El diplomático José Manuel Albares llega al Ministerio de Asuntos Exteriores con muchas tareas por delante. La más inmediata es cerrar la crisis diplomática con Marruecos que se prolonga desde hace tres meses cuando se conoció el ingreso hospitalario en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
El llamado 'caso Ghali' empieza a judicializarse en un juzgado de Zaragoza y puede derivar en imputaciones de algunos miembros del equipo de Arancha González Laya, una situación que hacía insostenible la continuidad de la ministra.
Además, compromete seriamente el nuevo destino diplomático de su jefe de Gabinete, Camilo Villarino, como embajador en Rusia. El Gobierno solicitó su plácet a Moscú en junio pero está por ver si las autoridades rusas lo conceden y, sobre todo, si Albares llevará el nombramiento de Villarino al Consejo de Ministros.
Pedro Sánchez ha preferido dejar caer a Laya, dando la sensación de que Marruecos ha logrado la cabeza de la jefa de la diplomacia por la crisis bilateral. Pero las alternativas eran pocas. La crisis ha entrado en una fase de "frío glacial", como señaló Vozpópuli recientemente, y hay mucha preocupación en la diplomacia española.
Primer viaje a Rabat
Albares aprovechará seguramente su nombramiento para elegir Rabat como primera salida al extranjero. Una práctica habitual de sus predecesores y que supone un gesto que siempre ha sido muy bien recibido en el país vecino. Esta visita es ahora más necesaria que nunca para poder retomar la interlocución con su homólogo marroquí, Nasir Burita.
Una incógnita por desvelar es si la embajadora marroquí, Karima Benyaich, regresará a España pese a sus duras declaraciones contra el Gobierno en el inicio de la crisis o si, por el contrario, ambos países pactarán el envío de nuevos embajadores ya que el jefe de la legación española en Rabat, Ricardo Díez-Hochleitner, tiene prorrogado su mandato y acaba de cumplir seis años en dicho destino.
El nuevo ministro de Exteriores también necesitará abrir nuevos canales con Washington tras el fiasco del primer encuentro entre Pedro Sánchez y Joe Biden en la última cumbre de la OTAN y que se quedó en un 'paseillo' de una veintena de segundos.
Aquel fracaso diplomático fue gestionado personalmente con el jefe de gabinete de la Casa Blanca por Iván Redondo, quien degradó el área de internacional en Moncloa cuando Albares dejó el puesto para convertirse en embajador en Francia.
Una situación que previsiblemente cambiará pues desde Moncloa no se ha conseguido ni un encuentro bilateral ni una llamada telefónica con Biden desde que este último ganó las elecciones en noviembre del año pasado. Un hecho sin precedentes en las relaciones bilaterales entre España y Estados Unidos.
Dentro del Ministerio, a los diplomáticos les urge la aprobación del nuevo reglamento de la Carrera Diplomática desde que el Tribunal Supremo anuló en noviembre de 2017 el que había redactado dos años antes José Manuel García-Margallo.
La amistad entre Sánchez y Albares
Albares ya estuvo en las quinielas de hace un año y medio para dirigir Exteriores cuando se formó el Gobierno de coalición, aunque fue la 'tapada' Laya la que se llevó el nombramiento. Finalmente, fue enviado a París tras pasar casi dos años en Moncloa como principal asesor diplomático de Sánchez.
El nuevo jefe de la diplomacia ha sido el diplomático de cabecera de Sánchez. Persona de la máxima confianza del presidente del Gobierno, del que es amigo desde que se conocieron en las juventudes socialistas madrileñas, dirigió el área de internacional en La Moncloa tras el triunfo de la moción de censura.
En las últimas semanas ha estado desplazándose a Madrid con asiduidad, sobre todo en los fines de semanas. Y hay un elemento que no había pasado desapercibido en el departamento de Laya. Sánchez encargó hace unos meses a Albares la ponencia de política exterior que se aprobará en el Congreso federal del PSOE en octubre.
Así que el impulso de esta política, que tantos quieren en Exteriores, pasará ahora por sus manos. A los pocos minutos de que Sánchez anunciase su nombramiento, subrayó en las redes que "no hay mayor honor que representar a España en el exterior".