España

Grietas en el PP: Mato y el consejero de Madrid indignan al partido

La crisis del ébola empieza a enrarecer el ambiente en el Partido Popular. Nada ha salido como se esperaba desde el contagio de la auxiliar de enfermería Teresa Romero. Todo parece fuera de control.

En el frente sanitario se está ofreciendo una imagen de peligrosa descoordinación en un asunto que produce enorme alarma social como es una crisis sanitaria. Los protocolos no se cumplen, los profesionales se muestran irascibles, las agrupaciones sindicales caldean los ánimos o, directamente, los incendian. En el frente político no se adivina un guion claro ni un timón firme.

A la inoperancia de la ministra Ana Mato se ha sumado la incontinencia verbal del consejero del ramo de Madrid, Javier Rodríguez, que no sólo consiguió despertar la ira del sector sino que ha producido profundo escozor en las filas de su propio partido.

El sobresalto vino de Sierra Leona

A poco más de dos meses de entrar en un año electoral decisivo, los dirigentes del PP se han visto sorprendidos por un enemigo con el que no contaban. El punto de mira estaba orientado en la recuperación económica, más renqueante de lo previsto, y en el efecto Podemos sobre el mapa electoral. Nadie advirtió que el peligro llegaba del corazón de África y viajaba con dos misioneros mortalmente heridos por el zarpazo de un virus devastador. Alguien en la Comunidad de Madrid advirtió de que la opción más sensata era enviar equipos a Sierra Leona para atender sobre el terreno a los religiosos españoles. Aquí había demasiado riesgo y poca experiencia. Pero el temor a adoptar una medida impopular y las presiones de la ex vicepresidenta socialista, Teresa Fernández de la Vega y sus vínculos con organizaciones solidarias, inclinaron la balanza. Esta versión, que circulaba tímidamente en determinados ambientes del partido en el Gobierno, ha empezado a extenderse. Y ya hay gente que incluso empieza a elaborar teorías algo sobredimensionadas.

Ahí empezó todo, según fuentes del PP, que incluso tuvieron la premonición de que "nos íbamos a adentrar en un territorio con reminiscencias del Prestige". Así está siendo. Dirigentes políticos, voceros antisistema, redes sociales han comenzado a pasear el espantajo del buque petrolero que naufragó junto a las costas de Galicia. Allí estaba Rajoy, de coordinador del Gobierno de Aznar para el desastre.

Fallos desde el principio

En Génova se maldice la hora. "No teníamos bastante con las tarjetas de Caja Madrid y ahora nos viene esto". Los veteranos del partido abominan en privado de la forma en la que Ana Mato está gestionando el desastre. "No ha dado una desde el minuto uno", comentan. Sin determinación, sin personalidad, mal aconsejada, cuenta con el respaldo total de Mariano Rajoy, fiel protector desde antiguo.

La aparición del consejero de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, en distintos medios, con afirmaciones tan poco adecuadas como que 'para ponerse un traje protector no hace falta un máster' o que 'no me importa dimitir porque yo llegué a la política de casa bien comido', ha indignado a sus correligionarios. Torpeza y prepotencia, comentan. No sólo fue incapaz de transmitir con sensatez la posible forma de contagio de la auxiliar sino que se ha lanzado al circo mediático a las trompadas. El presidente Ignacio González no se mostró muy complacido con esta salida de pata de banco, según comentan en Sol. En Moncloa se intentan evitar los pasos más ríspidos y se enfrían algunas 'patatas calientes'. Pero no es suficiente.

Cambio de objetivo

En el Ministerio de Sanidad se respiraba este jueves con una mayor tranquilidad. El foco mediático había cambiado de objetivo. El fuego graneado se orientaba ahora hacia la Comunidad de Madrid. El ministerio y la Comunidad nunca han mantenido relaciones demasiado fluidas. La cesión de competencias tiene esas cosas. Y los egos políticos, también.

La reacción del PP para intentar evitar más desastres fue la de movilizar al portavoz de Sanidad del grupo parlamentario, Rubén Moreno, un político sereno y experto en evitar trampas y huir de controversias. Tras su intenso recorrido por los medios, logró esquivar los terrenos más incómodos mediante evasivas. "No, no vi la rueda de prensa de la ministra". "No, no he oído las declaraciones del consejero Fernández". "No, desconozco lo que ha declarado la auxiliar contagiada". Y así.

Políticamente se trata de ganar tiempo, lanzar balones fuera, cruzar los dedos y esperar que no se produzcan más desgracias. El caos ha sido tan enorme, el descontrol tan evidente y la sensación de torpeza tan sideral, que resulta difícil adivinar cómo y cuándo acabará todo. Lo que más se teme es que se concrete algo parecido a otro Pestige.

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