La prensa burgalesa se hace eco estos días del retraso, otro más, de las obras del AVE en el túnel que atraviesa la localidad de Estépar, en el Alfoz de Burgos. El retardo de este complicado paso de 904 metros para salvar el denominado Monte de las Calbezadas (un promontorio en plena estepa castellana) no es banal, pues de su construcción dependen tanto la llegada del AVE a Burgos (inicialmente prevista para 2014) como al País Vasco, mediante la conocida Y Vasca (2016). Como poco, la alta velocidad tardará dos años más en cada caso, pero fuentes ministeriales no descartan que la demora se prolongue todavía más.
Como recogía la semana pasada el Diario de Burgos, no se sabe muy bien por qué las obras no arrancan tras haber anunciado Adif en junio que éstas se reanudarían “a lo largo del verano”. Entonces, la parálisis se debía a un trámite administrativo con la UTE adjudicataria. El senador del PP por esta provincia, Jaime Mateu, ha reconocido que tratará de intermediar con Fomento para desbloquear la situación.
El túnel no presenta ni de lejos los problemas de otros de muchísima más magnitud como la impresionante Variante de Pajares (50 kilómetros y también sin funcionar). Las obras en Estépar fueron adjudicadas en diciembre de 2009 con un plazo de ejecución de 28 meses y un presupuesto de 80,3 millones correspondiente al tramo Estépar-Variante de Burgos. Más de tres años después, el avance es insignificante y el ritmo de los trabajos, cuando los ha habido, ha sido mínimo. En Pajares, por poner un caso, las obras se adjudicaron hace 10 años y Fomento se ha gastado ya más de 3.000 millones en la vertiente astur-leonesa.
La flamante estación de AVE de Burgos costó 242 millones y solo recibe trenes convencionales.
El túnel del Monte de las Calbezadas también ha sufrido modificaciones técnicas en los últimos años. Al principio se pensó en una excavación tradicional, pero la crisis aparcó esta vía, más costosa, por la del túnel en trinchera, que exige mover las tierras y cortar la ladera para luego taparla.
El retraso de la alta velocidad del Norte (cuyo destino final es unir la línea con Francia a través de Guipúzcoa) afecta a la flamante estación de Burgos Rosa de Lima, a seis kilómetros del casco urbano. La terminal se inauguró a finales de 2008, pensada para recibir con pompa el AVE, y ya va por su quinto año con tan solo trenes convencionales. Costó la friolera de 242 millones, otro ejemplo de despilfarro. Además, se da la circunstancia de que la antigua estación estaba en pleno centro, muy cerca de la imponente Catedral. Rosa de Lima está más apartada, y los bloques de viviendas que iban a florecer a su alrededor de momento se han quedado en nada.
La inquietud causada por la situación del túnel de Estépar ha llegado al País Vasco. Aunque la Y también sufre clamorosos retrasos, acentuados en el último ejercicio, el ex alcalde de San Sebastián y diputado nacional Odón Elorza apuntó este verano su preocupación porque la obra vasca pueda “convertirse en una isla sin conexión en alta velocidad” con el resto del país.