Mientras un sector se muestra partidario de parar la actividad económica catalana vía huelgas políticas y algaradas, otro insta a los comerciantes a seguir trabajando como forma de reivindicación
Si algo está claro a día de hoy en Cataluña es que, en el mundo independentista, no hay acuerdo sobre cómo mantener vivas las protestas contra la sentencia del 1-O o cómo mostrar el respaldo de los radicales a la pretensión de obligar al Gobierno de España a negociar un nuevo referéndum. Mientras unos apoyan la paralización de la economía catalana con huelgas políticas como la del pasado 18 de octubre, otros creen que se ha de hacer todo lo contrario a la hora de reivindicar algún derecho.
Es el caso del secretario autonómico de Empresa y Competitividad, Joaquim Ferrer, de JxCat, quien, esta mañana y durante la inauguración del I Congreso de Mercados Municipales de Cataluña, ha pedido a los comerciantes “levantar la persiana cada mañana” para “poder ejercer nuestros derechos políticos sin renunciar a nuestro modelo de economía productiva”.
Una postura que nada tiene que ver con la de su propio partido, que animó, en cierto modo, a los independentistas a participar en la huelga política convocada a mediados de octubre contra la sentencia del 1-O. El paro, que se preveía masivo, fue organizado por los sindicatos nacionalistas Intersindical CSC e Intersindical Alternativa de Cataluña (IAC).
Inicialmente, anunciaron una huelga de 24 horas y, posteriormente, hablaron, incluso, de extenderla a cinco días. Dado que las huelgas políticas están prohibidas en España, los convocantes usaron como argumento la reclamación oficial de una subida del salario mínimo hasta los 1.200 euros en el SMI, la derogación de la reforma laboral, la igualdad de género y una jornada laboral de 35 horas.
Lo cierto es que el paro no pasó de las 24 horas iniciales y no fue precisamente un éxito. La propia Consejería autonómica de Trabajo confirmó que el seguimiento de la huelga había sido muy bajo. Y solo la universidad registró un seguimiento mayoritario, alcanzando el 90% del personal. En la industria y el transporte, por el contrario, los huelguistas no llegaron al 1%.