También esta vez hubo eterna sobremesa de whiskys y chupitos. Muchos menos que la otra, cuando el Arahy, en la larga tarde de la moción de censura. Mariano Rajoy ha vuelto a Madrid, donde ya ha conseguido su plaza de registrador. El mismo día que su hermana, que estaba destinada en Getafe. El expresidente, al registro número 5. Mercedes, al 54.
Quedó atrás Santa Pola, donde paseaba por la playa, almorzaba en una restaurante vecino y hacía sudokus. "Tranquilo pero aburrido", comentaba a sus amigos este jueves. Pasar del frenético ritmo de la Moncloa a la tediosa rutina del registro en una pequeña villa marinera, es un palo. Hay que tener los nervios templados y el equilibrio mental de Rajoy para superar ese trance sin mayores contratiempos. El deporte le hace bien.
En Madrid ha recuperado el tono, el ritmo y las amistades. Este jueves, por ejemplo, almorzó con algunos de sus fieles en La Monte, afamado local de la calle Doctor Castelo, establecimiento de tapas y de barra, en cuyos manteles también han sido vistos, en ocasiones precedentes, algunos miembros de la actual dirección de Pablo Casado.
Al expresidente le agradan las sobremesas largas. Esta vez fueron cinco horas. La otra, cuando Sánchez le echó de la Moncloa, casi ocho. Entró al recinto en torno a las 14,30, según algunos clientes, y se sumergió en un discreto reservado en compañía de su gente. La presidenta del Congreso, Ana Pastor, su jefe de Gabinete, José Luis Ayllón, su jefa de Prensa, Carmen Martínez Castro, su coordinador general, Fernando Maíllo... Hubo más comensales que no logramos identificar hasta que, a eso de las 17,00 apareció por la sala Teo García Egea, el 'número dos' del PP, la mano derecha de Casado. Llegó al café y despejó las dudas sobre las tirantes relaciones entre Mariano y Pablo. "
Se habló de fútbol, claro, del 'derbi'. Rajoy, forofísimo del Madrid, no dudaba de su victoria. "Lo vi bien, está en forma, más delgado. Todo bromas y chascarrillos, fue una tarde muy agradable", comentaba uno de los asistentes. "No echa de menos la política, pero sí", decía. Teo García apenas estuvo veinte minutos. Le transmitió un encargo de su jefe. Que se pase el día 2 de diciembre por la Asamblea que prepara el partido. El problema es que allí estará Aznar. Rajoy se lo piensa.
El desastroso Sánchez
Se habló también de política, del nuevo PP, "siempre para bien, jeje", del desastroso Sánchez, del desatino separatista y se contaron chistes y chascarrillos. A las 17,30, Teo tuvo abandonó el ágape. Algunas copas estaban sobre la mesa. Le acompañó Ana Pastor, con obligaciones en su despacho. Los demás, prácticamente ya en segunda línea del partido o retirados del todo como Martínez Castro, siguieron con la cháchara y los espirituosos. Hasta las 20,00 hrs. no abandonó Rajoy el bar. "¿A qué las prisas?", le dijo un cliente, que intentaba luego hacerse un selfie con él. "Adiós, adiós, adiós", murmureaba el expresidente rumbo a su automóvil.
Al día siguiente, otra sentada con manteles para celebrar el compleaños de Maíllo, gran colaborador, hombre leal, zamorano y ahora portavoz adjunto en el Congreso. Esta vez tocaba cena y mucho más concurrida que ese almuerzo eterno en el barrio del Retiro.