Ni las 14 huelgas generales, ni los continuos planes de ajuste que empobrecen al país; ni las privatizaciones, ni la inestabilidad política que pende sobre el Ejecutivo; ni tan siquiera las temidas rebajas a la nota crediticia de las tres agencias de calificación anglosajonas. En el último bienio, Grecia ha sufrido el mayor embate de los mercados cuando nadie lo esperaba: poco después de esas cumbres donde, en teoría, se decide su salvación. Una reunión de emergencia de la Troika (UE, FMI, BCE) significa un mal presagio para Atenas.
La euforia en los parqués del miércoles 26 de octubre (con subidas del 6%) y el gatillazo posterior (caídas superiores al 8% desde el lunes 31) tienen muchos referentes. Concretamente una decena durante los dos años de Gobierno del socialista panhelénico Yorgos Papandreu, el urdidor del último lío -ora lanzo un referéndum, ora lo retiro- protagonizado por el Eurogrupo.
Los ataques bursátiles a la deuda helena no son nuevos. Existen dos fases: la primera mitad de 2010 –cuando se formula el primer plan de rescate- y la segunda parte del aún inconcluso 2011 –cuando se desechan los rescates y se adopta el mecanismo de estabilidad-. Una comparativa entre los episodios de la crisis y la evolución del Eurostoxx 50 –el índice ponderado por la capitalización bursátil de las compañías europeas- revela que los griegos tienen mucho que perder cuando sus problemas son la comidilla de los prohombres reunidos en Bruselas.
Los intereses de la deuda helena a 10 años crecen al mismo diapasón. Desde que se socorre a Grecia y al euro -un año y 10 meses-, los tipos han pasado del 5% en 2008 a rozar el 30% (ver gráfico).
Desplome después del éxtasis
“Las cumbres de la UE se han convertido en una bocado muy suculento para los especuladores”, explica Luis Alberto Alonso, de Economía Aplicada de la Complutense. “La incertidumbre para inversores y ahorradores es total, porque hay títulos que nadie quiere y títulos que sí. Quien conozca las lagunas de políticos como Merkel o Sarkozy puede obtener beneficios muy elevados en periodos muy cortos si vende sus títulos antes de que las Bolsas caigan”.
Las historias de alegrías abortadas arrancan el 3 de febrero de 2010: ese día, la Comisión Europea aprueba el primer plan de austeridad griego, pero le recomienda más recortes y le avisa de que supervisará estrechamente sus cuentas. Los días 4 y 5 de ese mes Eurostoxx acumula pérdidas por encima del 6%. Un augurio de lo que viene a continuación.
El patrón seguirá repitiéndose. El 2 de mayo del pasado año, la UE y el FMI deciden prestar a Grecia 110.000 millones euros durante tres años. El 10 de ese mes, el BCE emplaza a los bancos centrales a comprar deuda pública de los países y la locura se desata (subidas del 10%). Nueve días después, Grecia recibe el primer tramo de ayuda europea… Todos estos acontecimientos tienen un reverso: un desplome bursátil a los dos, tres, cuatro días del éxtasis.
El segundo acto llega este año, cuando Bruselas se convence de la nulidad de los rescates. El pasado 11 de julio, el Eurogrupo avanza la idea de un fondo de estabilidad. Desde entonces, al menos cinco tomas de contacto entre la Troika y el Gobierno de Papandreu han pinchado en los selectivos. El último batacazo se produjo el lunes 31 de octubre. ¿Culpa del plebiscito del primer ministro o del contenido de las resoluciones que se aprueba cumbre tras cumbre?