El calendario para la apertura de las Cortes, la sesión de investidura y la toma de posesión del nuevo Gobierno, está siendo minuciosamente analizado por todos los que en el PSOE dan por perdidas las elecciones y se disputan el poder interno en la dura etapa que se avecina para este partido después del 20-N. Las fechas no son oficiales, pero se dan como seguras en medios parlamentarios: el 13 de diciembre se constituirán las Cámaras, el 20, Mariano Rajoy afrontará la sesión de investidura, y el 23, víspera de Nochebuena, tomará posesión el nuevo Ejecutivo.
Entre el 13 y el 20 del mes que viene, los diputados socialistas elegirán a la nueva dirección de su Grupo Parlamentario y al portavoz que llevará la voz cantante frente el líder del PP en la investidura, una vez que el Rey haya culminado su ronda de contactos con los partidos políticos para proponer un candidato a la presidencia del Gobierno. Muy pocos dudan de que si Rubalcaba no dimite la misma noche del 20-N como consecuencia de una sangría electoral peor de la esperada, será el elegido para enfrentarse a Rajoy en su investidura, en lo que se antoja como una segunda vuelta, con otros objetivos bien distintos, del debate televisado del pasado lunes.
Si Rubalcaba no tira la toalla, no encontrará problemas insalvables para auparse a la portavocía parlamentaria ya que la elaboración de las candidaturas electorales que ha realizado el candidato con la cobertura de José Blanco,ahora ya fuera de juego, le ha brindado un generoso blindaje en las filas del grupo socialista. La mayoría de los diputados del PSOE que salgan elegidos le deberán su escaño a ambos y, por tanto, nadie espera sorpresas desagradables.
Será desde este escaparate parlamentario desde el que Rubalcaba preparará con toda seguridad su asalto a la secretaría general del PSOE en el 38º Congreso, según fuentes socialistas. El cónclave no tiene aún fecha fijada pues dependerá no solo de la escala del terremoto previsto para el 20-N sino también del éxito que tenga el presidente de la Junta andaluza, José Antonio Griñán, en su intención de acudir al congreso como el principal barón del partido y, por tanto, sin haber pasado todavía por la derrota que todos los sondeos le pronostican en las autonómicas andaluzas.
La elección del portavoz parlamentario prevista para la segunda quincena de diciembre se considera, pues, un paso clave dentro del PSOE en un momento en el que ya apenas quedan dirigentes con poder regional, provincial o local tras la debacle sufrida por el partido el pasado 22 de mayo, fecha en la que realmente se perdieron también las generales del 20-N.
Si bien en la cúpula del PSOE se confía en estrechar algo la horquilla que le separa del PP en las encuestas, una remontada en toda regla se considera misión imposible, sobre todo después de que el cara a cara entre Rubalcaba y Rajoy haya enterrado definitivamente, así se cree al menos en Ferraz, la campaña. Los tropiezos serios para ésta comenzaron en agosto, cuando la tormenta en los mercados llevó a Zapatero a reformar la Constitución sin tener en cuenta la opinión de Rubalcaba, siguieron con los datos de desempleo de la EPA y del paro registrado y han culminado con la polémica actuación del candidato en el debate televisado del lunes.
Tutelaje sobre Madina
Un fuerte desánimo recorre ahora las filas del PSOE, pues se han visto dinamitadas todas las expectativas de frenar la mayoría absoluta de Rajoy. Para terminar de articular la ‘operación Rubalcaba’ y su asalto al liderazgo del partido, aventura de la que participa también Felipe González, queda por cerrar en su entorno la cuestión más importante: la voluntad final del candidato de participar en una carrera donde, llegada la convocatoria del 38º Congreso, puede encontrarse con todo tipo de competidores: desde Carme Chacón, que no ha colgado su dorsal, hasta el madrileño Tomás Gómez, pasando por aficionados como Juan Fernando López Aguilar o el joven vasco procedente de la cantera zapaterista Eduardo Madina.
Esta última sería la opción preferida de Rubalcaba si decidiera abandonar la carrera, ya que podría ejercer sobre él un claro tutelaje. De momento, el candidato solo ha dicho en voz baja que su proyecto es para cuatro años, una actitud prudente que, sin embargo, es considerada por personas de su confianza como un error de libro, casi tan grave como el que cometió el lunes ante 12 millones de espectadores invistiendo presidente a Rajoy por anticipado.