El PP cierra uno de los años más agitados de su historia con un escenario completamente distinto al que tenía en diciembre de 2021. Entonces, se intuía la guerra fría existente entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso y todo el partido se sumía en la incertidumbre por los posibles adelantos en Castilla y León y en Andalucía, mientras la marca no remontaba en las encuestas a nivel nacional. 365 días después, los populares han cambiado esas dudas por certezas, en forma de primer gobierno de coalición con Vox, mayoría absoluta de Juanma Moreno, y un nuevo liderazgo, el de Feijóo, que amenaza la hegemonía territorial del PSOE y la continuidad de Sánchez en Moncloa.
El fin de la era Casado se activó con la difusión de un supuesto espionaje a Isabel Díaz Ayuso del que a día de hoy no se conocen 'culpables' y que provocó apenas una dimisión, más allá de la marcha del entonces presidente nacional del PP . No obstante, el origen de la caída del líder comenzó con una votación capital en el Congreso: la de la reforma laboral de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.
Cuenta un alto cargo de la actual dirección del PP de Feijóo que Casado, en el fondo, tuvo "mala suerte" en sus últimas semanas en Génova: "Si Alberto Casero no se equivoca, él y Teodoro hubieran quedado como unos grandes estrategas y el resultado en Castilla y León hubiera sido incontestable". Días después, y ya tras el estallido definitivo de la guerra con Ayuso, Casado claudicó ante los barones del partido: "Si aguanta dos horas más, se habría podido agarrar al cargo porque estalló la guerra en Ucrania", comenta el mismo dirigente nacional del PP.
Elección de Feijóo y pacto con Vox
Sea como fuere, el final de Casado parecía escrito desde hacía tiempo y sus enemigos solo tuvieron que esperar a la oportunidad propicia para activarlo. Los resultados en Castilla y León fueron ese acicate, pero lo cierto es que el panorama político después de esos comicios suponía un reto para el PP, que tenía que decidir si pactaba o no un gobierno de coalición con Vox.
La decisión, con una dirección interina tras la dimisión forzosa de Casado, recayó en Alfonso Fernández Mañueco, que aceptó incluir a representantes de Vox en su nuevo ejecutivo y descargó de esa responsabilidad al nuevo líder nacional: Alberto Núñez Feijóo.
El acuerdo entre ambas formaciones, de hecho, se anunció días antes del congreso extraordinario del PP, celebrado en Sevilla, en el que Feijóo fue elegido nuevo presidente del partido. El gallego, en su discurso, apostó por la moderación y recuperar al electorado que había abandonado al partido a izquierda y a derecha. Esa hoja de ruta se ha mantenido durante todos estos meses, a pesar de la coalición con Vox en Castilla y León.
'Efecto Feijóó' y éxito en Andalucía
El desembarco de Feijóo en Madrid, procedente de Galicia, se fue reflejando a nivel orgánico de forma escalonada. El nuevo presidente nacional del PP no tuvo prisa a la hora de cerrar una nueva ejecutiva que, durante muchas semanas, y hasta el nombramiento de los secretarios de área, solo estuvo integrada por la secretaria general, Cuca Gamarra, el coordinador general, Elías Bendodo, y los vicesecretarios.
Más prisa se dio Feijóo para cerrar, cuanto antes, los congresos autonómicos de Madrid y Galicia, para satisfacer los deseos de Ayuso de presidir cuanto antes el PP madrileño y confirmar la elección de Alfonso Rueda como su sucesor no solo en la Xunta, sino al frente de los populares gallegos.
Después llegaron los congresos de Extremadura y Murcia, también antes de verano. A la vuelta de vacaciones, se celebró también el congreso de Cantabria y se produjo la renovación de las direcciones en La Rioja, Asturias y Navarra, aunque solo en esta última comunidad se ha podido celebrar el congreso de sucesión, este mismo mes de diciembre.
La renovación orgánica ha sido uno de los principales retos de Feijóo desde que llegó a Génova, aunque pronto se encontró con un reto aún mayor. El 25 de abril, cuando apenas llevaba 20 días como presidente nacional del partido, Juanma Moreno anunció la convocatoria de elecciones en Andalucía para el 19 de junio.
Para entonces, las encuestas ya empezaban a reflejar el llamado 'efecto Feijóo', con un importante incremento en la intención de voto de los populares a nivel nacional. Con el viento a favor, el presidente de la Junta decidió llamar a los andaluces a urnas, pero lo cierto es que ni en el Palacio de San Telmo, ni en Génova, esperaban el histórico resultado obtenido por el PP ese 19-J.
La mayoría absoluta lograda por Moreno, con 58 escaños, no solo supuso el mejor resultado del PP en Andalucía, sino que consolidó la apuesta de Alberto Núñez Feijóo por ese discurso más moderado que ya reivindicó en el congreso extraordinario de Sevilla y que volvió a reivindicar en la junta directiva nacional posterior a los comicios andaluces.
Golpe al PSOE tras el fiasco del CGPJ
Con esa hoja de ruta claramente marcada, Alberto Núñez Feijóo aceptó retomar las conversaciones con Pedro Sánchez para renovar el CGPJ después de la dimisión de su presidente, Carlos Lesmes. Una decisión, la de negociaro con el Gobierno, que le trajo el mayor dolor de cabeza en sus nueve meses al frente del PP.
El jefe del Ejecutivo ya había advertido en Bruselas, en unas declaraciones a los periodistas, que su objetivo era reformar el Código Penal para modificar el delito de sedición, pero que no contaba con la mayoría parlamentaria para ello. Feijóo, por tanto, vio que esa iniciativa estaba parada y no vio inconveniente en negociar con Sánchez. Pero no todos en el PP estaban de acuerdo.
La que más claro lo transmitió, tanto en público como en privado, fue Isabel Díaz Ayuso, aunque no fue la única dirigente contraria a esa negociación. El presidente nacional del PP, después de hablar con la madrileña y otros altos cargos del partido, y tener confirmación por parte de Sánchez de que el delito de sedición podía ser derogado, decidió dar por concluidas las conversaciones con el Gobierno.
Aquellas semanas de noviembre fueron complicadas para Génova y en las encuestas se empezaba a reflejar un frenazo en el crecimiento demoscópico del PP, pero llegó diciembre y, con él, la maniobra de Sánchez para controlar el TC con dos enmiendas incluidas in extremis en la reforma del Código Penal para cambiar las mayorías necesarias para nombrar magistrados al Constitucional.
El PP reaccionó pronto y vio que la maniobra era recurrible ante el propio TC. Cuca Gamarra activó a la asesoría parlamentaria y a los servicios jurídicos del partido y los populares presentaron un recurso de amparo que el Constitucional aceptó, aplicando las cautelarísimas solicitadas y paralizando la tramitación parlamentaria de esas enmiendas.
El fallo del TC ya ha tenido efectos demoscópicos para un PSOE que vuelve a caer y un PP que vuelve a subir. Una tendencia que también confirman las encuestas encargadas por Génova. Todo ello, a cinco meses de unas elecciones autonómicas y municipales que serán la antesala de las elecciones generales. El horizonte para el PP es alentador. Sobre todo, teniendo en cuenta cómo estaba el partido hace apenas nueve meses. Después del 'big bang' de febrero, el 2022 ha sido el año de la remontada de los populares, que afrontan las próximas carreras electorales en la 'pole position'.