España

“Nos robaron a nuestra hija haciéndonos creer que había muerto al nacer”

Un juzgado de Madrid dicta el primer auto de apertura de juicio oral por dos casos de bebés robados

  • Fuencisla Muñoz y su marido, Fernando Álvarez

Fuencisla Gómez Moreno tenía 25 años cuando dio a luz a su primera hija en la clínica San Ramón de Madrid, situada en el número 143 del Paseo de la Habana y cerrada en 1982. Una niña morenita y sin problemas a la que al día siguiente el centro médico dio por muerta. Ahora, 45 años después, Fuencisla y su marido, Fernando Álvarez, de 72 años, sospechan que su hija no murió, sino que fue entregada en adopción a otro matrimonio. Por este caso y otro similar el Juzgado de Instrucción número 46 de Madrid dictó el pasado 30 de junio auto de apertura de juicio oral contra el doctor Eduardo Vela, exdirector de la clínica. Un auto que ha sido recurrido y está a la espera de la resolución de la Audiencia Provincial de Madrid. “La previsión –dice Guillermo Peña, abogado del matrimonio y de SOS bebés robados- es que el recurso del doctor sea desestimado y la vista se celebre antes de que acabe el año”. De confirmarse, será el primer caso de bebés robados que llega a juicio de las aproximadamente tres mil denuncias presentadas desde 2011 en toda España, la práctica totalidad de las cuales han sido archivadas.

"Di a luz en la clínica San Ramón el 23 de julio de 1971 a una niña a la que pensábamos llamar Aránzazu –recuerda Fuencisla-. Fue un parto largo, porque no dilataba, pero la niña nació bien. Esa noche la pasó conmigo y con mi madre”. “A las ocho de la mañana fui al hospital a verlas –continúa el relato Fernando, su marido- y como vi que tanto mi mujer como mi hija estaban bien decidí marcharme a abrir la tienda de tejidos que teníamos en la calle López de Hoyos”. Esa misma tarde, sin embargo, lo que aparentemente había sido un parto sin problemas se complicó. “Cuando vino la enfermera a hacerme una cura –dice Fuencisla- me dijo que la niña tenía flemas y que se la tenía que llevar a la incubadora. Media hora después volvió para decirme que la niña había muerto”.

“Cuando llegué al hospital me estaba esperando el doctor Eduardo Vela –continúa el relato Fernando-, que me dijo que, como ya sabíamos, la niña había nacido con un problema congénito de corazón y había muerto. Yo le contesté que no nos habían comunicado nada de que la niña hubiera nacido con problemas y le dije que quería verla. Me pidió que me serenase, me dijo que no nos preocupásemos, que éramos jóvenes y tendríamos más hijos, e intentó hacerme desistir de mi intención de verla. Estuvimos unos diez minutos en un tira y afloja. Me comentó entonces que ellos se encargarían de arreglar todos los papeles y que lo mejor era no inscribir a la niña en el libro de familia porque era nuestro primer hijo y al haber fallecido daba mala impresión”.

Siempre pensamos que nuestra hija habría muerto de una mala praxis médica, no que nos la habían robado"

Fuencisla y Fernando no vieron nunca el cadáver de su hija, a la que creyeron enterrar el domingo 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, en el cementerio de la Almudena, sin que hubieran transcurrido las 24 horas preceptivas desde el óbito. “Yo iba agarrado al féretro –recuerda Fernando- pero no lo abrí. Me convencieron para que no lo hiciera. Lo que iba dentro de la caja, no lo sé”. Su convicción, pasados los años, es que su interior no estaba en realidad el cuerpo de la niña. “Siempre pensamos que nuestra hija habría muerto de una mala praxis médica, no que nos la habían robado –dice al unísono el matrimonio-, hasta que vimos un programa de televisión sobre niños robados en San Ramón y nos dimos cuenta de que era lo mismo que nos había pasado a nosotros. Comenzamos a indagar y descubrimos las primeras irregularidades. Fue entonces cuando nos decidimos a denunciar lo ocurrido”. La demanda del matrimonio explica que el Cuestionario para la Declaración al Registro Civil del Alumbramiento de Criaturas Abortivas (cuando no han trascurrido veinticuatro horas desde el nacimiento), necesario para que el Registro Civil expida la licencia de inhumación, tiene fecha del 26 de julio, al día siguiente del entierro, y la firma falsificada del cuñado del matrimonio.

El matrimonio tuvo otros dos hijos, que hoy tienen 44 y 42 años, nacidos como su hermana en la clínica San Ramón. “No teníamos Seguridad Social –dice Fernando-, sino una iguala, y esta era la clínica de referencia”. ¿Tiene esperanza de encontrarla?, le pregunto. “Si la justicia quiere, sí. Con el solo hecho de conocerla me daría por satisfecho y se me pasaría el pesar que arrastro desde entonces por no haber abierto el féretro. Después sería lo que ella quisiera, porque entendemos que han sido muchos años separados”.

La Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) calcula que hay 300.000 casos de bebés robados entre 1965 y 1990

El ejemplo de Fuencisla y Fernando es uno más de los aproximadamente 300.000 casos de bebés robados que Antonio Barroso, presidente de la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir), la primera constituida a nivel nacional, calcula que se han producido en nuestro país entre 1965 y 1990. “Es una estimación que hacemos tomando como referencia los dos millones de adopciones registradas en nuestro país entre dichos años, de los cuales pensamos que un 15% son irregulares, pero no existe un estudio exhaustivo al respecto”. Barroso es uno de esos casos y uno de los firmantes de la primera denuncia presentada ante la Fiscalía General del Estado el 27 de enero de 2011 por 270 afectados, a la que se fueron añadiendo nuevas demandas hasta sumar cerca de tres mil en 2014. “Prácticamente todas han sido archivadas y hemos decidido parar hasta que haya un nuevo Gobierno –explica-. Hemos hablado con todos los partidos y todos se han comprometido a ayudarnos, pero las iniciativas que se han presentado en el Parlamento han sido rechazadas por la mayoría absoluta del PP”.

El caso de Inés Madrigal está acumulado al de Fuencisla y Fernando y, como en el caso de éstos, la documentación sobre su nacimiento está falsificada, ya que su madre, que figura en ella como madre biológica, era estéril. “No sé si soy una niña adoptada irregularmente o una niña robada, prefiero pensar lo primero. Sólo saldré de dudas cuando aparezcan mis padres biológicos y me expliquen lo que ocurrió. Me enteré de todo a los 18 años –comienza su relato-, cuando mi madre me dijo que tenía que decirme una cosa importante. Yo la contesté entonces que si lo que me tenía que decir es que era adoptada. Ella, que nunca lloraba, ni siquiera cuando murió mi padre, rompió a llorar. Era una sospecha que tenía desde que yendo al colegio los hijos de un amigo de mi padre me llamaban adoptada, supongo que porque su padre lo sabía y se lo debía haber comentado.”

Inés Pérez, que así se llama su madre, había intentado adoptar en dos ocasiones sin éxito, y presumiblemente por la imposibilidad de tener hijos había trabajado durante varios años cuidando niños en un convento de Los Molinos (Madrid), en especial a uno, al que tuvieron en su casa durante dos años y medio sin recibir ningún emolumento por su manutención. Según la denuncia, “el padre Félix Sánchez Blanco (jesuita, catedrático de Ciencias Exactas y profesor en el ICAI en aquel entonces) sabiendo de las ganas de Inés y de su marido, Pablo Madrigal, por tener un hijo los puso en contacto con un amigo de juventud, el doctor Eduardo Vela, director de la clínica San Ramón (…) Esa misma mañana el médico les indicó que tenía ya un posible bebé, que se estaba gestando en esos momentos, de la hija de una marquesa que había tenido el infortunio de quedarse embarazada. Le comentó que de ser así tendría que simular el embarazo con cojines para que nadie sospechase nada”. Finalmente no fue necesario que fingiera nada, ya que al día siguiente el doctor Vela los telefoneó para que se pasaran por la clínica llevando ropa de bebé, y “en agradecimiento por sus servicios le obsequió con una niña”.

Mi madre me contó que el padre Félix había mediado con un médico para que me dieran en adopción", dice Inés Madrigal

“Mi madre me  contó que el padre Félix había mediado con un médico para que me dieran en adopción –prosigue Inés Madrigal-. Le pregunté si habían pagado dinero por mí y siempre lo negó. Incluso viajé con ella a Murcia para que el propio padre Félix me contara los pormenores de lo ocurrido, pero se negó a darme explicaciones y yo no insistí. Era una persona a la que quería mucho y pensé que tal vez mi historia fuese un secreto de confesión”. Como en tantos otros casos, Inés se olvidó del tema hasta que en 2010, con 41 años, se le volvió a despertar la curiosidad al leer en el periódico una historia de bebés robados en la que aparecía Mariano Barroso, presidente de Anadir. Contactó con él, buscó la documentación sobre su nacimiento y llegó a la conclusión de que la misma había sido falsificada. Fue entonces cuando se decidió a denunciar su caso en el juzgado. “Yo creo que mis padres desconocían que todo es falso –continúa su relato- al menos mi madre, de mi padre no puedo asegurarlo, pero falleció cuando yo tenía 19 años y nunca le pude preguntar”.

Guillermo Peña, el abogado de Fuencisla, Fernando e Inés Madrigal, ha llevado más de un centenar de casos a los tribunales, de los que tan solo 15 permanecen ‘vivos’. El resto han sido archivados provisionalmente por falta de pruebas, y en algunos casos por prescripción. “La mayoría son padres que buscan a hijos. Hay muchas irregularidades, como enterramientos simultáneos en dos camposantos, cuerpos que se dice que se entregaron a la universidad para el estudio y que la universidad dice que no ha recibido… Nos hace falta consultar los libros registros de los hospitales donde ocurrió todo esto para comprobar nacimientos y óbitos, pero sólo los de Santa Cristina y Gregorio Marañón están disponibles. En el resto, aunque son públicos, como La Paz o el Doce de Octubre, los libros han desaparecido”.

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