Arabia Saudí y Rusia han decidido cerrar sus grifos de petróleo pese a que la demanda ha recuperado la fuerza de antes del coronavirus. Una decisión que dispara el precio del crudo y castiga a aquellos países que dependen al 100% comprar petróleo en el exterior. Ese es el caso de España, que importa anualmente unos 450 millones de barriles al año y que sufrirá en 2023 un aumento de su factura de 3.150 millones.
“Prevemos que el precio del Brent (referencia europea) alcance una media de 96 dólares en el último trimestre de 2023”, apunta Francisco Blanch, responsable global de materias primas y derivados de Bank of America. “El reciente aumento de los márgenes de refino está contribuyendo a la subida de los precios del Brent, junto con los fuertes recortes de producción de Arabia Saudí y Rusia. Con el compromiso de la OPEP+ de frenar la oferta de petróleo hasta finales de año y el estímulo de China a punto de ampliarse en el último trimestre, esperamos que las existencias mundiales de petróleo disminuyan en 70 millones de barriles en los próximos tres meses”, añade.
Este escenario cambia los planes del Gobierno español. Según presentó en marzo en la Actualización Programa de Estabilidad 2023-2026, su idea era tener a cierre del año un petróleo a 89 dólares el barril, que elevaría hasta los cerca de 40.090 millones su factura total por importaciones de crudo en España.
Pero la previsión está por debajo de las estimaciones del mercado. Los 96 euros barril que marca en estos momentos el mercado para el cierre del año lleva a esta factura hasta los 43.200 millones. Y esta situación promete repetirse en 2024. La previsión de entidades como Bank of América es que el próximo año el precio se mantendrá en 90 dólares, frente a los 85 dólares que prevé el Programa de Estabilidad. “El precio del petróleo Brent se estabilizará en torno a los 85 dólares el barril a partir de 2024”, explica el programa del Gobierno español.
El impacto que tiene sobre la economía
Además del incremento en la factura, los focos de esta subida de los precios de las compras desde España castigan su economía. “El actual incremento es particularmente negativo porque procede de restricciones de oferta”, comenta Miguel Cardoso, economista jefe para España en BBVA Research
“Si viniera como consecuencia de crecimiento de la demanda, las empresas podrían trasladar buena parte del aumento en costes a precios y compensar la pérdida de competitividad con mayor crecimiento en ventas. En estas condiciones, BBVA Research estima que un barril de petróleo un 10% más caro puede impulsar la inflación entre una y dos décimas durante los siguientes doce meses”, pronostica Miguel Cardoso.
Esta tendencia cambia también los planes de organismos como el Banco de España. En comparación con sus proyecciones de junio, la tasa de inflación general media se revisó al alza el pasado 19 de septiembre con un crecimiento del 3,2 al 3,6% para 2023 y del 3,6 al 4,3% para 2024. “Para el año en curso, la revisión se debe, principalmente, al repunte experimentado por los precios del petróleo durante el verano. Por su parte, para 2024, la revisión al alza responde, sobre todo, al encarecimiento de la energía de acuerdo con los mercados de futuros”, pronostica el organismo.
España es mucho más sensible al precio del petróleo debido al mayor peso de estas importaciones en el total de compras energéticas. El déficit comercial de productos energéticos, que cerró 2022 en 52.000 millones de euros, el 4% del PIB, 1,9 puntos porcentuales más que en 2021. Como recuerdan desde CaixaBank Research, desde una perspectiva histórica, no se trata de un déficit especialmente acusado, sino que se sitúa en línea con lo observado entre 2005 y 2007, lo que no deja de ser sorprender a los expertos por la crisis energética que estamos atravesando.
Otras vías para el petróleo
Una de las vías para que se estabilicen los precios es que aparezca más oferta de petróleo por vías alternativas. Los analistas consideran que hay opciones de incrementar hasta en 1,2 millones de barriles la oferta por la producción de Guyana, Canadá, el petróleo de esquistos no convencional de Estados Unidos y Brasil.
Además, si las sanciones contra Venezuela e Irán se suavizaran aún más, la oferta podría aumentar en 450.000 barriles en 2024. “Estos volúmenes podrían ayudar a frenar una nueva subida de los precios del petróleo, si la política de la OPEP+ y la geopolítica mundial lo permiten”, considera Bank of America. Si no funcionan estas alternativas, España y el resto de dependientes de importaciones seguirán mirando a las decisiones de Arabia Saudí y Rusia para proteger a su economía.