio de chip de dejar de hablar de solidaridad.
P. Pero aunque esos países también tengan negocios cerrados, es cierto que en España el impacto será superior por el peso del turismo y la idiosincrasia de su mercado laboral…
R. Sí, pero no hay que decirles “Sé solidario conmigo”, hay que decirles “invierte en tu propio futuro”. Holanda y Alemania se benefician mucho del mercado único y si España e Italia quedan muy tocadas, o incluso si Italia se empieza a plantear salirse de Europa porque está creciendo mucho el euroescepticismo con Salvini, eso les costaría también mucho dinero. Hay que vendérselo como una póliza de seguro contra la posibilidad de ruptura.
P. ¿Entonces el lenguaje es sumamente importante?
R. Es clave el lenguaje. Hay que andar con pies de plomo y con muchísima sensibilidad hacia la sensibilidad de los países del norte. Por ejemplo, un problema que nos ha sucedido: hicimos una resolución en el Parlamento Europeo que votamos socialistas, liberales y populares, que básicamente es el paraguas para este avance del Consejo. Todos los grupos políticos estamos de acuerdo en que hace falta crear un fondo de inversiones que se financie con deuda europea y que no tiene mutualidad pasada, pero tampoco especificamos que vaya a haberla en el futuro.
Los Verdes y Podemos dicen: “Ahora queremos votar que hay mutualización”, no entienden cómo se ve esto en otros países. Nosotros decimos: “Vamos a ir a lo práctico, a la realidad, no vamos a usar palabras que son tóxicas en otro sitio, vamos a conseguir el dinero, que sea de una forma que a todos nos parezca bien pero no vamos a meter el dedo en el ojo a la gente. Este fondo de inversión lo han votado los tres partidos principales y los socios de Gobierno de Sánchez no lo han votado. Vamos a usar las palabras con inteligencia, tanto fuera como dentro.
P. ¿A qué sectores se darán esos préstamos y esas ayudas?
R. Queremos que vayan a tres destinos: a ayudar a las pymes, a hacer la transición verde (por ejemplo, una infraestructura crucial que hace falta son las estaciones de carga de los vehículos eléctricos) y también a infraestructuras físicas, porque España está muy endeudada y las carreteras se van a estar deteriorando año tras año, así que Europa puede ocuparse del mantenimiento de todas las carreteras.
P. Esto último, la inversión en carreteras, ¿no se puede considerar una inversión improductiva?
R. No, no lo es, porque cualquier mantenimiento de las carreteras redunda en que el transporte público y el transporte por las carreteras funcione.