Con las elecciones municipales, autonómicas y generales a la vista, pese a manejar una previsión de crecimiento del PIB para 2023 más optimista que la del resto de organismos económicos, el Gobierno la mantiene en el 2,1%. Y lo cierto es que ahora es más factible que se cumpla. En esto tienen mucho que ver los datos publicados este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el denominado efecto arrastre (carry-over, en inglés).
El efecto arrastre se genera cuando el crecimiento es más intenso al final que al principio del año, de tal forma que el PIB en el último trimestre es mucho más elevado que la media del conjunto del año. En 2022, por ejemplo, el PIB creció un 5,5%, pero 3,6 puntos de ese crecimiento vinieron dados por el efecto arrastre de 2021, como informó este periódico.
En 2023, si ya se esperaba cierto efecto arrastre, con la última revisión del INE, que eleva el crecimiento en el último trimestre de 2022 del 0,2% al 0,4%, se anticipa tres décimas mayor (del 1,1%). Es decir, que la economía crecería más de un 1% en 2023 aunque la actividad hubiese registrado crecimientos cero todos los trimestres, aunque se hubiese quedado todo el año igual que estaba a cierre de 2022.
A esto hay que sumar, además, que el avance del INE del primer trimestre ha sido ligeramente superior al trimestre anterior y a lo previsto, por ejemplo, por BBVA Research (0,5% frente al 0,4% estimado por el think tank).
Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research, confirma que los últimos datos conocidos en la Contabilidad Nacional que publicó este viernes el INE "introducen un sesgo moderado al alza en la estimación de crecimiento económico para el conjunto del año".
Con todo, y teniendo en cuenta también "la inercia positiva que lleva la creación de empleo -que podría haberse extendido en abril-", el servicio de estudios de la entidad bancaria espera ahora que la economía española crezca "alrededor de un 2%" este año, frente al 1,6% que calculaba hace apenas un mes.
Sin embargo, Cardoso también advierte de "lo negativo" de los datos publicados por el INE. En particular, apunta a la caída del consumo privado "en un entorno donde, durante los siguientes trimestres, podría verse un mayor impacto del incremento de los tipos de interés sobre la demanda interna". Además, "los salarios seguirán soportando una pérdida de poder adquisitivo, como lo anticipa la evolución de la inflación subyacente", añade.
Los 'ataques' del Gobierno al INE
El Gobierno empezó por cuestionar los datos económicos que proporcionaba el INE al chocar con las previsiones del Ejecutivo y acabó por forzar la dimisión del presidente del organismo. Las discrepancias llegaron en septiembre de 2021, cuando el Instituto revisó a la baja en 1,7 puntos el crecimiento del PIB del segundo trimestre que había avanzado meses antes y que había dado margen al Gobierno para hacer unas previsiones económicas potentes, con un repunte del 6,5% para 2021 y del 7% para 2022.
Tras un verano peor de lo esperado, llegó la fuerte revisión del INE, que provocó que todos los analistas y organismos económicos empeoraran sus proyecciones para la economía, truncando el mensaje de que España lideraría la recuperación gracias al buen ritmo de vacunación y a la pronta recepción de los fondos europeos. De hecho, el Gobierno tardó medio año en admitir el menor crecimiento del PIB en ambos años, rebajando las previsiones ya en abril de 2022 y asumiendo que España será el último país de la UE en salir de la crisis iniciada con la pandemia.
Después de ese suceso, los intentos de desacreditar el PIB fueron numerosos. Por un lado, tanto Economía como Hacienda crearon nuevos indicadores que, frente a la Contabilidad Nacional, mostraban una recuperación total de los niveles precrisis ya en noviembre de 2021. De hecho, el Informe semanal de ventas diarias que ideó Hacienda daba en su primera publicación mejores resultados que los de 2019, cuando el tradicional de Ventas, empleo y salarios de las grandes empresas, el que llevó al INE a rebajar previsiones, no lo hacía.
Tanto es así, que el Ministerio de Hacienda llegó a restringir la información que proporcionaba al organismo autónomo para sus cálculos. En concreto, tal y como publicó Vozpópuli, durante unos trimestres, la Agencia Tributaria dejó de proporcionar al INE los datos adelantados de Ventas, empleo y salarios de grandes empresas y pymes para el avance del PIB tras la revisión a la baja en 1,7 puntos del segundo trimestre de 2021. Después, el Gobierno volvió a proporcionar estos datos, según pudo saber este periódico.
Además, en aquellas semanas en las que se fraguaba la cascada de revisiones a la baja tras el hachazo del INE al PIB del segundo trimestre, Calviño organizó un seminario denominado Más allá del PIB y convocó una rueda de prensa en el Ministerio junto al comisario europeo Paolo Gentiloni y al propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para abordar la necesidad de desarrollar nuevos indicadores económicos y aseguró que el PIB es un indicador útil pero insuficiente para dar la medida exacta de los recursos y la capacidad de la economía de un país, instando a revisar y ampliar las métricas.
Los 'ataques' por parte del Gobierno fueron constantes hasta que en junio se conoció el relevo del hasta entonces presidente del INE, Juan Manuel Rodríguez Poo. Fue la primera vez que el Gobierno cambia al presidente del INE en medio de una legislatura. Finalmente, nombró el 1 de agosto de 2022 a Elena Manzanera como nueva presidenta del INE. Dos años y medio después de que se iniciara esta crisis entre administraciones, se invierte la historia y la revisión del INE 'da la razón' al Gobierno.