Albert Rivera (Barcelona, 1979) acaba de publicar su libro 'Un ciudadano libre' (Espasa), donde hace un repaso a su vida personal y política. El primer presidente de Ciudadanos durante 13 años se adapta poco a poco a su nueva condición de socio del bufete de abogados Martínez-Echevarría & Rivera, "un mundo mucho más libre y agradecido" que cuenta con más de 250 profesionales: "No hay vértigo en cuanto a lo humano". Así que su adiós a la política es definitivo.
- ¿Echa de menos la política?
La política entendida como la primera línea, el cargo, la presión mediática y toda la batalla política pues no lo echo de menos. Es más, es un alivio no estar en medio del barro y la batalla, de la que acabé bastante harto. En el libro hago una reflexión sobre los errores que se han hecho desde los partidos y me pregunto qué estamos haciendo mal para que la política se convierta en entretenimiento, para que todo sea tan poco sosegado, tan inmediato y fugaz. Y luego, tan polarizado. También es verdad que echo de menos a la gente.
- ¿Está recuperando el anonimato que tenía antes de entrar en la política?
Tiene que pasar un poco más de tiempo. Pero he de reconocer que el trato en la calle de la gente es cariñoso. Por lo menos el paso por la política, y el hecho de salir de ella limpio y coherente, facilita eso. Pero anonimato no hay todavía, incluso con mascarilla. Al final, te reconocen por la voz.
- ¿Y han cesado las amenazas y pintadas que hubo en la tienda de tus padres?
Han cesado porque mi madre ha traspasado el negocio. La covid, como les ha pasado a muchos autónomos, se ha llevado por delante ese negocio que tenía con su hermana. Han decidido que no salían las cuentas y lo han cerrado. Pero incluso después de mi dimisión, hubo algún capítulo de esa gravedad. Creo que mis padres se lo merecen porque han sufrido mucho por la política y ahora están rehaciendo su libertad, no ser 'los padres de' en una sociedad tan polarizada como la catalana en la que estábamos señalados.
Con Sánchez en ningún momento me planteé ser vicepresidente. Es una persona de la que no me fío. En el caso de Rajoy, más allá de la confianza, era una cuestión de coherencia con mis valores de regeneración democrática
- Pudo ser vicepresidente con Rajoy y también los números daban para haberlo sido con Sánchez. De haber dado el paso, ¿con quién cree que lo hubiera hecho mejor?
No me arrepiento de haber rechazado la Vicepresidencia en su momento porque me olía que la corrupción pudiera hacer saltar por los aires ese gobierno, como al final acabó sucediendo. De hecho, aún dan coletazos algunos casos de corrupción del PP. No quise ser desleal en aquel momento. Un vicepresidente no puede ser lo que vemos ahora entre Iglesias y Sánchez, tiene que ser un equipo. Con Sánchez en ningún momento me planteé gobernar. Es una persona de la que no me fío. En el caso de Rajoy, más allá de la confianza, era una cuestión de coherencia con mis valores de regeneración democrática. Es verdad que si miramos el panorama político actual, sin Presupuestos desde hace tres años, con los independentistas, Bildu y Podemos en el Gobierno, sí que es verdad que con Rajoy sacamos las cuentas y algunas leyes que daban una cierta estabilidad política. Pero meterme en un Gobierno con la Gürtel, Bárcenas y la Kitchen era pura dinamita.
- ¿Cómo fue el intento de fichar a Cayetana Álvarez de Toledo?
No hubo intento. Cuando Ciudadanos aterrizó en Madrid es verdad que se especuló y hubo algunos mentideros que decían que iba a entrar en Ciudadanos. Pero la realidad no fue esa.
- ¿Y cuál fue entonces?
Hicimos las cosas en coherencia. Cayetana había dejado el PP y Cs se presentaba a las generales por primera vez y es verdad que hemos firmado cosas juntos en Libres e Iguales y que hemos estado en actos con (Mario) Vargas Llosa, pero no hubo nada en términos de partido. Además, ha demostrado ahora (con Casado) que lo orgánico no es lo que más le gusta.
- ¿Fue ella la que se acercó entonces a Cs o su partido llamó a su puerta?
No, no. En realidad, no hubo un planteamiento mío ni de su parte por ir en unas listas. No hubo oferta.
- ¿Y ahora encajaría en Ciudadanos?
Habría que preguntárselo a ella, pero en estos momentos los traspasos en términos futbolísticos entre partidos no es lo mejor. Los ciudadanos se están alejando otra vez de la política bastante, por no decir mucho. Empieza a haber una desconexión importante tanto en el centro como a izquierda y derecha. Ahora mismo, los movimientos entre partidos no es algo muy reclamado por la ciudadanía.
La estrategia de Sánchez y Redondo es clarísima: dividir a los españoles en bandos, asegurándose que ellos siempre sumarán a Podemos y los separatistas
- ¿Ve algún logro en Sánchez?
Hay que reconocer que ha conseguido tener a una oposición fragmentada. Y eso para el país no es bueno. La estrategia de Sánchez y Redondo es clarísima: dividir a los españoles en bandos, asegurándose que ellos siempre sumarán a Podemos y los separatistas. Con el plus de la ley electoral, se aseguran siempre una mayoría.
- Por esa misma regla, ¿tener tres partidos en el centro-derecha no es demasiado?
Más que el número, me pregunto cuál es la alternativa. Cuando desde el Gobierno se quieren subir los impuestos, ¿dónde está la alternativa para decir que eso perjudica a la economía? A mí me escandaliza que no hayan dejado ir al Rey a Cataluña o ver cómo intentan meter mano en el Poder Judicial. El problema es que nos hemos acostumbrado al escándalo diario. El caso Delcy nos parece antiquísimo, cuando fulminaron a Pérez de los Cobos nos parece super antiguo. A mí me preocupa la degradación institucional que se está produciendo.
- Sobre Cataluña, ¿ha ido allí últimamente?
Hace meses que no voy. Es verdad que voy a volver en breve, pero soy de esos catalanes a los que todo esto del procés nos ha dejado una cicatriz inmensa. Emocionalmente, me cuesta ir porque has visto lo que ha sido y lo que es ahora Cataluña. Tengo allí a mi hija y a muchos amigos, pero se produce una desconexión emocional casi de protección. Se ha pasado tan mal y estamos tan hartos del procés, del golpe, de las barbaridades de Torra y de Puigdemont que uno llega a un punto, como catalán, que casi se avergüenza de que lo que representa Cataluña sea todo eso. Me encantaría que Cataluña volviera a ser lo que fue.
- Más allá de lo emocional, ¿cómo ve lo político en su tierra?
Esta semana al menos se ha hecho justicia (con la inhabilitación de Torra). En Cataluña, lo que sería una auténtica revolución es que un presidente cumpla la ley. Llevamos una rachita de cuatro presidentes en el que uno está procesado por corrupción (Jordi Pujol), dos inhabilitados (Artur Mas y Quim Torra) y uno fugado de la justicia (Carles Puigdemont). Con este sistema electoral, va a ser difícil darle la vuelta a la tortilla. Ya lo intentamos y ganamos las elecciones (de diciembre de 2017), pero a pesar de una mayoría social constitucionalista no hubo manera de formar un Gobierno al tener una minoría parlamentaria.
- Y ahora, ¿qué va a ocurrir?
Ojalá me equivoque, pero no parece que vaya a haber un vuelco suficiente como deseamos algunos. No es un panorama atractivo o ilusionante para los constitucionalistas.
- Con la perspectiva del tiempo, ¿no fue un error descapitalizar a Ciudadanos en Cataluña con la salida de Arrimadas o Espejo hacia Madrid?
El concepto del nacionalismo de hablar de Madrid como un país extranjero no lo comparto. Cuando te vas a Madrid es para hablar y defender lo que es de todos. Creo que hay muchos españoles que, gracias a Ciudadanos, han comprendido un poquito mejor lo que sucede en Cataluña desde el punto constitucionalista. El problema en Cataluña no creo que sea de buenos o malos dirigentes en Ciudadanos, sino la dinámica en la que el constitucionalismo necesita creer en una ilusión, en una esperanza. Supimos dársela, estuvimos a punto, a dos escaños, de tener mayoría parlamentaria no nacionalista. Pero con este sistema electoral, mientras no lo cambie el PP y PSOE, seguiremos paradójicamente dándole la victoria a los independentistas.
Tras la inhabilitación de Torra, ¿cree que Carlos Carrizosa debería presentar candidatura a presidente de la Generalitat?
Sinceramente, los catalanes no nacionalistas no creo que estén pensando en maniobras tácticas.
Con Sánchez, lo que más me sorprendió es que me di cuenta que tenía delante un candidato que no quería llegar a acuerdos, sino ir a segundas elecciones"
Ha reconocido que no supo desenmascarar a Sánchez a tiempo. ¿Cuándo cree que debió hacerlo?
Venía de la investidura de Rajoy, en la que los pasos fueron lógicos. El que quiere ser presidente te llama, dice que si nos sentamos a hablar, tú le contestas que lo tienes que hablar con tu partido, luego te sientas, creas unos equipos de negociación. Con Sánchez, lo que más me sorprendió es que me di cuenta que tenía delante un candidato que no quería llegar a acuerdos, sino ir a segundas elecciones. Me di cuenta de eso en septiembre con una llamada de 15 minutos que no fue muy cordial. Seguramente, en julio, al día siguiente del fracaso de la primera investidura, o principios de agosto sí le hubiera propuesto a Sánchez un pacto de Estado con PP, PSOE y Cs, aunque creo que no hubiera servido de nada. Al menos, una parte de los españoles habrían dicho que Rivera quiere un pacto de Estado y Sánchez no quiere sentarse con Cs ni con el PP.
Al final me estaban reclamando los poderes mediáticos o fácticos que justamente incumpliera mi palabra o el programa electoral
- ¿Y siempre de la mano del PP? ¿Nunca se planteó la opción de los 180 escaños que sumaban PSOE y Cs?
Esos 180 podían (los del PSOE) sumarlos conmigo o con Podemos y los independentistas. Si nosotros le damos gratis la investidura a un presidente que no queremos, estaría incumpliendo mi palabra con los votantes. Es algo que me fascina, al final me estaban reclamando los poderes mediáticos o fácticos que justamente incumpliera mi palabra o el programa electoral. Dije clarísimo que formaría un Gobierno de coalición con el PP si tenía un escaño más para una mayoría alternativa y que sino, estaría en la oposición. Ni confiaba en Sánchez ni creía en ese proyecto ni en su ideología, así que le propuse una abstención técnica de la oposición a cambio de unas cosas. Y Sánchez me dijo que no.
- ¿Qué aprendió de aquello?
Que Sánchez tenía la estrategia de responsabilizar a Cs de que no se produjera eso. Luego, repitieron mil veces una mentira de que ellos (el PSOE) querían pactar y nosotros no, cuando Sánchez me dijo que lo haría con Podemos, como así ocurrió. Es verdad que a finales de julio podría haber salido a hacer algo que no le corresponde a la oposición, pero podría haberle desenmascarado parcialmente.
- También cuenta que Sánchez y el PSOE jugaron a dos bandas tras las elecciones, que en privado deslizaban que querían negociar con Cs...
Se lo iban diciendo a todas las empresas del Ibex y a los medios de comunicación. Me llegaba que el PSOE estaba loco por pactar con nosotros. El PSOE decía una cosa que no iba a pasar mientras, por otro lado, iba asegurándose una mayoría con Podemos y los independentistas.
- Esta doble vía es la que se repite ahora con los Presupuestos. ¿Debe tener cuidado Ciudadanos a tenor de lo que cuenta?
Ciudadanos tiene que tomar sus decisiones autónomamente y no tengo que ponerme a tutelar ni a decir u opinar sobre ello, pero mi experiencia es esa. Sánchez hizo una estrategia que le fue bien políticamente, pero que para el país fue nefasta al meter a Podemos en el gobierno y negociar con ERC y Bildu. Si algo he aprendido es que Sánchez hará lo que necesite para garantizarse el seguir en el poder. Mediante un pésame a Bildu o, si hace falta, concediendo un indulto o cambiar el Código Penal. Es la persona que he conocido en política que más quiere seguir en el poder a cualquier precio. Yo, hay cosas que no podría hacer como sentarme a negociar los PGE con Batasuna, conceder una mesa paralela a Torra o subir los impuestos cuando hay que bajarlos.
- Dice en su libro que Cs se ha quedado como "un partido bisagra con pocas opciones de marcar la agenda política del país". ¿No es un poco pesimista?
Lo de partido bisagra, evidentemente con 10 escaños no te da para mucho más. Es una realidad y es el papel al que nos querían reducir los rivales políticos. El sueño del bipartidismo es tener bisagras pero que nunca compitan contigo, pidan cargos y que miren hacia otro lado con la corrupción. Y nosotros fuimos todo lo contrario. En este momento, Ciudadanos tiene un papel mucho más reducido, lo soñado seguramente por el bipartidismo.
- ¿Le dolió cuando se fueron del partido Juan Carlos Girauta o Marcos de Quinto?
Con Ciudadanos tengo una relación muy especial. He sido uno de los 15 fundadores del partido, he sido el presidente durante 13 años y con Cs siempre voy a tener una buena relación con todos sus dirigentes, con los que están dentro y con los que se han ido. Es mi familia también. No creo que sea reprochable el que unos quieran seguir intentándolo ni tampoco que otros se marchen porque no están de acuerdo. A los liberales no nos sientan bien los dogmas.
- ¿Ve bien que Ciudadanos intente pactar ahora los Presupuestos?
Si veo legítimo a este Gobierno, ¿cómo no voy a ver legítima a la oposición? Ciudadanos tiene derecho a tomar sus decisiones, tanto para equivocarse como para acertar. Yo también me he equivocado o he acertado. Si algo he aprendido al frente de un partido, es que hay que tomar decisiones a diario. A veces, muy importantes. Y el objetivo es equivocarte lo menos posible. Eso es lo que le toca ahora a Cs. No voy a hacer interferencias o a meterme en medio, sino que les deseo lo mejor y suerte.
A Arrimadas le dije que siempre iba a respetar su autonomía, que tomase las decisiones que quisiera tomar y que no mirase por el retrovisor"
¿Cuál es el horizonte de Cs?
Los 57 escaños, tiene que volver a estar donde estuvimos hace un año. Esos 57 escaños tienen que servir de incentivo. Ya que me marché yo en primera persona y otros como Villegas o De Páramo, a los que se quedaron ahí les deseo mucha suerte. Como liberal que soy, me encantaría ver a Cs en esas cuotas de voto que tuvimos no hace mucho tiempo, sino hace un año.
¿Arrimadas le pide consejo político?
No. Desde los primeros días cuando me marché, nos tomamos un café y le dije que siempre iba a respetar su autonomía, que tomase las decisiones que quisiera tomar y que no mirase por el retrovisor para pensar lo que pienso. Le dije que estaba fuera de verdad. Nunca voy a hablar mal de Ciudadanos porque es el partido que he fundado, lo quiero y quiero a toda la gente que está ahí. El pacto es que yo no iba a hacer ninguna interferencia ni ningún pronunciamiento sobre las políticas de Cs ni nada parecido. Ellos se merecen la libertad que yo he reclamado para mí.
En este año fuera de Cs no se le ha visto ningún desliz contra su partido.
No es nada apetecible que alguien te diga que lo has hecho muy mal. Como no lo quería para mí, no lo quiero ahora para ellos. No quiero ser ni 'Pepito Grillo' ni jarrón chino. Me conformo con que me respeten muchos los votantes que tuve, los militantes del partido y la buena gente que he dejado allí.