La decisión oficializada ayer lunes por el rey Juan Carlos I de apartar a su yerno Iñaki Urdangarin de la vida oficial de la Corona, iniciativa tomada por sorpresa el domingo día 11, es consecuencia directa de un episodio vivido en La Zarzuela la semana pasada: la tensa entrevista mantenida por el marido de la infanta Cristina con su suegro, el Rey de España, y con su cuñado, el príncipe Felipe. La misma se saldó sin acuerdo, aunque tanto el Monarca como el Príncipe salieron de la misma confiados en que Urdangarin terminaría por asumir de grado o por fuerza la decisión a la que fue conminado en el curso de la entrevista.
De acuerdo con varias fuentes consultadas por este diario, se trataba de que el propio Urdangarin, a través de un comunicado o de una comparecencia pública restringida, adoptara motu proprio la iniciativa de apartarse de las actividades de la Cara Real para que el escándalo derivado del caso Palma Arena, que tiene al vasco contra las cuerdas de una imputación por diversos delitos, no afectara a los miembros de la Familia Real y mucho menos al prestigio de la Corona.
Pero el sábado por la tarde, el marido de la infanta hizo público desde Washington, donde reside habitualmente con su familia, un comunicado que, de acuerdo con las fuentes, causó una “profunda decepción” en la Zarzuela, porque ni de lejos respondía a las exigencias que le habían sido planteadas días antes en Madrid. Lo hizo mediante una declaración telefónica a la agencia EFE, en la que aseguraba lamentar “profundamente” el “grave perjuicio” causado a la “imagen de su familia y de la Casa de su Majestad el Rey” ante “la acumulación de informaciones y comentarios aparecidos en los medios de comunicación relativos a mis actuaciones profesionales”.
Según el duque de Palma, Zarzuela “nada tiene que ver” con sus “actividades privadas”. Demasiado poco para lo que se esperaba de él. El comunicado de marras provocó una manotazo sobre la mesa del propio Monarca, muy alentado en este caso por su hijo, que decidió cortar por lo sano y proceder, mediante la comparecencia pública del Jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, a oficializar el “apartamiento” de Urdangarin de las actividades oficiales de la Familia Real, en un intento de levantar un eficaz cortafuegos destinado a minimizar los daños que para la Corona pueda suponer la previsible imputación de Urdangarin.
Dos entrevistas con el Rey, una con el Rey y el Príncipe
La entrevista de la semana pasada es la segunda que mantiene el marido de la infanta Cristina en la Zarzuela con el propio Monarca desde que hace cuatro semanas estallara la crisis. En ambas ocasiones, el duque de Palma se ha entrevistado también con Spottorno, aunque este diario no ha podido verificar si esos encuentros se han celebrado al margen de los mantenidos con don Juan Carlos, en un caso, y con don Juan Carlos y el príncipe Felipe, en otro, o si el Jefe de la Casa del Rey ha sido testigo personal de las mismas.
Lo que sí han confirmado las fuentes es que los dos comunicados emitidos por el marido de la infanta desde que estallara la crisis lo han sido a petición expresa de Zarzuela. El primero de ellos fue una escueta nota hecha pública, también a través de EFE, el pasado 11 de noviembre, en la que el duque de Palma se mostraba dispuesto a defender su “honorabilidad y honor” ante el aluvión de informaciones incriminatorias que ya entonces empezaban a llover sobre él a cuenta de la peculiar gestión de los “negocios” del Instituto Nóos.
Ha sido, pues, el “desaire” de Urdangarin a las exigencias del príncipe Felipe y del propio Rey para que, “por iniciativa propia”, anunciara su desvinculación de la vida oficial de la Corona, lo que ha provocado la drástica decisión adoptada por la Casa del Rey ayer lunes. Una iniciativa sin precedentes, de dimensión histórica, que rompe una tradición de silencio mantenida en este y en otros casos, y que hace añicos la argumentación estrella esgrimida hasta ahora por Zarzuela, esto es, que los negocios del duque eran un asunto privado que nada tenía que ver con la Corona. Todo eso se ha roto.