El Índice de Precios de Consumo (IPC) ha arrojado en junio el mejor dato de inflación en dos años, con una subida anual de apenas el 1,9%, cumpliendo por fin el objetivo marcado por el Banco Central Europeo (BCE). "España es la primera gran economía de la zona euro en reducir la inflación por debajo del 2%", celebraba el Gobierno este jueves, tras publicarse la cifra por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Sin embargo, la realidad es otra. La inflación ha descendido hasta el 1,9% fundamentalmente por un efecto estadístico de comparar los precios actuales con los de junio de 2022, cuando la energía se encareció hasta tocar máximos. Los expertos alertan de que esta mejoría será fugaz y en julio o, a más tardar, agosto, la inflación volverá a repuntar para acabar el año cerca del 5%.
¿Por qué ocurrirá esto? En primer lugar, porque ese efecto estadístico que este mes ha jugado a favor, en lo que resta de año lo hará en contra. Tras tocar techo en el verano de 2022, los precios de la energía iniciaron su descenso y ahora se mantienen relativamente estables en niveles más bajos, lo que hará que en los próximos meses esa diferencia en el componente energético no sea tan acusada y no reste tanto al IPC.
Pero, además, hay otro factor clave: los precios llevan desde enero sin registrar una sola bajada y en el primer semestre se han encarecido un 2,5% (un 3% si se excluyen los componentes más volátiles, como la energía y los alimentos frescos). Dicho de otra forma, los precios aún suben con más intensidad de lo habitual.
"En el promedio de 2014-2019 los precios crecían un 0,2% de media en el mes de junio, y este año han subido un 0,6%, lo que indica que todavía estamos con subidas importantes", explica Mª Jesús Fernández, economista senior de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). "No hay que darle demasiado valor al 1,9% porque va a volver a subir. No significa que la inflación se acabó", añade.
En definitiva, si bien es cierto que la subida de precios se ha desacelerado, pues en junio del año pasado el IPC subió un 1,9% respecto a mayo por el fuerte encarecimiento que sufrió la energía, lo cierto es que la crisis inflacionista no puede darse aún por superada. De hecho, no se esperan tasas negativas en el corto plazo, salvo por los efectos estacionales de algún mes concreto.
Brecha con la Unión Europea
Además, el segundo semestre España tampoco saldrá 'favorecida' en la comparativa con la Unión Europea. Durante la primera parte del 2022 nuestro país sufrió una inflación más elevada que el conjunto de la UE, pero desde septiembre está en una mejor posición que la media europea, con tasas anuales significativamente más bajas gracias a su menor dependencia del gas ruso y la diversificación de proveedores energéticos.
Sin embargo, por esta razón España ahora volverá a ver crecer su inflación, mientras que la UE, con tasas de inflación más elevadas en el segundo semestre de 2022, se beneficiará de ese 'efecto base' y seguirá su senda de descenso. De esta forma, es posible que a finales de año ambas tasas confluyan, es decir, que España y la Unión Europea acaben teniendo una inflación similar.
Así lo confirman desde Funcas. "Nuestra inflación va a bajar para volver a subir y en la Unión Europea probablemente va a seguir bajando, con lo cual podría ocurrir que acabemos convergiendo hacia niveles similares en la tasa general a finales de año, por encima del 4%", sentencia Mª Jesús Fernández.
En todo caso, aunque el repunte de la inflación en España llegara ya en julio, como prevé Funcas, no tendría un coste electoral para el Gobierno. El avance del IPC del mes no se publicará por el Instituto Nacional de Estadística hasta el 28 de julio, ya una semana después de los comicios del 23-J.
Una semana antes de las elecciones, el día 13 de julio, el INE publicará el detalle del dato de junio, lo que permitirá al Gobierno 'vender' de nuevo la reducción de la inflación por debajo del 2% y, por tanto, un mayor control de esta crisis de precios en nuestro país que en el resto de la UE gracias a sus medidas.
