La integración europea combina las corrientes históricas, económicas, sociales, culturales y políticas tendentes a la globalización y a la descentralización. Al suprimirse los efectos de las fronteras entre los Estados miembros de la Unión Europea, las regiones europeas han encontrado un mejor encaje.
En esta nueva Europa han aparecido modas, tendencias y movimientos que acentúan las especificidades y hacen de la diversidad una cuestión de diferencia. Trasladar la diversidad material y cultural de los diferentes lugares de la geografía e historia europeas a la política actual introduce una notable inestabilidad en un sistema geopolítico basado en la intangibilidad de las fronteras, en la integración europea y en la globalización.
El mapa de la Figura 1 da cuenta del mosaico de territorios y lenguas que conforman Europa. En los 50 países de Europa se hablarían 200 lenguas. En el mundo, las lenguas serían 7.097. Si una lengua es una nación y ésta requiere un Estado... Si eso viniera a ser cierto ¡veríamos cómo se multiplicarían las lenguas!
Figura 1. El mosaico europeo, I
En la Europa de las lenguas y del ‘exceso’ de historia, hay algunos lugares donde el separatismo es más activo. En un contexto dónde la política se está moviendo más por cuestiones de identidad que por intereses económicos o ideológicos, las corrientes antiglobalización arraigan en movimientos centrífugos de inclinación separatista que fragmentan Europa. Esto se aprecia en el mapa 1 de la Figura 2. Entre las regiones con fuegos o rescoldos independentistas, sobresalen Cataluña, Escocia, Flandes y Veneto, Sur Tirol y otras provincias del valle del Po y del norte de Italia (acogidas al neologismo Padania). Flandes y Padania coinciden con Cataluña en su superior renta per cápita respecto al resto del Estado del cual son parte.
Por su lado, el secesionismo escocés tiene de propio: a) que fuera un Estado independiente hasta 1707 en que se unió con Gran Bretaña en el Reino Unido; b) el referéndum de independencia legalmente convocado por el gobierno de Londres, y donde ganó el no; y c) el referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE, dónde en Escocia ganó el Remain, lo que si hubiera sido el caso para el conjunto del Reino Unido habría supuesto para Escocia el permanecer en la UE.
Más lejos, en Canadá, las semejanzas entre el caso de Barcelona y Cataluña y el de Montréal y Québec son significativas. Ambas ciudades fueron motores económicos del Estado del que forman parte. Ambas regiones tienen un elemento lingüístico de diferenciación en relación con el resto de su país, el catalán y el francés, respectivamente. Ambas ciudades albergaron sendos Juegos Olímpicos. También ambos casos han conducido a una larga confrontación y a un severo declive económico, social, político y cultural.
Figura 2. El mosaico europeo, II
Tabla 1. Referéndums de independencia desde la Segunda Guerra Mundial
Aunque las sociedades europeas en las que se cuece el separatismo sean sociedades abiertas, dónde dentro de la ley son posibles cambios constitucionales de calado, la secesión de las regiones europeas contrariaría las tendencias históricas a la estabilidad, entendimiento, respeto, progreso e igualdad de trato.
Tabla 2. Indicadores de algunas regiones de Europa con movimientos secesionistas
Conclusiones
La fragmentación es un histórico problema de Europa, del que se dedujeron muchos de los hechos más graves de su historia y que, precisamente, la integración en la UE superó y pretende seguir superando.
Una Europa a 281 ó a 50 NUTS2 que fuesen Estados con soberanía y poder de veto en la UE, tendría escaso sentido y pocas probabilidades de realizarse.