Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual eran el tándem de Viajes Marsans. Ambos son de la misma quinta (el 42) y se conocieron en primero de Industriales, carrera que el ex presidente de la CEOE no llegó a terminar. Se conocieron en primero y a Ferrán le llamó la atención un avispado chico que se ganaba unas perrillas vendiendo todo tipo de objetos y traficando entre los alumnos. “Parece un tío interesante, me tengo que hacer su amigo”, dicen que rumió el primero.
Y le compró alguna de las cosas. Nada ilegal, que nadie imagine cosas malas. Linternas de fabricación digamos exótica y cosas así que en aquellos años no abundaban. La amistad fraguó, aunque no los estudios, ya que Ferrán no obtuvo la licenciatura.
Ninguno de los dos era de familia acomodada y ambos se buscaban la vidilla como podían en aquellos tiempos.
El dúo ya no se separó hasta el final, cuando sobrevino la muerte de Pascual, quien, totalmente superado por los acontecimientos, falleció de un infarto fulminante.
Después, ha sido bastante penoso ver cómo Díaz Ferrán le ha echado la culpa de todo o leer en algunos medios cómo mientras el ex líder de la CEOE escondía su Rolls Royce Phantom, la familia del fallecido las pasaba moradas.
Como suele decirse, así es la vida, así se escribe la historia, el muerto al hoyo, etcétera.