Durante estas últimas semanas se han ido gestando pactos de izquierda en toda España sin excesiva dificultad. Allí donde la aritmética daba para descabalgar al PP los socialistas y las listas de Podemos (un partido de innumerables nombres) se ponían de acuerdo.
En todos los lugares menos en Asturias, territorio en el que las fuerzas progresistas se miran con desconfianza hasta el punto de representar un sainete en las dos grandes ciudades del Principado, Gijón y Oviedo.
La disensión comenzó en la ciudad costera. El PSOE conseguía ser la segunda fuerza política, detrás del Foro de Ciudadanos de Álvarez Cascos. Siguiendo la lógica interna que han tenidos los pactos por toda la península lo normal hubiese sido que la formación podemita, allí llamada Xixón sí puede, hubiese sumado sus seis ediles a los siete socialistas para poner un alcalde progresista. Pero no, nada más lejos.
Xixón sí puede realizó una consulta entre sus bases, un proceso que las filiales de Podemos llevan a cabo según les venga. La participación fue escasísima, poco más de 3.000 votos, pero la mayoría abrumadora pidió que la formación no apoyase a los socialistas. Eso le daba la alcaldía, como finalmente sucedió, al partido de Álvarez Cascos para pasmo de la izquierda del país, que no entendía qué podía haber fallado.
El PSOE, que es un partido en el sentido más estricto, tomó lo de Gijón como una afrenta que tendría consecuencias. No había que irse muy lejos, en la capital del principado la configuración del ayuntamiento era exactamente la contraria, los vinculados a Podemos, aquí llamados Somos Oviedo, habían logrado ser la segunda fuerza política detrás del PP. El apoyo del PSOE junto al de IU les llevaría a la alcaldía, pero en ese momento la Federación Socialista Asturiana ya tenía la mosca detrás de la oreja.
Wenceslao López fue alcalde de rebote, tras el cambio e opinión de Somos Oviedos, que tenía más concejales
Los socialistas locales entendieron que el pacto tenía que llevarse a cabo, pues esa es la doctrina general de su partido en todo el país, y llegaron a un acuerdo programático. Les faltaba el visto bueno del órgano regional del partido, que nunca llegó. El motivo, el escarnio de Gijón.
Se abría una vía para que el PP gobernase la capital del principado, pero ni por esas los populares consiguieron el poder. Los socialistas presentaron a su candidato y, en un curioso cambio de última hora, tanto Podemos como IU renunciaron a apoyar a sus líderes y se colocaron detrás de Wenceslao López, dirigente socialista en Oviedo.
La jugada de naipes de Podemos, en este caso, salió rana. No consiguieron mandar en la capital porque antes ellos mismos habían echado un órdago en Gijón, donde prefirieron que mandase la derecha antes que el PSOE.
Queda por ver lo que pasará en el Principado. En teoría Javier Fernandez, el socialista que ahora mismo dirige la región, no debería tener problemas para revalidar su mandato. La mayoría es clara y el sistema de votación le beneficia, pero tan cierto es eso como que necesita cierta ayuda de Podemos para salir adelante. Y vistos los precedentes nada se puede dar por sentado.