La sucesión de Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO) al frente del Banco de España es un asunto de capital importancia y que está suscitando una gran expectación, similar a la existente sobre el futuro ministro de Economía. Muchas apuestas estaban cerradas sobre la figura de José Manuel González-Páramo, actual miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), pero en el PP no contemplan con buenos ojos esa posibilidad.
En primer lugar, conviene recordar las declaraciones formuladas por la futura vicepresidenta, Soraya Sánez de Santamaría de octubre de este año, en las que anunció una gran reforma del banco central, criticando además con mucha dureza a MAFO, a quien tildó de un simple “comentarista” de la crisis del sector financiero.
En un tono económico poco habitual en ella, Sáenz de Santamaría anunció profundos cambios en los órganos reguladores si el PP llegaba al poder, (cosa que ha hecho con la necesaria mayoría), con mención especial para el supervisor bancario. Todo ello venía a cuento de las crisis bancarias latentes, con las cajas de ahorros como grandes protagonistas y la denunciada pasividad del Banco de España de trasfondo.
González-Páramo no será, según lo que comentan en Génova, el sucesor de MAFO después de junio 2012, fecha en la que finaliza su mandato. En primer lugar, comentan que “Páramo ni se ha dignado a hablar con nosotros en estos ocho años. Es que ni nos ha descolgado el teléfono”, comentan fuentes populares. Ha mantenido un perfil excesivamente bajo y no es visto con la confianza necesaria.
Pero no falta quien, además, opina que tiene un perfil demasiado macroeconómico en un momento como el actual, que hace falta un técnico bancario de primerísimo nivel. Doctorado en Económicas por la Complutense de Madrid en 1980 y Ph. D. en Economía por la Universidad de Columbia, ha realizado un montón de escritos sobre política monetaria y financiera, así como de política fiscal, Páramo es, sin duda, un intelectual de mucho peso.
Sin embargo, los tiempos actuales hacen precisa la figura de un gobernador del Banco de España fajador, que analice los balances y los riesgos de las compañías financieras con ojo escrutador, que tenga iniciativas claras para arreglar la complicada situación crediticia de las entidades domésticas. Probablemente, su largo periplo en el BCE no le ayude en este sentido, ya que el organismo con sede en Francfurt tampoco ha sido un águila a la hora de atajar la crisis financiera que ha golpeado desde a las pequeñas entidades hasta los más grandes colosos bancarios del EuroStoxx 50.
Hombre banco
Esa naturaleza de “hombre de banco central” también es vista como un obstáculo en Génova. Presente en el Banco de España desde 1989 hasta 2004, primero como asesor y luego como miembro del Consejo de Gobierno, hasta su marcha al BCE, ofrece un perfil corporativo demasiado bancario. Reforma es sinómimo de cambio, de nuevos aires y bríos.
Y, como suele decirse, los grandes cambios o se hacen al principio o no se hacen y no parece que un hombre con más de 20 años en los bancos centrales reúna el perfil idóneo para acometer esa gran restructuración del Banco de España que anunciaba Soraya Sáenz de Santamaría. En el PP gusta más un técnico que llegue más liberado de ataduras
Todo eso, sin contar con su cercanía a los Gobiernos socialistas. González-Páramo trabajó antes que en el Banco de España en el ministerio de Economía y Hacienda, entre 1985 y 1987, como asesor, compaginando sus clases en la Complutense, donde obtuvo la cátedra de Economía y la dirección del Departamento de Hacienda Pública.
El próximo inquilino del despacho más noble de la Plaza Cibeles deberá ser un hombre cercano al nuevo equipo de Rajoy que lidera Sáenz de Santamaría, capaz de enfrentarse al reto de la reordenación final del sistema financiero español. Algo para lo que hará falta mucha energía y estar totalmente libre de cargas.