España es un país donde todo es posible. Las diferencias entre el bien y el mal son apenas perceptibles. Y en la vida pública los premios se confunden con los castigos. Ahora mismo se está viviendo algo de eso en el Ministerio del Interior. Hace unas semanas que el departamento de Jorge Fernández Díaz relevó de su cargo como jefe de Asuntos Internos al comisario Marcelino Martín Blas, enfrentado con el inefable José Manuel Villarejo, y conocido por ser quien investigó a Francisco Nicolás Gómez Iglesias. Pues bien, en su nuevo cargo como vocal del Consejo Asesor de la Policía Martín Blas va a cobrar un complemento anual de 27.000 euros.
Este diario ya les contó que el cambio de Martín Blas había consistido en la típica patada hacia arriba. O sea, lo fulminamos pero lo recolocamos en un puesto aparentemente superior para que no se note. Hasta ahí, sin novedad en este turbio frente. Pero ocurre que un diputado del PSOE llamado Antonio Trevín ha presentado una pregunta al Gobierno de la Nación para que le expliquen los pormenores del asunto. Y en dicho texto, consultado por este Buscón travieso, revela que el citado puesto de vocal en el Consejo Asesor del Cuerpo está dotado con un complemento específico de 27.138,86 euros al año. Así, el tal Martín Blas, acusado por el increíble Villarejo de fabricar pruebas falsas contra él en el caso Nicolay, ha perdido el puesto pero se va a llevar esa pasta anualmente. Premios y castigos. Palos y zanahorias. Dineros y silencios. Spain is different.
El citado diputado del PSOE debe ser un hombre optimista. Porque en su escrito formula una serie de cuestiones destinadas al Ministerio del Interior cuyas hipotéticas respuestas, en caso de ser ciertas, dejarían al descubierto demasiados puntos oscuros de las cloacas del estado de este siglo XXI. El bueno de Trevín pregunta, por ejemplo, si el tal Martín Blas era realmente merecedor de ser nombrado como vocal del Consejo Asesor mencionado. La respuesta está en la propia pregunta, dado que el diputado recuerda que tradicionalmente a este tipo de puestos llegaban policías de mayor rango, y nunca meros jefes de unidades.
Llegados a este punto, se hace necesario recordar, como también recuerda el propio diputado del PSOE en su pregunta al Gobierno, que el misterioso Villarejo denunció a Martín Blas no solo por crear pruebas falsas para incriminarle a él en el caso de Nicolás –ese informe glorioso en el que se confundía a Villarejo con un señor que iba a pasear a su perro-, sino que también apuntaba a que el ex de Asuntos Internos habría realizado “gestiones de máximo secreto para la dirección del Partido Popular” y “uso privado de fondos reservados” destinados a “operaciones secretas de carácter político”. Casi nada. Y tampoco podemos olvidar que Martín Blas aparece en una extraña grabación junto a agentes del CNI hablando todos ellos sobre Nicolás. Huele mal, ¿no creen?