España

Borja-Villel: “Los chinos son los únicos que están construyendo museos”

En un momento en el que el panorama de museos y fundaciones se oscurece, el  Reina Sofía consigue un paraguas legal para guarecerse ante los nubarrones. Se trata de la ley, ya vigente, que otorga al centro de arte más autonomía y competencias.

En un momento en el que el panorama de museos y fundaciones se oscurece, el  Reina Sofía consigue un paraguas legal para guarecerse ante los nubarrones. Se trata de la ley, ya vigente, que otorga al centro de arte más autonomía y competencias.

Tal y como explica Manuel Borja-Villel, actual director del museo desde 2008, esta ley, inspirada en la que se aplicó para el Museo del Prado en 2003, “implica una mejora en términos de eficacia y modernización” en varios, aunque también muy concretos aspectos.

Lo primero que consigue este instrumento, según Borja-Villel, es acortar los plazos en la toma de decisiones. “Habrá inspección e intervención a posteriori, no a priori”. A eso se suma el hecho de que permitiría “agilizar la propia financiación del museo a través de la creación de sociedades, así como gestionar mejor los recursos, mover partidas y hacer acuerdos con otras instituciones”, según explicó el director.

Sin embargo, uno de los aspectos más sensibles y significativos de los comentados por Borja-Villel en lo que a la Ley se refiere tiene que ver con las posibilidades que ofrece ésta para la “transformación del personal”. Según Villel, el esquema laboral actual está “basado en el modelo del funcionario”, el cual, a su juicio, está asociado a “unas estructuras muy rígidas que necesitan pasar a un esquema basado en objetivos”.

¿Se moderniza el Reina? Ante esa pregunta, la respuesta de Manuel Borja-Villel es más que categórica: “La ley del Reina forma parte de unos cambios estructurales de más calado. Tiene un carácter de gestión pero la transformación tiene detrás un concepto, un cambio en la forma del modelo museístico e institucional, empezando por la colección, que es un modelo más complejo que se opone al esquema rancio y hegemónico que se nos ha impuesto”.

Desde su llegada, en 2008, al MNCARS después de presentarse a concurso según dictaba el reglamento de buenas prácticas, Manuel Borja- Villel puso orden en una institución donde reinaba el caos, en su sentido más literal. Tras su paso por la Fundación Antoni Tàpies y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, Borja- Villel acometió la tarea del Reina con un objetivo muy claro: resituar el museo, sacarlo del atolladero museográfico en el que llegó a situarse y recolocarlo en el campo del conocimiento.

“Hay que entender el museo no como espectáculo, sino como lugar de conocimiento, de debate, como esfera pública a través del programa de estudio, del centro de documentación”, dice el director sobre un museo en el que reconoce, al hablar de su pluralidad de espacios –el edificio  Nouvelle, el Sabatini, el Palacio de Cristal o el Palacio Velázquez- no un problema, sino una posibilidad. “A veces se le acusa de ser un museo complejo y lo es, porque hay cuatro edificios y cada uno tiene una lógica distinta. De hecho, dos de los cuatro están fuera, están en el Retiro. Y eso propicia la idea del museo como ciudad”.

Al ser consultado sobre la reciente solicitud promovida por el PNV, y denegada por el senado, de trasladar El Guernica a Euskadi, el director del Reina Sofía se ciñó a temas estrictamente estéticos y técnicos. “Los cuadros tienen dos vidas, la suya propia y la que continúan generando. Esto ocurre con Las Meninas de Velázquez, Los Frailes de Zurbarán, ocurre con Goya. En El Guernica, como icono del siglo XX entra en la dinámica del fetiche, algo que todo el mundo quiere poseer. Lo está claro es que el cuadro, por razones técnicas ni puede moverse, ni va a moverse”.

Es inevitable, en esta conversación, volver sobre el aparentemente extinto papel del Estado coleccionista. Al respecto, Borja-Villel no aporta cifras, pero está más que claro que el presupuesto para adquisiciones bajará mucho más de lo que ya lo ha hecho. El problema exige el diseño de nuevas estrategias.

“Esta es una crisis estructural que nos afecta a todos, quitando a los chinos, porque los chinos son los únicos que están construyendo museos sin cesar, ésta es una crisis que nos afecta a todos. Y está claro que las fórmulas patrimoniales ya no funcionan. El modo de afrontar la crisis es a través de la colaboración y la relación con otros centros. No sólo por compartir gastos, sino conocimientos. Lo importante no es la acumulación de tesoros, sino la construcción de relatos”, comentó Villel.
 

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