España

De Guindos y la patada en el culo al señorito Rato

Luis de Guindos no había dormido la noche del jueves al viernes y se notaba. Lo denotaba su rostro cansado, casi cetrino, y su gesto crispado, como a la defensiva,

Luis de Guindos no había dormido la noche del jueves al viernes y se notaba. Lo denotaba su rostro cansado, casi cetrino, y su gesto crispado, como a la defensiva, a la menor pregunta comprometedora de los plumillas. El jueves 10 había sido el día más duro de su corta etapa en el Gobierno. Faltaban menos de 24 horas para la presentación en sociedad del segundo Real Decreto-ley (RDL) sobre saneamiento del sistema financiero, lo que se ha dado en llamar “decreto Guindos-II”, y todo, o casi, estaba en mantillas, todo cogido con alfileres, borradores corriendo por los despachos de la gran banca sin saber cuál era el bueno, porque el papel de las ocho de la tarde era distinto del de las cuatro, y las cosas cambiaban según se iban sucediendo, atropelladas, las reuniones del Ejecutivo, hasta darse el caso de que, en un punto de aquella laboriosa tarde-noche, corrió la especie de que Economía iba a posponer la toma de cualquier decisión al viernes 18, tan verde estaba la cosa, y luego que no, que solo entraban las sociedades de liquidación de activos, y más tarde que eso y algo más, pero no el aumento de las provisiones, y todo era provisional, todo evanescente y etéreo, todo exhalando un aroma de aterradora improvisación.

Razón por la cual cuando el viernes, tras la reunión del consejo de ministros, supimos por fin de qué iba el invento, un cierto suspiro de alivio recorrió Madrid. Podía haber sido peor. Y es que hay gente en el propio PP para quien el Guindos-II solo viene a confirmar el fracaso del Guindos-I (RDL 2/2012, de 3 de febrero), porque desde entonces han pasado tres meses y pico y nuestro sistema financiero sigue encallado, de modo que se han perdido unas semanas preciosas y es difícil imaginar cuándo hubiera estallado el globo de no haber sido por la crisis de Bankia, de no haber sido, en realidad, por el plante del presidente del BCE, Mario Draghi, quien el jueves 3 de mayo y en Barcelona hizo saber a Mariano Rajoy la insostenible situación de nuestra banca, convertida en factor de riesgo para todo el sector financiero de la UE, amén del euro, urgiendo la toma de medidas inmediatas con la entidad presidida por ese genio de las finanzas llamado Rodrigo Rato, nudo gordiano del problema.   

“Puede que de Guindos  sepa mucho de mercado de capitales, pero de banca al por menor no tiene ni idea. ¿A quién se le ocurre volver a subir las provisiones?”

Para imprimir un molto vivace al ritmo cansino con que venía desarrollándose esta reforma, De Guindos ha puesto en escena la artillería de las grandes ocasiones, forzando a elevar las provisiones de todos los créditos del inmobiliario, incluso de los clasificados como “no problemáticos”, y además obligando a hacerlo a toda la banca, grandes y pequeños, con independencia del grado de salud de su cartera de activo. El cabreo de los grandes ha sido total y su labor de lobby ante el Gobierno Rajoy, desenfrenada. Pero el ministro se ha mantenido en sus trece. “Puede que sepa mucho de mercado de capitales, pero de banca al por menor no tiene ni idea. ¿A quién se le ocurre volver a subir las provisiones? Eso se va a comer los beneficios, haciendo que no pocas entidades entren en pérdidas, además de darle un tajo adicional al crédito. Es matar moscas a cañonazos”, asegura un alto ejecutivo bancario. En su opinión, en lugar de disparar por elevación hubiera sido aconsejable analizar entidad por entidad, para discriminar entre sanos y enfermos. “¿Que no eran suficientes las provisiones del RDL de 3 de febrero? Pues ración doble. Con ello consigue, además, extender una sombra de sospecha sobre el sistema financiero en su conjunto, y eso ante la atenta mirada de los mercados”.  

Conviene aludir enseguida a un dato esencial sin el cual no se entendería no ya este nuevo RDL, sino la muy delicada situación en que nos hallamos y, en última instancia, el entero paquete de ajuste diseñado por el Ejecutivo. Y es que, con la  economía en recesión, la actividad está tan parada en estos momentos que muchas entidades van a entrar en pérdidas –los grandes obtienen sus beneficios en el exterior- a plazo fijo por ausencia total de negocio recurrente. Si a ello se le añade que, con el paro creciendo, la morosidad va a seguir en aumento, el panorama se torna ciertamente desolador. En este contexto, parece evidente que el Ejecutivo ha pretendido con estas nuevas y duras medidas de saneamiento atender no solo a los problemas de balance del presente, sino al deterioro que pueda producirse en el inmediato futuro. Prepárense, pues, que viene curva.

“De Guindos les apremia, pero a éstos se la suda…”

“Es que no hay actividad para generar margen de intermediación alguno, no hay negocio, y tarde o temprano es inevitable que entremos en pérdidas”, asegura el primer ejecutivo de una de las cinco entidades, antiguas Cajas, que componen la segunda división del sistema: Unicaja, Ibercaja, Liberbank (Cajastur), BMN (Cajamurcia) y Kutxabank. Excluida la vasca por razones fáciles de imaginar, Economía viene librando en los últimos meses una batalla sorda por lograr la fusión de las cuatro restantes en una sola entidad o, a lo sumo, en dos. La ha perdido. “Los capos respectivos –Braulio Medel, Amado Franco, Manuel Menéndez y Carlos Egea- no tienen interés real en fusionarse, porque, a cuenta de su edad, ninguno tiene futuro y quieren seguir mandando el tiempo que puedan. Todos –excepto Menéndez- son jubilables a corto, de modo que solo entregarán la cuchara cuando no haya más remedio, bueno, cuando entren en pérdidas, porque la evolución del margen no da ni para pipas. Con el aliento de los mercados en el cogote, De Guindos les apremia, pero a éstos se la suda…”

"Metidos hasta las trancas en el quinto año de crisis, seguimos sin saber cuál es el tamaño real del agujero inmobiliario"

Con el Decreto-ley del viernes se acabó el juego. Las nuevas exigencias –esa provisión de casi 30.000 millones, a sumar a los 53.000 que el sector dotó en febrero para iniciar la limpieza del ladrillo, y que tendrán que sufragar contra las cuentas de resultados- pondrán a no pocos en números rojos, forzando una nueva oleada de fusiones. Es uno de los objetivos del Guindos-II. Para los ilustres cajeros antes citados, se acabó el darle hilo a la cometa. “Es por lo menos sorprendente que para meter en vereda a esa gente, Economía haya recurrido a este nuevo Decreto que, en definitiva, nos hace la vida más difícil a todos. Lo dicho, moscas a cañonazos”, insisten en otro de los grandes. Pero no es eso, o no es solo eso, como ha quedado argumentado. Es que, metidos hasta las trancas en el quinto año de la crisis, y a pesar del aluvión de medidas y reformas y decretos destinados a solventar el problema, siguen sin despejarse las incógnitas que rodean el grado de salud y/o enfermedad de nuestro sistema financiero, seguimos sin saber cuál es el tamaño real del agujero inmobiliario, una situación inaceptable para Bruselas, BCE y FMI –por no mencionar a los mercados de capitales-, que han dicho basta al Gobierno Rajoy.

El fracaso del RDL 2/2012, de 3 de febrero, ha sacado a la luz el divorcio entre Economía y Banco de España, entre De Guindos y Miguel Ángel Fernández Ordóñez, alias MAFO. Quien esto suscribe, que lleva años denunciando el laissez faire, laissez passer de Ordóñez con el sector financiero -"Zapatero en las exequias del capitalismo” (16/11/2008) o “Lo que queda del Banco de España” (22/11/2009), como ejemplo, entre otros muchos-, no deja de sorprenderse ante el asombro mostrado ahora, a buenas horas, por tanto tertuliano al descubrir el mediterráneo MAFO. Siempre he dicho que una de las claves del declive español está, ha estado, en la cantidad de prebostes de relumbrón que, una vez en el machito, no han cumplido con su deber, han hecho dejación de las responsabilidades inherentes al cargo ocupado. Uno de los casos más notorios de este deporte –cuyo record ostenta el gran Zapatero- nacional convertido en plaga es el de MAFO al frente del BdE. Su renuencia a la hora de cumplir con sus obligaciones y utilizar los mecanismos que el Estatuto de Autonomía y ese formidable instrumento coercitivo que ha sido siempre el servicio de Inspección, el cuerpo de inspectores de la casa, en la supervisión del sistema financiero, ha sido la gran responsable, aunque no la única, del drama que nos ocupa.

Economía no se fía de los datos que le pasa el Banco de España

Las consecuencias de su inactividad nos condenan a años de miseria colectiva. Porque jamás debió permitir a bancos y cajas, sobre todo a éstas, el comportamiento irresponsable mostrado en los años de orgía inmobiliaria. Su culpa in vigilando es tan grande, tan grave, que debería estar ya procesado o en el exilio, como en la Atenas clásica, con prohibición expresa de volver a pisar territorio español. No es el único culpable, con todo, porque responsables han sido también los Gobiernos que le han amparado, los ministros de Economía -¡ay, esa venerable esfinge llamada Pedro Solbes!- que han mirado hacia otro lado y, naturalmente, la casta política de ambos partidos que, en las CCAA, decidió meter la mano en la caja, en las Cajas, en provecho propio. Culpable incluso un De Guindos que, en un ataque de legalismo, se negó a cesarlo al día siguiente de su toma de posesión, como tendría que haber hecho. Pretender acometer un programa de saneamiento integral de la banca sin la estrecha colaboración del BdE, la policía del sistema, sin la sincera complicidad del supervisor, se ha revelado un error mayúsculo, como acaba de poner de manifiesto este segundo RDL.         

“Economía lleva meses apoyándose en la opinión de los tres grandes, porque no se fía de los datos que le pasa el Banco de España, así de aberrante es la situación”, sostiene el banquero antes citado. “Con el decreto del viernes, sin embargo, De Guindos ha hecho lo que le ha dado la gana”. Por encima del halo de angustia que sobre la castigada sociedad española dibuja este nuevo viernes de dolores, soy de la opinión de que hoy domingo, 13 de mayo, estamos colectivamente en mejor situación que hace siete días. Esencialmente porque, por primera vez, el Ejecutivo parece dispuesto a tomar el toro por los cuernos reconociendo la situación real de cajas y bancos y obrando en consecuencia. Ya está bien de paños calientes. Dos aciertos en una semana: la nacionalización de facto de Bankia, con la patada en el culo al señorito Rato, y este nuevo RDL, injusto para algunos, sí, tal vez excesivo, también, pero llamado a marcar un punto de inflexión en la deriva hacia ninguna parte seguida hasta ahora. Espero y deseo que el Gobierno acierte. ¡Crucemos los dedos!    

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