Hace tiempo que la voz de Alejandro Hernández (Madrid, 1964) pierde fuerza -o se intenta apagar- en Andalucía. Se afilió a Vox el 19 de septiembre de 2016, pasando a ser vicepresidente del Comité Ejecutivo Provincial en Córdoba y después escaló a la presidencia. Cargo que acaba de abandonar. Fue uno de los primeros en lograr representación institucional. Lo hizo en diciembre de 2018, cuando entró en el Parlamento andaluz junto a aquella primera docena de diputados. Era la época en la que el juez Francisco Serrano lideraba el partido en la región.
Pero la sentencia definitiva del Tribunal Supremo a La Manada supuso un punto de inflexión en la carrera de este último. El juez en excedencia, dos veces candidato de Vox a la presidencia de la Junta de Andalucía, criticó la condena de los magistrados por estar cargada de "condicionantes mediáticos y políticos". Además, aseguró que la relación más segura entre un hombre y una mujer acabaría siendo únicamente "a través de la prostitución", por lo que la dirección de Madrid acabó dándole un tirón de orejas. Más aún, porque tenía problemas con la Justicia.
Abogado desde 1992, Hernández cursó sus estudios de Derecho en la Universidad San Pablo CEU y tiene un Máster en Dirección de RRHH por el Instituto de Empresa de Madrid
Serrano terminó solicitando una baja por más de 30 días y Alejandro Hernández, que ya le había sustituido como portavoz del Parlamento andaluz, se fue convirtiendo sobre la marcha en el nuevo hombre fuerte de Abascal en Andalucía.
Abogado desde 1992, Hernández cursó sus estudios de Derecho en la Universidad San Pablo CEU y tiene un Máster en Dirección de Recursos Humanos por el Instituto de Empresa de Madrid. Dispone del título de Experto Universitario en Derecho Inmobiliario y Registral por la Universidad Complutense.
En mayo de 2021, la dirección decidió relevarle y nombró a Manuel Gavira como nuevo portavoz en la Cámara andaluza. Según Vox, la decisión respondió a una "reorganización ordinaria" del grupo. Hernández siguió ocupando puestos de responsabilidad en las comisiones.
Ahora, tras el traspiés de las elecciones autonómicas, donde lograron dos escaños más que en 2018, pero no pudieron entrar en San Telmo como pretendían, y con las municipales a la vuelta de la esquina, Hernández ha decidido presentar su dimisión irrevocable como presidente del Comité Ejecutivo Provincial de Córdoba. En su mensaje de despedida del cargo, no faltan 'dardos' al funcionamiento del partido.
El Comité Ejecutivo Provincial de Córdoba
"He estado más de cinco años partiéndome el alma para conseguir que Vox fuera un partido político asentado y respetado en Córdoba. Cinco años de muchísimas 'mesas informativas', numerosas reuniones y cafés con unos y otros en la capital. No sé cuantos miles de kilómetros habré hecho viajando a todos los rincones de la provincia para apoyar a los compañeros que se batían el cobre en cada pueblo. Las cosas no siempre han salido bien; en alguna localidad no podremos concurrir a las elecciones municipales al no contar con candidatos dispuestos a encabezar una lista", reconoce. "Personalmente, viviré como una frustración y, todo hay que decirlo, como un fracaso personal, que haya algún lugar con cientos de votos para Vox en las nacionales y autonómicas en los que no hayamos sido capaces de motivar a nadie para dar un paso al frente", añade.
Hernández dice saber de lo que habla porque, cuando empezó a colaborar con el partido, allá por el 2017, eran muy poquitos. "De hecho, algunos que han vuelto ahora se habían ido. No éramos más de 30 o 40 afiliados y a las reuniones no íbamos más de cinco o seis. Gracias al trabajo de presidentes que me precedieron, como el tristemente fallecido Pablo Fernández o Sebastián Bel, poco a poco empezamos a dar algunos pasos hacia adelante. Yo seguí esa senda y, con la ayuda de unos cuantos compañeros, llegamos a convertir esa inercia en una fuerza política; con una organización rudimentaria, pero organización al fin y al cabo; con la argamasa de la confianza mutua y la honestidad de todos los que colaborábamos desinteresadamente en ese empeño", recuerda el todavía diputado andaluz.
"No había 'agendas personales'. Después vinieron el primer Vistalegre (en el autobús de vuelta íbamos todos encantados convencidos de que Santiago Abascal iba a ser eurodiputado el año siguiente); las elecciones andaluzas del 2018 y … Desde entonces, las cosas han cambiado y no todas a mejor", asegura.
Según Hernández, ahora son más de mil afiliados; tienen sede; cargos electos en todas las instituciones y reciben invitaciones a muchos actos. "Hemos pasado de la casi clandestinidad a la sobreexposición en menos de un lustro. Siempre tuve claro que el proyecto está por encima de las personas y, por eso, intenté rodearme de los que compartían conmigo ese postulado. Mucha gente se nos ha acercado. A algunos no les convencimos y otros no nos convencieron a nosotros, y alguno que otro nos engañó. Como dijo Santiago Abascal en la plaza de toros de Murcia, mis excusas", señala el abogado.
Seguirá "mientras pueda"
Para el diputado de Vox ser la cara de la formación sigue siendo una decisión compleja y aún más en los entornos rurales de la Andalucía interior. "Por ello, ofrecer cobertura y cariño a quienes dan un paso al frente debería ser una prioridad para nosotros. Cuando se ostenta honradamente una responsabilidad hay que tomar decisiones anteponiendo siempre el interés del partido a cualquier otro. Y esto te lleva a perder amigos y 'camaradas' defraudados en sus expectativas personales. Acepté, y de buen grado, las críticas, constructivas o no, cuando al menos fueron educadas. Pero tener que soportar insultos y difamaciones llega a ser muy cansado. Estos 'tontos entregados' de photocall son pocos, diría que los cuento con los dedos de las manos, y cobardes, aunque a veces hagan mucho ruido", apunta Hernández.
Y agrega: "Sí he echado de menos que por parte de la dirección nacional se haya estado más pendiente de atender las quejas de esos cuatro alborotadores que de disciplinarlos. Ojalá me equivoque, pero creo que ese error pasará su factura. No vine a servirme de Vox para mi promoción particular, sino a trabajar por unos ideales. Y lo seguiré haciendo mientras pueda y lo mejor que pueda desde el Parlamento de Andalucía".
"Dios quiera que esas gradas llenas de Murcia sirvan para que Vox no llegue a convertirse en otra red clientelar más como lo son otros partidos. De mi andadura como presidente me llevo la estima y el afecto de la inmensa mayoría de los nuestros, el respeto de los rivales políticos y creo que el de los profesionales de la comunicación honestos; también me quedará el resentimiento de los pocos trepas y advenedizos que traté y a los que mantuve alejados del partido. Siempre consideré que ese peaje iba incluido con el 'sueldo de presidente', y si antes no me afectó mucho, ahora, francamente, me importa un bledo", concluye.