El ala oeste de la Casa Blanca es una serie cada vez más de moda. Y no solamente porque Iván Redondo se inspire en ella para sus discursos de adhesión al presidente Sánchez. Aquello de tirarse por el barranco por su presidente. También por aquella escena en la que un asesor anticipa que la próxima guerra mundial empezaría con alguien tirando un frasquito con un nuevo virus en el metro de Nueva York.
Lo que parecía ficción y, hasta hace poco, teoría de la conspiración, empieza a coger fuerza. Tanto es así que hasta la propia Administración Biden no considera tan descabellada la tesis de que la covid-19 puede originarse en un laboratorio chino.
Biden sorprendió a finales de mayo declarando que daba 90 días a sus servicios secretos para realizar un informe sobre el origen del coronavirus. A esta petición de información se ha sumado la Unión Europea en las últimas 24 horas. “El mundo tiene el derecho de conocer qué pasó exactamente para sacar las lecciones y apoyamos todos los esfuerzos para lograr esta transparencia y conocer la verdad”, ha defendido el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
El propio Anthony Fauci, asesor epidemiológico del presidente y muy querido en el sector demócrata, ha recibido 'fuego amigo' con la publicación de miles de mails por parte del Washington Post.
Uno de los mismos, firmado por Kristian Andersen, profesor asociado de inmunología y microbiología en Scripps Research, advierte el 31 de enero de 2020 que hay indicios de que la covid-19 parecía un virus "fabricado". Este dato ha sido aireado por los republicanos, que acusan a Fauci y su equipo de conocer con meses de antelación que la procedencia del coronavirus era un laboratorio chino. Han pedido la dimisión del 'Fernando Simón americano', pero fuentes cercanas a la asociación sanitaria de Bill Gates IAVI señalan a Vozpópuli que es muy raro que los demócratas vayan a echar a Fauci.
En primer lugar, porque el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (Niaid), que lidera Fauci, forma parte del National Institutes of Health (NIH), que dirige Francis Collins, íntimo amigo de Fauci desde hace años. Además, Biden ya ha mostrado públicamente su apoyo en el epidemiólogo, de quien ha dicho que tiene su plena confianza. Además, el jefe de Prensa de la Casa Blanca ya ha señalado que Fauci es un "activo innegable".
Estados Unidos retoma su guerra con China
La Administración Trump se caracterizó por una gran beligerancia hacia China, la superpotencia rival. Esta confrontación tiene todos los visos de continuar con Joe Biden, como indica el catedrático en Comunicación y Política Internacional de la Universidad Europea de Madrid, José María Peredo.
"Obviamente, EEUU tiene distintos presidente, pero una misma estrategia internacional, que pasa por aprovechar cualquier circunstancia para poner sobre la mesa los aspectos negativos de China, su principal rival en el tablero internacional", explica.
Tras esta reacción, Peredo contempla dos circunstancias: "Hay una cuestión real, el presidente quiere saber qué ha pasado con el covid, para evitarlo algo similar en el futuro, y, por otra parte, sirve para airear una hipótesis en la que sale perjudicada la potencia rival". Insiste en que "lo que ha ocurrido tanto en el origen, desarrollo de la enfermedad y consecuencias políticas está pendiente de clarificarse y de analizarse".
Este especialista no descarta que el hecho de que se publiquen ahora los emails de Fauci en el Washington Post responda a intereses políticos, de la misma forma que la vacuna de Pfizer se anunció tras la victoria demócrata en las elecciones.
Sospechas de la CIA
La CIA norteamericana sospecha desde hace tiempo del posible origen del virus del Instituto de Virología de Wuhan (WIV). Es más, un comunicado del Departamento de Estado de enero de este año subrayaba diversas razones en las que fundamentar esta sospecha. Sin embargo, este comunicado ha sido borrado.
En él se señalaba que "varios investigadores del Instituto de Virología de Wuhan (WIV) enfermaron en otoño de 2019, mucho antes del primer caso identificado del brote, con síntomas consistentes tanto con covid-19, como con enfermedades estacionales comunes"
También apuntaban que no es la primera vez que se producen infecciones accidentales en laboratorios chinos. En 2004, nueve personas se infectaron de SARS, una de las cuales falleció. El Gobierno chino "ha impedido que periodistas independientes, investigadores y autoridades sanitarias mundiales entrevisten a los investigadores del WIV, incluidos los que estaban enfermos en el otoño de 2019"
También se subraya que en 2016, los investigadores de este laboratorio realizaron experimentos con RaTG13, el coronavirus de murciélago identificado por WIV en enero de 2020 como la muestra más cercana al SARS-CoV-2 (96.2 por ciento similar).
Además, a pesar de que el WIV se define como una institución civil, Estados Unidos afirma que "ha colaborado en publicaciones y proyectos secretos con el ejército de China. El WIV se ha involucrado en investigaciones clasificadas, incluidos experimentos con animales de laboratorio, en nombre del ejército chino desde al menos 2017".
¿Y si el virus salió de un laboratorio chino?
Si se demuestra que el virus salió de un laboratorio chino, las consecuencias pueden ser estremecedoras. "Las consecuencias que puede tener son muy importantes, de gran envergadura. La mayor parte de los científicos, en principio, ha dicho que el coronavirus surge de una mutación genética. El hecho de que se pudiera haber producido una manipulación en un laboratorio sería nefasto para la imagen de China y sería nefasto para la política internacional también", explica Peredo.
"La cuestión fundamental es la transparencia. Pero sin olvidar que debilitar al enemigo sin corregir otras cuestiones como la prevención o colaborar en temas de salud, no es el camino. Sin abandonar la competencia entre potencias, que existe y se va a seguir produciendo, hay que hacer una llamada para que esa competencia incluya ámbitos de colaboración".
Virus artificiales, nada nuevo
La elaboración de virus en laboratorios no es algo exclusivo de la ciencia ficción. En la Guerra Fría, Estados Unidos trabajó con este tipo de armas biológicas. "Es algo muy real. Se investiga desde el punto de vista de la Defensa. No solamente para el desarrollo de determinados virus, sino para mejorar las medicinas y desarrollar escudos biológicos. No solo se trata de investigar cómo produzco una bomba de la gripe", concluye Peredo.