Arrecia la descalificación del Gobierno por su manera de afrontar la crisis sanitaria. Toni Brosa, en El Punt-Avui, la resume así en El virus espanyol: "El estado de alarma ha servido básicamente para dos cosas: la primera, recortar los derechos y libertades de los ciudadanos muy por encima de la media europea y del sentido común; la segunda, centralizar el mando en Madrid, atando de pies y manos el autogobierno sanitario, ralentizando su reacción, uniformando situaciones que no son uniformes, distorsionando el funcionamiento habitual e ignorando sus planes de actuación aunque fueran buenos".
Y da por bueno el presunto dictamen del australiano Institute of Certified Management Accountants, "que sitúa a España en la última posición en valoración de la respuesta al covid-19», a pesar de que, como expone la web de la Cadena Ser, «no es un centro científico, ni académico. Se trata de una empresa de gestión contable y financiera formada por una red de consultores. Se dedican fundamentalmente a asesorar, añadir valor empresarial y extender certificados de negocios. Desde 1999, fecha de su registro, no han publicado ningún artículo sobre gestión o investigación sanitaria entre las decenas de links del centro".
Según la misma Cadena Ser, el autor que en tan mal lugar deja a España, Chris D’Souza, "reconoce que el informe no es de gestión sanitaria sino de liderazgo; no está publicado en la web, ni se plantea publicarlo. Tampoco saldrá a la luz el algoritmo que creó para elaborar el ránking por países".
¿Ha tenido alguna vez una estrategia seria el independentismo?
Salvador Cot, también en El Punt-Avui, ve así el papel de España ante la crisis económica que se nos viene encima: "Ya no se trata de pedir un rescate bancario, como en el mandato de Mariano Rajoy, sino de mendigar una transferencia masiva de fondos provenientes de los países del norte de Europa".
En este escenario, la Generalitat "ha perdido la capacidad de gestión de una competencia teóricamente exclusiva, como la sanidad, a manos del mando único" y se "reducirá todavía más el margen de maniobra de JxCat y ERC en el Congreso".
Su conclusión es que "el cadáver del autonomismo ha sido enterrado en silencio y olvidado" —¿no lo fue ya en septiembre-octubre de 2017?— y que "el independentismo deberá plantear, de una vez por todas, si tiene una estrategia seria para aprovechar una crisis económica y social que lo único que tiene de previsible es que lo cambiará todo". Pero, si no tuvo una estrategia seria hace dos años, ¿cómo la va a tener ahora, en circunstancias mucho menos optimistas y en un contexto español y europeo mucho menos receptivo a sus planteamientos?
Jaume Asens, preocupado por los excesos verbales
El diario Ara ofrece una entrevista a Jaume Asens, presidente del grupo parlamentario de Podemos en el Congreso, quien, a propósito del lapsus del general Santiago sobre "minimizar ese clima contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno", sostiene que "perseguir fake news no afecta a la libertad de expresión ni supone perseguir opiniones críticas con el Gobierno. Tiene que ver con proteger el derecho a recibir información veraz".
Más significativa es su preocupación por las críticas de la Generalitat a la gestión del Gobierno central: "Hay una serie de relatos que se están construyendo, como el de qué haría una Cataluña independiente o las conspiraciones numéricas de Buch, que me parecen muy peligrosos".
Sobre la actuación de los independentistas en Madrid, afirma: "Me supo mal el voto en contra de JxCat. Me pareció poco coherente con la petición del confinamiento total. ERC está haciendo un discurso más ponderado, aunque a veces me preocupa que se vean arrastrados por el discurso de algún dirigente de JxCat y acaben reproduciéndolo".
Y afirma saber que "muchos independentistas sienten vergüenza de estos discursos que dicen que España es muerte y paro, y Cataluña, vida y futuro". No lo nombra, pero esos son los términos en que se expresó Joan Canadell, presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona.
La salida de la crisis es trabajar mucho y bien
El economista Miquel Puig, también en Ara, aporta Cinc reflexions sobre la crisi econòmica, moderadamente optimistas. La primera: "Los ERTE son un gran acierto". "Nos hemos pasado décadas envidiando cómo se gestionaban las crisis en los países del centro y del norte de Europa, donde los empresarios pactaban con sus trabajadores reducciones transitorias de la jornada laboral, con el apoyo del sector público, que cubría una parte de las pérdidas de ingresos salariales. Las ventajas de ese método eran evidentes, tanto para la empresa como para el trabajador. Por una vez, ésta ha sido la forma en que se ha decidido afrontar la crisis, y lo tenemos que celebrar".
Cree que no se puede comparar la caída del PIB con la de la Guerra Civil, porque no ha habido aquella enorme destrucción de capital humano, físico y organizativo, ni con la recesión de 2008-2014 —"algunas oportunidades se habrán perdido, pero también habremos aprendido algo que nos puede ayudar a ser más productivos, como por ejemplo sustituir desplazamientos por videoconferencias"—.
Opina que la deuda no es el problema: "El Estado español llegó a la crisis con una deuda enorme y saldrá con una mucho más grande. Pero a diferencia del año 2008, esta vez el Banco Central Europeo ya nos ha dicho que no habrá problemas de liquidez". Podríamos añadir que los que se ilusionan con los hipotéticos beneficios de salir de la eurozona, a partir de ahora tendrán que hilar más fino.
Saldremos de la crisis de la única manera posible: "Trabajando mucho y trabajando bien" —hay un precedente: "España sólo ha salido una vez de esta manera: entre 1955 y 1975"—, y finalmente apuesta por un gran acuerdo político, "imprescindible para evitar que dentro de 10 años no podamos pagar las pensiones".
Historiadores muy falsos con apoyos muy ciertos
También en Ara, Joaquim Albareda carga contra el así llamado Institut Nova Història, que ha inundado el país de falsas conclusiones de hipotéticas investigaciones.
Se trata de un grupillo de autores conocido por afirmar la catalanidad de personajes como el Cid, Colón, Marco Polo, Garcilaso, Pizarro, Velázquez, Santa Teresa, Cervantes, Shakespeare, Quevedo, Erasmo o Leonardo da Vinci, importante dato cuyas pruebas documentales habrían sido ocultadas por una gran conjura castellana.
Hay un indiscutible reconocimiento de un pecado por omisión: "Es cierto que, en general, los historiadores académicos hemos callado ante [sus] invenciones, de entrada porque muchos hemos pensado que lo que contaban eran, simplemente, anécdotas o tonterías. Nos ha dado pereza discutir cosas evidentes que nos parecía que caerían por su propio peso.» Pues no hace falta investigar mucho para darse cuenta de que las ficciones bien subvencionadas —unos tres millones de euros según el Guardian, aunque el INH lo niega— siempre son más atractivas para el gran público que las sesudas investigaciones académicas.
Albareda se escandaliza, ahora, de las dimensiones que ha adquirido la bola de patrañas y emprende la denuncia de cómplices: "Sin duda, su eco habría sido mucho menor sin el impulso de TV3 y otros medios de comunicación audiovisuales y de determinada prensa. Por añadidura, personas significadas de ERC, de la ANC, de JxCat, algunos ayuntamientos, consejos comarcales, la Diputación de Girona y otras personalidades (que se mencionan en el libro) no han dudado en darles apoyo, en un claro ejercicio de irresponsabilidad política o de ignorancia pura, o todo".
Refiriéndose a los políticos catalanes, afirma que "todos juntos deberían plantearse seriamente qué futuro podemos construir en nuestro país a partir de un discurso histórico absolutamente irracional como el que ofrece la INH, en las antípodas de una historia reflexiva y rigurosa que nos ayude a pensar históricamente, críticamente, como la que construyeron Jaume Vicens Vives, Pierre Vilar y Josep Fontana".
La respuesta es muy fácil: a partir de un discurso histórico absolutamente irracional se construyen proyectos de futuro absolutamente irracionales.
Socorro, ¡un manifiesto!
El manifiesto de personalidades de izquierda contra el gobierno de la Generalitat ha sido rápidamente descalificado por laRepública.cat: "Sólo viendo los perfiles que hay detrás de las firmas uno ya se hace una idea clara de que todo es un plan orquestado por el departamento de comunicación del PSC para intentar despistar sobre la realidad de la gestión de sus desde la Moncloa".
Lo que afirman en dicho manifiesto esos 40 notables, situados en la órbita de los partidos que gobiernan en Madrid, es que "dejen de una vez por todas de utilizar la pandemia como arma política, asuman sus responsabilidades y se comporten de forma solidaria y empática con el resto de los pueblos del Estado español, que piensen en el bien de la ciudadanía como objetivo primordial y que trabajen especialmente para mejorar las condiciones de vida de las personas dejando de practicar políticas partidistas, confrontadas e interesadas".
Confinar a tiempo, la clave
Andreu Barnils, en Vilaweb, a partir de datos sobre la pandemia, asume esta conclusión: "Ni el dinero que destinan a Sanidad, ni las camas de UCI por habitante, ni tampoco la pirámide de edad de la población explican el porqué unos países tienen pocos muertos por millón de habitantes, y otros muchos. La explicación se encuentra en el tiempo. El tiempo es clave. Los países que confinaron deprisa, y cuando no tenían casi muertos, son los que han salido mejor parados: Grecia, Alemania, Singapur, Noruega, Dinamarca, República Checa, Portugal. Unos tienen muchas camas UCI, otros menos. Unos dedican mucho dinero a Sanidad, otros menos. Pero todos se confinaron cuando tocaba. En cambio, los países que confinaron cuando la pandemia ya estaba esparcida, son los que han ido mal: Italia, Reino Unido, España, Francia".
Y juzga así el papel del Gobierno social-comunista: "Hicieron tarde en su momento y ahora, básicamente, gestionan el desastre de no haber sabido reaccionar a tiempo. El Gobierno Sánchez perdió un tren vital. Y ahora lleva semanas centralizando su letal frustración".