Pablo Casado y Luis Bárcenas estuvieron a punto de verse las caras en los tribunales, aunque la sangre no llegó al río. El extesorero del PP envió un burofax en 2015 al entonces vicesecretario general de Comunicación para que se retractase públicamente de unas duras declaraciones que había hecho contra él, pero finalmente sólo denunció por calumnias e injurias a Javier Maroto, otro de los vicesecretarios que Mariano Rajoy había aupado ese año a la dirección nacional.
Tras conocerse este miércoles la sentencia del Tribunal Supremo por el caso Gürtel, desde Génova se hizo hincapié en que el "único trato" que ha tenido la nueva dirección del PP con Bárcenas fue "una amenaza de querella" de este último contra Casado y Maroto por "llamarle delincuente".
Se sabía que el extesorero había cumplido esta amenaza con Maroto, actual portavoz del PP en el Senado, ya que le llevó a juicio en 2016 por los presuntos delitos de calumnias e injurias. El político vasco salió absuelto de aquel juicio y Bárcenas fue condenado a pagar las costas judiciales. Lo que se desconocía es que este último hubiera tenido también a Casado entre sus 'enemigos'.
Bárcenas le envió el burofax tras unas declaraciones en 2015 del entonces joven dirigente del PP, en las que dijo que el extesorero sólo se tenía "que preocupar de cuándo va a volver a la cárcel" si no era capaz de convencer al juez instructor de la Audiencia Nacional, José de la Mata, "de dónde vienen los 40 millones de euros" que Suiza había bloqueado.
Casado dejó claro que nadie se tenía que "preocupar" por la posibilidad de que Bárcenas volviese a Génova, después de que el extesorero hubiera obtenido la libertad en enero de 2015 tras pagar una fianza de 200.000 euros en aquel momento de la instrucción del caso Gürtel.
"No va a venir nunca", enfatizó el entonces vicesecretario de Comunicación del PP. "Es una persona que nos ha engañado, que ha hecho muchísimo daño a nuestro partido y desde luego es una persona que tiene todo nuestro desprecio y toda nuestra condena. Que explique lo que ha hecho y que pida perdón a los españoles y a los afiliados del partido", subrayó Casado para dejar claro que habían soltado amarras con el antaño tesorero popular.
El juicio de Bárcenas contra Maroto se desarrolló en mayo de 2016. El vicesecretario de Acción Sectorial del PP reiteró al juez la "repugnancia" que le producía el extesorero por el "enorme daño" que había causado al "crédito y buen nombre" del partido. Bárcenas replicó ante el titular del Juzgado de Instrucción número 11 de Madrid, Juan Javier Pérez, que sentía un "asco tremendo" por Maroto.
Es una persona que nos ha engañado, que ha hecho muchísimo daño a nuestro partido y desde luego tiene todo nuestro desprecio y toda nuestra condena", dijo Casado de Bárcenas
El dirigente popular había dicho en julio de 2015 que el extesorero popular le daba un "asco" que no lo podía ver y lo llamó "delincuente", aunque poco después matizó y dijo "presunto delincuente". Bárcenas se querelló contra él por aquellas palabras y le pidió una indemnización de un euro.
Maroto mantuvo luego ante el juez que tales declaraciones las hizo amparándose en su "libertad de expresión" y lamentó haber tenido que pasar por un juzgado "para decir lo que pienso". "Mi opinión no ha cambiado", dejó claro antes de hacer hincapié en la necesidad de ser "absolutamente contundentes" contra la corrupción, a la que únicamente se le puede combatir con "tolerancia cero". "Si se prueba un delito de corrupción, se tiene que cumplir la pena y pagar el dinero", concluyó.
"Político de escaso nivel"
Por su parte, Bárcenas acusó a Maroto de ser "un político de escaso nivel" que, a su juicio, estaba "absolutamente desacreditado". Además, le reprochó que no creyese en su presunción de inocencia, razón por la cual "él mismo se descalifica".
El extesorero recordó al juez que Maroto estaba condenado en ese momento por el Tribunal de Cuentas por la firma de un alquiler gravoso de unas oficinas en Vitoria. Por ello, Bárcenas le tildó de "reo en estos momentos por un delito de malversación de caudales públicos y, probablemente, de prevaricación". Pero el magistrado no creyó sus argumentos y absolvió al político vasco.