Entre el jueves y el domingo pasado la capital de España fue escenario de la Madrid Horse Week, algo que podría traducirse como la Semana del Caballo de Madrid, pero que queda más fino dicho así, en inglés. El evento, con verdadero atractivo para los apasionados del deporte hípico, ha tenido por escenario las instalaciones del Ifema madrileño y ha reunido a algunos de los mejores jinetes europeos y, naturalmente, españoles.
Entre dichos aficionados no podía faltar la famosa pareja formada por Marta Ortega, hija del fundador del imperio Inditex, Amancio Ortega, y su marido, Sergio Álvarez, un muchacho que pasa por ser el mejor jinete español, lo cual tiene su mérito y requiere, como todo en la vida, mucho esfuerzo.
La anécdota que aquí se relata, real como la vida misma, ha tenido por escenario uno de los elegantes palcos VIP de la Madrid Horse Week, en los pabellones del Ifema, donde Marta descansaba con su hijo, Amancio Álvarez, mientras el padre y marido competía en plena pista.
Ocurrió que uno de los visitantes que desfilaron por el palco para saludar a la hija del fundador de Zara no tuvo mejor ocurrencia, también como la vida misma, que dirigir al niño, a punto de cumplir los 22 meses de vida, la pregunta tópica que se suele adelantar a todos los niños del mundo cuando alguien quiere hacer un cumplido no al niño, sino a la madre.
-Y tú… ¿cómo te llamas, precioso?
-Amancio Ortega –respondió el infante sin la menor vacilación.
-No, hijo, no, tú te llamas Amancio Álvarez, como papá, como papááá… –trató de corregir, entre azorada y divertida, la madre del pequeño.
-¡Qué no, que yo me llamo Amancio Ortega…!
No hubo manera de hacerle cambiar de opinión. ¡Yo me llamo Amancio Ortega! Vamos, que el chaval parece tenerlo claro desde que llegó a este mundo, en lance que recrea el conocido epigrama de Moratín (“Admiróse un portugués/de ver que en su tierna infancia/todos los niños en Francia/supiesen hablar francés”). Entre risas nerviosas, los presentes intentaron desviar la conversación al instante, para evitar cualquier eventual mal trago. Hay que decir que Marta Ortega se tomó el asunto como lo que es, una anécdota. Y hay que decir también que el matrimonio de la heredera del hombre más rico de España parece marchar viento en popa, a juzgar por las muestras de cariño que Marta y Sergio se prodigaron en las instalaciones del Ifema. Los rumores de desavenencias, no digamos ya de ruptura, parecen haber quedado atrás.