La política da tantas vueltas que, al final, Alfonso Guerra puede convertirse en el fiel de la balanza que incline hacia un lado o hacia otro el 38º Congreso socialista previsto en Sevilla para la primera semana de febrero. Quién le iba a decir que dos décadas después de mantener una lucha a cara de perro contra los que él mismo calificó como “renovadores de la nada” se le iba a pedir ayuda para salvar ni más ni menos que a uno de sus principales cabecillas, Alfredo Pérez Rubalcaba, antiguo integrante de lo que en su día se conoció como el 'clan de Chamartín'.
Vistos los apuros en los que se está viendo envuelto Rubalcaba ante la mercadotecnia tan efectista empleada por Carmen Chacón, José María Benegas, uno de los dirigentes más veteranos del socialismo vasco, ha pedido a Guerra que se vincule de forma activa a su causa. Lo hizo el pasado miércoles durante una reunión mantenida en el Congreso de los Diputados. Hasta el momento, el ex vicesecretario general del PSOE en la etapa de Felipe González se ha refugiado en la ambigüedad, aunque sus seguidores le atribuyen un espíritu tan jacobino que no dudan de su profundo desprecio a la alternativa que encarnan Chacón y el Partido Socialista de Cataluña.
Si bien el guerrismo hace tiempo que ha dejado de ser una corriente activa dentro del PSOE, sus votos fueron los que decantaron el 35º congreso de este partido a favor de Zapatero. Corría el verano de 2000 y el desorden interno en el que vivía el socialismo tras el fracaso electoral de Joaquín Almunia hizo que concurrieran hasta cuatro candidatos a la secretaría general: José Bono, al que todos los pronósticos daban como ganador, José Luis Rodríguez Zapatero, que se aupó al timón del partido por solo nueve votos de diferencia, Rosa Díez y la guerrista Matilde Fernández. Los votos que tendrían que haber apoyado a esta última fueron a parar al final, en su mayoría, a la lista de Zapatero, movimiento que le dio a éste la inesperada victoria.
Como referencia del ala izquierda del PSOE, el discurso de Alfonso Guerra con vistas al 38º Congreso puede ser muy importante, destacan fuentes socialistas. De ahí la petición de Benegas, consciente de que una definición clara de Guerra a favor de Rubalcaba puede mover el voto de federaciones como la andaluza, la extremeña o la asturiana, tres de los territorios donde tradicionalmente ha tenido mayor peso tanto el guerrismo como la corriente Izquierda Socialista.
La apuesta de Guerra por Rubalcaba, si finalmente se explicita, sería toda una paradoja histórica en la vida interna del PSOE ya que tradicionalmente ambos han sido identificados con los dos extremos ideológicos dentro de la organización. La cosa no se presenta fácil, porque además de heridas históricas hay cicatrices recientes que están sin curar. Entre ellas, la eliminación de las listas electorales de algunos significados guerristas como Francisco Fernández Marugán, un incombustible que se ha quedado sin escaño en esta legislatura.