El pasado año, las operaciones de pago en terminales de punto de venta alcanzaron una nueva cifra récord: 4.736 millones, el doble que hace solo siete años y casi cinco veces más que en 2002, con la llegada del euro. Hubo cifras históricas también en el número total de tarjetas de pago en circulación, 86,2 millones. Sin embargo el número de tarjetas de crédito se redujo un 0,29%. A cierre de 2020, había once millones de tarjetas menos que en el año 2016.
Y es que tanto el número de tarjetas de crédito como su uso están directamente relacionadas con la marcha de la economía. Y 2020 fue un año nefasto para el Producto Interior Bruto, igual, en menor medida, que el primer trimestre del presente ejercicio. A nadie debe extrañar, por tanto, que el saldo vivo a finales del pasado mes de abril del crédito adscrito a este sistema de pago haya descendido hasta los 9.840 millones de euros, la cifra más baja en los últimos cinco años, concretamente, desde febrero de 2016, según los datos más recientes publicados por el Banco de España.
En los últimos doces meses, desde abril de 2020, el descenso del montante de las operaciones realizadas con tarjetas de crédito se ha reducido en un 6,2%, pero si la referencia se hace con diciembre de 2019, la caída alcanza el 28%. Fue a cierre del año 2019 cuando las nuevas operaciones alcanzaron su máximo en lo que va de siglo: 13.620 millones de euros.
La tarjeta ha ido convirtiéndose con el paso del tiempo en el medio más utilizado para realizar operaciones de compraventa, así como para retirar efectivo de los cajeros automáticos de las entidades bancarias. En el año 2016 había en España 1,05 tarjetas de crédito por cada habitante; hoy, cinco años después, no llegan a 0,8. Todo lo contrario ha sucedido con las de débito. En la actualidad, hay más de 49 millones de ellas circulando, lo que supone 1,03 por habitante. Entre ambas hay 1,82 tarjetas por habitante, lejos aún de los otros grandes países europeos.
El saldo vivo del crédito aplazado se ha reducido en abril un 28% desde diciembre de 2019
La caída del crédito asociado al uso de las tarjetas está directamente vinculada al parón de la actividad económica durante varios periodos de tiempo desde que se declaró el estado alarma, a mediados de marzo de 2020, que han motivado la suspensión de los viajes, el cierre temporal de las fronteras y de los hoteles, algunas de las actividades más relacionadas con el uso de la tarjeta de crédito, junto con las compras de alto valor y la retirada de efectivo en cajeros. En apenas 16 meses, los que van de diciembre de 2019 a abril del presente ejercicio, el saldo vivo del crédito se ha reducido en 3.720 millones de euros. La retirada de efectivo de los cajeros bancarios ha disminuido un 31,25% en 2020 y un 20,38% en los tres primeros meses de 2021, siguiendo las recomendaciones sanitarias de evitar el pago con billetes y monedas.
La diferencia entre un tarjeta de crédito y una tarjeta de débito es únicamente la forma de pago y de concesión. En un tarjeta de débito, el pago de la operación realizada se carga directamente en la cuenta corriente del titular. La cuantía de los fondos existentes en ésta marca el límite de cada operación, tal y como lo describe Banco Santander.
Con la tarjeta de crédito es posible pagar sin tener fondos en el momento de la compraventa, ya que se puede aplazar el cobro hasta los primeros días del mes siguiente. Por eso, antes de concederlas, las entidades financieras se aseguran de la solvencia del cliente, al que asignan un límite de crédito a conceder en función de sus ingresos, su patrimonio y su vinculación.
El desplome de la actividad económica (un 10,8% en 2020, la mayor caída desde la Guerra Civil) ha disparado las alarmas en las entidades financieras, que han endurecido las condiciones de acceso a la financiación y también la concesión de tarjetas de crédito en previsión de un aumento de la morosidad. El consumo de los hogares disminuyó un 12,1%, el mayor descenso desde 1970, circunstancia que se ha dejado ver en el uso de las tarjetas de crédito al desviarse buena parte de la renta bruta disponible al ahorro.
Con la tarjeta de crédito es posible pagar sin tener fondos en el momento de la compraventa, ya que se puede aplazar el cobro hasta los primeros días del mes siguiente
Las obligaciones de distanciamiento social para evitar los contagios se ha dejado sentir en la utilización de las terminales de punto de venta para la realización de los pagos diarios y en el número de ellas, que ha marcado un nuevo récord en el primer trimestre del año al acercarse a los 2,1 millones, tras un crecimiento del 7,13%, que se suma al registrado en 2020: el 6,77%.
El número de operaciones llevadas a cabo a través de TPV subió el pasado año hasta 4.736 millones. Sólo en el primer trimestre de 2021 se han realizado 1.260 millones, un 15,18% más que en el mismo periodo de 2020.
El presente año puede significar, de mantenerse el ritmo de vacunación actual y la relajación de la restricciones de movilidad, un cambio de tendencia. El Banco de España prevé una crecimiento del PIB para el conjunto del año del 6,2% en el escenario central, y del 2,2% en el segundo trimestre. Esta reactivación vendrá de la mano del aumento del consumo privado, que pasará de una caída del 12,1% a un aumento del 6,2% este año y del 5,8%, en 2023. La institución monetaria espera que a finales del próximo año el consumo de los hogares haya recuperado los niveles anteriores a la pandemia.