La interpretación que Cándido Méndez ha trasladado a sus personas de confianza en UGT sobre la situación por la que atraviesa el PSOE no puede resultar más demoledora para esta formación política y, en concreto, para Alfredo Pérez Rubalcaba. El líder sindical cree que el 38º Congreso celebrado hace dos semanas en Sevilla, al que solo asistió como invitado en su clausura, solo fue “una pérdida de tiempo” porque dejó sin cerrar la crisis interna en su partido.
En la dirección de UGT se cuenta con la celebración de otro nuevo congreso antes de las legislativas de 2015 donde tendrá que abrirse de nuevo el melón sucesorio y elegirse a un nuevo líder. Un horizonte demasiado largo teniendo en cuenta que, a juicio de Méndez, el PSOE debe ponerse en forma con rapidez dado el desgaste al que, previsiblemente, estará sometido el nuevo Gobierno.
En lo que sí coincide el sindicato con la nueva dirección que dirige Rubalcaba es en la necesidad de regresar a las tácticas de antaño para contactar con los movimientos sociales. Pero el problema, en opinión de Cándido Méndez, es que la pérdida de casi todo el poder ha llegado en un momento en el que casi nadie dentro del PSOE sabe “trabajar a pelo” debido al largo anclaje institucional. Es decir, observa falta de entrenamiento.
Las expectativas que manejan los dirigentes ugetistas sobre las elecciones andaluzas son también poco halagüeñas, pues buena parte de ellos opinan que para este viaje no hacían falta estas alforjas, en otras palabras, que la caída de Manuel Chaves del cartel electoral y su relevo por José Antonio Griñán fue un error mayúsculo que protagonizó en primera persona José Luis Rodríguez Zapatero.
Rubalcaba siempre fue consciente de que Méndez decantó sus simpatías hacia Carmen Chacón porque entendía que en la crisis tan grave que vive el PSOE había que arriesgar. Después del 38º Congreso, donde Rubalcaba se impuso a la ex ministra por solo 22 votos de diferencia, el nuevo secretario general ha intentado acercarse a los sindicatos aprovechando su rechazo a la reforma laboral. Pero ni siquiera estuvo presente en la manifestación contra esta reforma celebrada el pasado domingo, pues optó por enviar a una delegación de su partido encabezada por Soraya Rodríguez.
La recomposición de las relaciones de confianza entre el PSOE y la UGT llevará, pues, su tiempo por mucho que desde la Ejecutiva de Ferraz se juegue ahora a denunciar la supuesta campaña de desprestigio contra UGT y Comisiones.