Pronunció su conferencia en el Club Siglo XXI y los únicos elogios que recibió procedieron del exministro del PP Eduardo Zaplana, que ofició como presentador. Ningún medio de comunicación, ni siquiera los que más conciliadores se muestran con el PSOE, recibieron bien las lecciones que José Luis Rodríguez Zapatero dio la semana pasada en su reaparición pública, algo que ha hecho pensar a no pocos dirigentes socialistas que lo mejor que puede hacer el expresidente es permanecer todavía durante mucho tiempo en la sombra.
Que Zapatero quiere rehabilitarse está claro y que cree que ha dejado pasar un tiempo prudencial para hacerlo, también. De hecho, está ultimando su libro de memorias, en el que tratará también de poner en valor su trayectoria política y su tarea de Gobierno. Pero sus planes no encajan bien con los de la actual dirección del PSOE. “No quiere darse cuenta de que está demonizado y de que ya ni siquiera tiene el favor de quienes le hicieron la ola mientras gobernó”, comenta uno de sus antiguos fieles.
De secretario general del partido y presidente del Gobierno, "se ha convertido en un cenizo". De hecho, hay quien ya le ha aconsejado que si lo que quiere, en realidad, es promocionar a Eduardo Madina como candidato de su partido a las próximas elecciones generales, lo que tiene que hacer es, precisamente, alejarse de él y no apoyarle en público ya que, de lo contrario, terminará destruyéndole antes de que empiece la carrera de las primarias.
A Zapatero en su partido ya solo le quieren para los homenajes de salón y, si cabe, para la recepción de algún que otro galardón de tercera fila. Como el que este domingo se le ha entregado en Ferraz por su "defensa de la igualdad". El premio lleva el nombre de Carmen Cerdeira, exmiembro de la ejecutiva federal del PSOE fallecida en edad temprana. Es, en realidad, de lo que el expresidente más presume en privado, de haber combatido a favor de los derechos civiles, aunque su atrevimiento le lleva también a realizar previsiones económicas, como la de que Estados Unidos luchará para impedir que China le arranque el puesto como primera potencia mundial. Ahí es nada, comentan con sorna algunos de los que le sirvieron como ministros.